Entrevista
marzo 2023

La alianza antiautoritaria que busca derrotar a Erdoğan en Turquía

Entrevista a Max-Valentin Robert

El creciente autoritarismo de Recep Tayyip Erdoğan llevó a partidos de ideologías opuestas a unirse para tratar de abrir espacio a un nuevo escenario, democrático y republicano. Pero el mandatario mantiene una base de apoyo significativa, que no se debilitó tras el terremoto, como algunos esperaban. En esta entrevista se traza un perfil de Kemal Kiliçdaroğlu, el candidato de la oposición a Erdogan.

<p>La alianza antiautoritaria que busca derrotar a Erdoğan en Turquía</p>  Entrevista a Max-Valentin Robert

Las próximas elecciones presidenciales en Turquía están previstas para el próximo 14 de mayo. La fecha es objeto de debate, en momentos en que el país ha sido afectado por un terremoto que causó una enorme destrucción y decenas de miles de víctimas.

Obligada a pesar de todo a ponerse en movimiento, la oposición al presidente Recep Tayyip Erdoğan oficializó el nombre de su candidato: Kemal Kiliçdaroğlu, de 74 años, líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP, por sus siglas en turco). Seis movimientos políticos, reunidos en una coalición, se pusieron de acuerdo sobre su designación tras numerosas idas y vueltas producto de la reticencia ruidosamente expresada por el Buen Partido (IYI, por sus siglas en turco), un componente de derecha nacionalista de esta alianza heterogénea. 

«Nosotros, como Alianza Nacional, gobernaremos Turquía sobre la base de la consulta y el compromiso», prometió Kiliçdaroğlu al realizarse el anuncio. Max-Valentin Robert, investigador en Ciencia Política de la Universidad de Nottingham, buen conocedor de la vida política turca, hace un repaso del perfil del líder de la oposición y sus posibilidades de éxito.

Kemal Kiliçdaroğlu fue designado líder de un frente casi único de oposición a Recep Tayyip Erdoğan. Una coalición tan amplia ¿es el único modo de derrotarlo?

Sin duda, esta lógica unitaria es el fruto de un cálculo electoral y de un «efecto de aprendizaje». Por un lado, las fuerzas de la oposición son conscientes, en su diversidad, de la significativa popularidad que conserva el presidente, a pesar del desgaste del poder y las dificultades económicas. Recordemos que Erdoğan gobierna Turquía, ya sea como primer ministro o presidente de la República, ¡desde 2003!

Por otro lado, en las anteriores elecciones presidenciales de 2014 y 2018, Erdoğan ganó en ambos casos en primera vuelta, con más de 50% de los votos. Para la mayoría del electorado de derecha es considerado el voto útil. La única manera de forzarlo a una segunda vuelta parece ser, pues, agrupando a todas las fuerzas que se le oponen.

¿Qué puede decirse del perfil político e ideológico de Kemal Kiliçdaroğlu?

Es el presidente del principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) [secular, de centroizquierda y kemalista, N. Del E.]. Asumió la dirección de esta agrupación en 2010, luego de un escándalo sexual protagonizado por su predecesor, Deniz Baykal. De profesión contador, Kiliçdaroğlu hizo luego carrera en la administración pública. Se caracteriza por ser de origen zaza y aleví [una forma heterodoxa del islam – N. del E.]. Lo que es bastante notable, ya que aun cuando el voto por CHP estuvo históricamente sobrerrepresentado en el electorado aleví, esto no se reflejaba hasta entonces en la composición de la dirección del partido. Cuando tomó las riendas de esta agrupación se trató, pues, de un pequeño acontecimiento. 

Políticamente, defiende desde hace mucho tiempo una lógica unitaria. En 2014, sostuvo la idea de una candidatura común entre el CHP y el MHP (el Partido de Acción Nacionalista, ubicado en la extrema derecha del tablero político turco) en las elecciones presidenciales. En 2019, alentó también estrategias de unión en las elecciones municipales, que permitieron varias conquistas, entre ellas las de Estambul y Ankara. Ha dado muestras pues de cierta constancia en la búsqueda de una síntesis entre las fuerzas de oposición a Erdoğan. 

Dentro del CHP, encarna una sensibilidad más bien socialdemócrata, en el marco de un debate que subyace en este partido nacionalista y secularista, heredero de Mustafa Kemal, el fundador de la República de Turquía. Ya en 1972, su nuevo dirigente, Bülent Ecevit, le había impreso al CHP una orientación de tipo socialdemócrata, aunque al final de su carrera retomara un kemalismo más tradicional. El objetivo era entonces recuperar los votos del Partido de los Trabajadores de Turquía, duramente reprimido tras el golpe de Estado militar de 1971.

