La distancia entre los salarios y el precio de los productos hace que la forma en que la población venezolana de clase trabajadora sobrevive dependa de múltiples formas de conseguir ingresos, más o menos creativas. Aunque el fenómeno no es nuevo, se ha agravado junto con el derrumbe económico. De la mano de la dolarización y la reactivación del comercio, el país pasó de ser uno de los más baratos a uno de los más caros de la región.