Opinión
agosto 2020

La era de TikTok Política, guerra y nuevo lenguaje de masas

Por primera vez en la historia de internet, una red social proveniente de China conquista a los usuarios de Occidente. TikTok se ha convertido en un verdadero experimento que divide a Estados Unidos de China, pero que, además, se cuela en guerras y campañas políticas. ¿De qué se trata esta red social? ¿Por qué en política ganan los que primero llegan a ella y no los que mejor la usan? ¿Qué está pensando la izquierda (si es que está pensando algo) sobre TikTok?

La era de TikTok  Política, guerra y nuevo lenguaje de masas

TikTok está en boca de periodistas, analistas internacionales, políticos y empresarios de todo el mundo. No podría ser de otra manera. Por primera vez en la historia de eso que llamamos internet, una red social proveniente de China (en este caso, propiedad de la empresa china ByteDance) conquista las mentes de los usuarios en Occidente. Pero el 6 de agosto, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que impuso 90 días para que ByteDance venda sus operaciones con TikTok en Estados Unidos a una empresa nativa, por considerarla una amenaza a la seguridad nacional. El establishment de Estados Unidos está desesperado ante los avances de China en tecnologías de la información y la comunicación, y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para no perder totalmente el control de la situación.

Mientras tanto, cosas aparentemente extrañas e incomprensibles para quienes no forman parte de la «Generación Z» (nacidos entre 1994 y 2010, es decir, quienes siguen a los millennials) en TikTok, como el éxito ultraviral sobre la base del método de lip sync (mecanismo principal de generación de contenido en esa red, junto a los challenges) del jingle de una publicidad rusa que ha inundado los celulares de todo el mundo: mi pan su chállenles sum. El lip sync no es más que la sincronización de movimientos labiales con vocales habladas o cantadas, simulando así el cantar o hablar en vivo.

En estos momentos, Oracle (líder en software para empresas. desde base de datos hasta sistemas de gestión), Microsoft (que casi no existe en el mercado de las redes sociales y apenas posee Skype y LinkedIn) y también Twitter se encuentran en una carrera furiosa dentro del mundo corporativo para quedarse con TikTok. Oracle es el favorito de Trump, por las relaciones de su dueño con el actual presidente republicano.

TikTok es una plataforma de microvideos que acaba de cerrar el primer semestre de 2020 con más de 2.000 millones de descargas en todo el mundo. La pandemia ha favorecido el clímax de una explosión cultural y social liderada por esta red a escala global, y también en Latinoamérica. TikTok llegó a la política para quedarse, como conflicto geopolítico y corporativo, pero también como la expresión del nuevo lenguaje de las masas hiperconectadas. Un nuevo lenguaje que, por supuesto, ya se viene incubando en YouTube y las stories de Instagram, pero que ha dado un salto específico en TikTok al tratarse de una red puramente basada en videos verticales, que ocupan toda la pantalla y que se guían por un algoritmo más agresivo, que no se basa en los seguimientos (órdenes conscientes) sino en el tiempo que cada usuario pasa frente a los videos (interés inconsciente). Por eso, Mark Zuckerberg presentó el 5 de agosto una nueva función para Instagram, llamada Reels, como punta de lanza para contener a una audiencia en fuga.

Como si todo esto fuera poco, TikTok ha sido el vehículo de una humillación política personal para Trump, con un espectacular sabotaje de fans del pop coreano (k-popers) y usuarios de TikTok enfurecidos por la represión policial de las protestas de #BlackLivesMatter tras el asesinato de George Floyd. Los organizadores del primer acto de campaña de Trump presumían de tener más de un millón de solicitudes para el pabellón de 19.000 personas. Brad Parscale, jefe de campaña de Trump, puso un escenario exterior para que su jefe pudiese dirigirse también a los ciudadanos que no habían logrado entrar en el abarrotado BOK Center de Oklahoma, en Tulsa. Pero según informó la prensa, la sorpresa vino cuando Trump se encontró con miles de butacas libres y una pista medio vacía. Del aforo de 19.000 personas, solo acudieron 6.200, según cifras del Departamento de Bomberos de la ciudad de Tulsa.

Antes que en Estados Unidos, el uso de TikTok había sido significativo en la India durante la campaña presidencial (algo que ya había ocurrido con WhatsApp): en mayo de 2019, millones de adolescentes disputaron la campaña sin ningún tipo de participación oficial con diferentes hashtags. Pero esto ya es cosa del pasado, pues al calor del conflicto militar entre China y la India por Cachemira, en julio de 2020, el gobierno prohibió TikTok y otras 59 aplicaciones provenientes de China. Uno de los principales beneficiarios es Zuckerberg, quien está acaparando una enorme proporción de esa gigantesca audiencia ahora huérfana. TikTok tenía en la India 120 millones de usuarios y por este bloqueo sus pérdidas podrían alcanzar los 6.000 millones de dólares.