Concretamente, ¿cuáles son las diferencias entre los «socialdemócratas», a los que se muestra cercano Kiliçdaroğlu, y los kemalistas más ortodoxos del CHP?

La principal diferencia radica en la relación con la economía. Los socialdemócratas están más decididos a politizar estas cuestiones en el sentido del intervencionismo estatal y la corrección de las desigualdades. Así, Kiliçdaroğlu fue recientemente noticia por negarse a pagar sus facturas de electricidad, en señal de protesta contra los costos de la energía, y destacar que en el gobierno de Erdoğan, «los ricos se volvieron más ricos y los pobres, más pobres». El contexto inflacionario es más bien favorable para este tipo de discurso. 

Se observa luego una relación un poco diferente en lo que respecta a la nación. Cuidado: en el contexto turco, donde el fenómeno nacionalista es muy extendido, los socialdemócratas tendrán siempre una sensibilidad más nacionalista que sus homólogos europeos. Pero su relación con el Estado-nación y el laicismo, es decir, con las minorías y la visibilidad de la religión en el espacio público, será menos rígida que la de los kemalistas «de pura cepa» del CHP.

Desde este punto de vista, Kiliçdaroğlu es criticado internamente tanto por algunos kemalistas ortodoxos, que le reprochan su costado socialdemócrata, como por otro sector de la dirigencia, que lo considera demasiado tímido en su voluntad de conversión del CHP a la izquierda.


¿Cómo se impuso en la coalición de seis partidos que enfrentará a Erdoğan?

En cuanto a las formas, no hubo primarias ni consultas internas. Se trata de un acuerdo de último momento entre los estados mayores de los partidos involucrados.

Era bastante inevitable que el líder de la oposición surgiera del CHP. En efecto, este sigue siendo el partido más importante de esta alianza. Los demás líderes tienen un peso electoral más reducido, y/o son antiguos disidentes del bando de Erdoğan, lo que los convierte en figuras repelentes para el electorado anti-AKP [siglas en turco del Partido de la Justicia y el Desarrollo, en el poder].

Quedaba por saber pues cuál era la personalidad del CHP en mejores condiciones de representar a la oposición. Los apoyos de Kiliçdaroğlu sostenían que era el dirigente titular del partido, y que se trataba entonces de la elección más lógica. Pero había otros dos candidatos serios que competían, particularmente debido a su popularidad en la opinión pública: Ekrem Imagoğlu, el alcalde de Estambul, y Mansur Yavaş, el alcalde de Ankara.

Imagoğlu, sin embargo, había sido condenado por la justicia a la pena de inhabilitación. Su elección se había vuelto así de facto imposible. En cuanto a Yavaş, hoy se sabe que su decisión para desempeñar ese papel era endeble. Sobre todo, podía resultar desagradable para un sector del electorado de izquierda, ya que había comenzado su carrera política del lado de la derecha radical, en el MHP. Sin duda, su designación habría provocado automáticamente una candidatura alternativa del partido de izquierda prokurdo HDP [siglas en turco del Partido Democrático de los Pueblos], mientras que tal posibilidad era menor en el caso de una candidatura de Kiliçdaroğlu.

A fin de cuentas, se supone que en caso de victoria estos dos candidatos serán designados vicepresidentes.

Este compromiso fue impulsado especialmente por el Partido İy (Partido del Bien o Buen Partido) de Meral Akşener, una agrupación nacionalista que estuvo a punto de hacer fracasar el acuerdo en la recta final. ¿Por qué se llegó al punto de poner en peligro la coalición?

Meral Akşener era más bien partidaria de Mansur Yavaş, quien al igual que ella surgió del MHP. Ejerció toda su influencia para que fuera candidato, o en su defecto, fuera designado como futuro vicepresidente. Esta presión estaba también destinada a que el CHP comprendiera que el apoyo de su partido no iba de suyo, pero era crucial. El Partido İy contribuyó así a ganar las alcaldías de Estambul y Ankara en 2019.

Pero ¿por qué forma parte de esta coalición? Visto desde lejos, cabe preguntarse por qué una agrupación de la derecha nacionalista se une a la izquierda contra el autócrata Erdoğan. 