Trump no es el único que desconfía de TikTok. El asesor general de Joe Biden, Dana Remus, indicó al personal de campaña del candidato demócrata en un correo electrónico que se abstuviera «de descargar y utilizar TikTok en el trabajo y en dispositivos personales», argumentando preocupación por la privacidad y la seguridad de los datos. Aaron Pressman, en el newsletter «Data Sheet» de la revista Fortune, imagina que Barack Obama también estaría de acuerdo con lo que está haciendo Trump. Sin embargo, afirma que «el problema de las políticas unilaterales de China respecto de internet y de otros de sus intentos aún más aterradores requiere una respuesta global seria y unificada. Quizás el próximo ocupante de la Casa Blanca esté más a la altura de la tarea».

A diferencia de Biden, Bernie Sanders tiene en TikTok un espacio personal muy bien llevado a partir de contribuciones de sus jóvenes seguidores. Alexandria Ocasio-Cortez no tiene un perfil oficial, pero algunos contenidos sobre ella son furor en la red. El caso más rutilante es el de Matt Little, un senador por el estado de Minnesota prácticamente desconocido hasta hace poco que como tiktoker ha acumulado más de 143.000 seguidores desde que abrió su cuenta en febrero. Aquí la grieta tiene que ver con una cuestión generacional, no partidaria: el público objetivo de cada uno marca la diferencia.

Diciembre de 2018 es el punto de partida de este proceso de beligerancia digital, político y económico que tuvo su primer highlight con la crisis en torno de Huawei y el 5G, que continúa hasta hoy. A escala mundial, solo la empresa china Huawei puede ofrecer un servicio que complete de tramo a tramo la instalación de la nueva tecnología 5G. El 5G hará mucho más fluida la banda ancha al aumentar la velocidad de conexión (entre 10 y 500 veces más rápida), allanando el camino para las «ciudades inteligentes» y la «internet de las cosas». De esta manera, China viene poniendo en entredicho la dominación de Estados Unidos sobre la infraestructura que marcará el futuro de internet, y de ahí el apoyo de los proveedores de servicios de telecomunicación («telcos») en esta cruzada de Trump. Detrás de Estados Unidos se alinean también Japón, Australia y el Reino Unido en el bloqueo a Huawei. Trump se atribuye explícitamente haber logrado que el primer ministro Boris Johnson anunciara, el pasado 14 de julio, prohibir a las «telcos» que operan en terreno británico la compra de equipos de Huawei a partir de 2021. Esto es lo mismo que ha filtrado el propio Johnson.

Pero el caso con TikTok marca un aumento en el conflicto sino-estadounidense, porque como explicó Juan Elman, «TikTok no es Huawei». La empresa que lidera el desarrollo global en 5G juega un rol vital en la economía doméstica china y sus proyectos de expansión. La relación con el Partido Comunista chino, además, es mucho más estrecha que en el caso de ByteDance, la compañía propietaria de la aplicación, que ha tenido roces con el aparato de seguridad por contenidos políticos sensibles. Ni TikTok ni su empresa madre son socios estratégicos de Beijing.

ByteDance ha negado reiteradamente las acusaciones contra TikTok por excesos en la recopilación de información. Las acusaciones del establishment estadounidense contra China no tienen nada que envidiar a las denuncias de Edward Snowden de hace ya mucho tiempo, y la realidad es que TikTok es incluso menos agresivo que Zuckerberg en el tratamiento de los datos. ByteDance buscó incesantemente limpiar su imagen en Estados Unidos (y en el mundo). Creó nuevos puestos de trabajo con el objetivo de llegar a 10.000 empleados y contrató a más de 35 lobistas para conseguir llegada a las personas más influyentes en Estados Unidos. Además, abrió centros de transparencia en Los Ángeles y Washington para mostrar a expertos cómo trabaja y contrató como CEO a Kevin Mayer (antiguo jefe de Direct-to-Consumer & International, una división empresarial de Walt Disney, donde dirigía los servicios de streaming) para que no se pueda decir que la compañía se dirige desde China.

El miércoles 29 de julio, Jeff Bezos (Amazon), Zuckerberg (Facebook/Instagram/WhatsApp), Sundar Pichai (Google) y Tim Cook (Apple) comparecieron ante el Congreso de Estados Unidos. En China, la historia de las GAFA (como se conoce a estas empresas) es jugosa y está llena de idas y vueltas. Zuckerberg llegó a aprender mandarín para poder seducir a Xi Jinping y penetrar en el mercado chino, pero no lo logró y desde hace un tiempo, frustrado, es un activo opositor del Partido Comunista chino. De este modo, busca presentarse como un garante de los intereses estadounidenses, como ya lo dejó en claro en una audiencia anterior luego del escándalo de Cambridge Analytica. Frente a la pregunta sobre si el gobierno de Xi Jinping roba información a las GAFA, Zuckerberg fue el único que contribuyó claramente a acentuar la escalada que Trump encabeza: «Creo que está bien documentado que el gobierno chino roba tecnología a empresas estadounidenses».

TikTok ya no se trata solamente un fenómeno púber e infanto-juvenil. Las audiencias son cada vez más impacientes y se cansan cada vez más rápido, debido a la sobresaturación de contenido. Para impactar hay que ir a las referencias más básicas (música, emojis), que es lo que expresa TikTok: una suerte de Blitzkrieg por la atención humana. Además, los contenidos que se suben a TikTok luego se consumen en Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, porque la empresa no tiene una política de limitar, sino más bien de impulsar el derrame. En ese sentido, también funciona como un editor de contenido. Los videos de un minuto hace tiempo resultan antiguos y extenuantes.

El progresismo de habla hispana tiende a llegar tarde a estos cambios y debe ponerse en guardia. Así lo explica Iago Moreno, joven experto en música y comunicación política que ha realizado un original análisis sobre el impacto de TikTok en la política de la India, Israel, Brasil y España. Moreno sostiene que «por muy importante que sea entender el modo en que el tecnopopulismo explota las redes sociales, es aún más necesario que no confundamos el síntoma con la causa».

El consultor en comunicación política Antoni Gutiérrez Rubi remarcó con claridad las reglas de una intervención exitosa en TikTok: «Activismo lúdico. Hacer del activismo una experiencia festiva y divertida. La música es el lenguaje central (...) introducir la música, el canto y el baile como expresiones genuinas y vitales de los contenidos políticos cotidianos, la imitación y el juego de rol. Usar la parodia como una poderosa estrategia de deconstrucción de personajes y canalizador de crítica y propuesta política. El talento de las multitudes. La mejor campaña es la que hace la gente anónima (...) Abrirse al desborde creativo de las multitudes y explorar el ARTivismo ciudadano. Pasar de la perfecta publicidad al poderoso atractivo de lo amateur, de lo imperfecto, de lo natural, de lo diverso. La campaña es una fiesta. Usar TikTok como parte de un ejercicio de creación de clima movilizador en los equipos de campaña y en el voluntariado».

A fuerza de golpes, la intelligentsia emanada de las costumbres sociales y culturales de los siglos XIX y XX ha comprendido que tiene que seguir con atención los vaivenes del mercado digital. Ahí es donde se está librando una guerra por el poder. Más allá de cualquier posicionamiento político, esto es lo que está demostrando, por ejemplo, la significativa demanda de la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner contra Google.

TikTok se ha abierto paso en América Latina. Ya tiene más de cinco millones de usuarios en Argentina y 45% de ellos tienen entre 13 y 26 años. Como en muchos otros casos, la diferencia en este punto la marca el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, el primero de su tipo en toda Latinoamérica que abrió una cuenta institucional para informar sobre prevención en torno del coronavirus. Rodríguez Larreta, ubicado en la centroderecha, se rodea de un equipo altamente profesional, que cuida de mostrarlo descontracturado y divertido, pero sin exponerlo al cringe como algunos creen que ha ocurrido con la cuenta de la presidenta de su propio partido (PRO), Patricia Bullrich (el cringe refiere al sentimiento de vergüenza, aversión o reticencia ajena ante alguien). Otra incursión significativa es la de José Antonio Kast, el presidente del Partido Republicano de Chile y ex-candidato a presidente ubicado en la extrema derecha.

El caso de España es una muestra de lo que podría ocurrir en las próximas campañas políticas de América Latina, especialmente en aquellos países más politizados. Allí, según releva El Confidencial, TikTok ya ha sido descargada más de 14 millones de veces y todos los grandes partidos tienen cuenta en esta red, pero de momento (como en el resto del mundo) la mayor guerra se da entre comunidades de simpatizantes, en su mayoría adolescentes. La llamada Generación Z es, de hecho, la que constituye el núcleo de TikTok. El emergente partido de extrema derecha Vox ha llegado primero aquí y está tomando la delantera. No tiene desperdicio observar algunas figuras del ecosistema de Vox en TikTok, como la niña @micaelaesdevox, aunque puede resultar estremecedor.

Más allá de quien se quede con TikTok en Estados Unidos, en el resto del mundo ha llegado para quedarse. Como ha explicado Al Ries, el creador del concepto de posicionamiento en 1972 y uno de los más destacados cerebros del marketing, «es mejor ser el primero que ser el mejor».



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