En primer lugar, el recorrido de Akşener es bastante sinuoso. Forma parte de la derecha nacionalista, pero a mediados de los años 1990 se inscribía más bien en la centroderecha, particularmente cuando fue brevemente ministra del Interior. 

Dicho esto, fue también su partido de origen, el MHP, el que cambió de actitud respecto de Erdoğan: inicialmente hostil, luego se acercó a él. Esta evolución tuvo lugar tras las elecciones legislativas de noviembre de 2015. El partido de Erdoğan, el AKP, había mantenido hasta entonces un discurso más bien complaciente con los reclamos kurdos. Pero el voto de estos últimos terminó en parte escapándosele, de modo que Erdoğan adoptó un discurso mucho más nacionalista con el objetivo de recomponer su base electoral. 

El líder del MHP, Devlet Bahçeli, consideró que Erdoğan había finalmente adoptado su propia línea, lo que justificaba aliarse a él. Sin embargo, en el plano interno, hubo resistencias. En primer lugar, un sector de la dirigencia estimaba que Bahçeli había tenido su momento en 1997 (año de su elección al frente del partido), y por eso se opuso a él. En segundo lugar, y más profundamente, hay que entender que un sector de los antiguos rebeldes del MHP y del electorado nacionalista no apreciaba a Erdoğan, debido a su autoritarismo y su voluntad de presidencializar el régimen.

Para decirlo de manera sencilla, a este electorado no le molesta demasiado la represión contra el movimiento autonomista kurdo, al contrario, pero desconfía del autoritarismo de Erdoğan. Esto se comprobó en 2017, en ocasión del referéndum de reforma de la Constitución. Un gran porcentaje del electorado nacionalista votó entonces en contra. Además, el electorado del Partido İy, aun cuando sea más conservador que el del CHP, sigue estando comprometido con un marco republicano y laico; de ahí su rechazo al islamismo de Erdoğan. 

En términos programáticos, ¿cuáles son las consecuencias de la heterogeneidad de este frente anti-Erdoğan?

La lógica es esencialmente antiautoritaria. Esta coalición puede describirse como un «cártel de los no», retomando la expresión francesa que sirvió para designar a los opositores al referéndum del general Charles de Gaulle sobre la elección del presidente de la República por sufragio universal.

Incluso la aceptación de la herencia kemalista y laica no es un verdadero punto en común. Esta se observa en el Partido İy y el CHP, pero no necesariamente en las otras pequeñas agrupaciones. La verdadera base de convergencia de la oposición es efectivamente la cuestión de las instituciones y el autoritarismo, en favor de un regreso al sistema parlamentario y una ruptura con el presidencialismo de Erdoğan.

En esta coalición se observa por ejemplo al Partido de la Felicidad [Saadet Partisi], que, aunque haya surgido del mismo movimiento islamista que Erdoğan, estuvo siempre en la oposición al AKP, pero más aún desde su giro autoritario.

Con el terremoto del 6 de febrero muchos esperaban que las posibilidades de Erdoğan disminuyeran, pero las encuestas de opinión no van claramente en esa dirección. Aun unida, ¿tiene posibilidades la oposición?

Creo que en cada elección existe el sesgo de que es posible enterrar a Erdoğan antes de tiempo. Hay que tener en cuenta el hecho de que las encuestas pueden a veces subestimar el voto por AKP, y que Erdoğan tiende a mejorar la intención de voto en su favor durante la campaña: por un lado, es un animal político; por el otro, su electorado tiende a interesarse nuevamente en la política durante esos breves y efímeros periodos de movilización.

Antes del terremoto, ya se señalaban las dificultades económicas de Turquía, muy ciertas. Pero esto implica ignorar el hecho de que una parte de los apoyos de Erdoğan está convencida de que todo eso «no es culpa suya», a punto tal de compartir una lectura a veces conspirativa de los males que afligen al país.

La estrategia de AKP para ganar consiste en sobrepolitizar los objetivos identitarios y culturales. Desde este punto de vista, no me sorprendería que se destacara y denigrara la confesión aleví de Kiliçdaroğlu. La oposición solo tiene posibilidades de ganar si logra imponer en la agenda de la campaña las cuestiones materiales que le preocupan a la población turca.

Nota: La versión original de esta entrevista en francés se publicó en la revista Mediapart el 9/3/2023 con el título Turquie : «Il ne faut pas enterrer Erdoğan trop vite» y está disponible aquí. Traducción: Gustavo Recalde.


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