Opinión
mayo 2021

¿Escocia camina hacia la independencia?

Las elecciones parlamentarias escocesas del próximo 6 de mayo marcarán un momento decisivo en el debate por la independencia. La cuestión europea y la causa independentista se fusionaron tras la aprobación del Brexit en Reino Unido. En Escocia, donde ganó el rechazo a salir de la Unión Europea, el nacionalismo, hegemonizado por una fuerza progresista. Si en 2014 los escoceses votaron contra la independencia, en gran medida para seguir en Europa, tras el Brexit esa posibilidad podría pasar por su independencia.

¿Escocia camina hacia la independencia?

La actual política escocesa se define por la cuestión de si Escocia debería seguir formando parte de Reino Unido o convertirse en un Estado independiente. Si bien podría decirse que ha circulado de una forma u otra desde la unión con Inglaterra en el siglo XVIII, esta cuestión ha asumido una importancia significativa en años recientes. De hecho, la elección parlamentaria del 6 de mayo señalará una década de intenso debate sobre el tema de la independencia. También redefinirá el escenario para los debates en curso respecto a la posibilidad de llevar a cabo un nuevo referéndum por la independencia.

En 2011, el Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) ganó la mayoría en la elección parlamentaria escocesa; fue la primera y, hasta la fecha, la única vez que un partido logró la mayoría absoluta. El SNP, el mayor de los partidos proindependencia, se había comprometido a impulsar un referéndum sobre el tema. Luego de eso, en 2012, los gobiernos escocés y británico concretaron un acuerdo bilateral para facilitar esa votación. El referéndum se desarrolló en 2014 y, como lo registra la historia, el pueblo de Escocia eligió permanecer en el Reino Unido.

Sin embargo, no fue el fin del debate. Con certeza la discusión sobre la independencia iba a continuar de algún modo, sin importar las circunstancias. No obstante, el referéndum británico por la permanencia en la Unión Europea alteró de manera fundamental la política escocesa. Como hoy lo sabe toda Europa, ya que ha sido el mensaje específico del gobierno escocés hacia Bruselas en los años siguientes, Escocia votó en contra del Brexit. La cuestión europea y la independencia se fusionaron de manera indeleble. Desde 2020, ha crecido el apoyo público a la independencia escocesa, con una mayoría intermitente entre los votantes con posturas definidas. El Brexit ha sido el principal factor de impulso.

Una década después de 2011, los votantes escoceses enfrentan otra elección en la que la cuestión de la independencia es el tema central. El SNP y el Partido Verde Escocés proponen llevar a cabo un referéndum por la independencia durante el próximo término parlamentario, que se extenderá de 2021 a 2026. Tanto el Partido Conservador como el Partido Laborista Escocés y los Liberales Demócratas se oponen a ese referéndum. Las encuestas de opinión vienen indicando desde hace meses que el SNP ganará contundentemente la elección. Las cuestiones cruciales, entonces, son el margen de victoria del SNP y las consecuencias de la elección sobre la disputa en curso por un nuevo referéndum.

Discusiones en torno del referéndum antes de la elección

El gobierno escocés, formado exclusivamente por el SNP desde 2007, puso en consideración la posibilidad de un nuevo referéndum por la independencia tras el voto de Reino Unido en favor de abandonar la Unión Europea. En su primer discurso luego del referéndum por el Brexit, la primera ministra Nicola Sturgeon declaró que el referéndum por Escocia era «un tema que estaba sobre la mesa». Su argumento se ha transformado en el compromiso de llevar a cabo un referéndum a fines de 2023. En la actualidad, sin embargo, este proyecto se disputa en dos niveles diferentes.

El primer nivel es la negociación con el gobierno de Reino Unido. En dos oportunidades, Sturgeon intentó sin éxito asegurar un acuerdo por un nuevo referéndum con el primer ministro en funciones –en marzo de 2017 con Theresa May y en diciembre de 2019 con Boris Johnson–. En ambos casos, no se llegó a negociación alguna entre los gobiernos. A fines de 2019, Sturgeon redactó una petición a Johnson en busca de diálogo sobre el tema y recibió una carta de rechazo a comienzos de 2020. En términos prácticos, este nivel permanece en un estado de estancamiento.

El segundo nivel es la negociación dentro del Parlamento escocés. En el Parlamento saliente, el SNP y los Verdes escoceses formaron una «mayoría proindependencia». Si bien estos partidos no formaban una coalición, ambos apoyaban la independencia y la celebración de un referéndum. Sin embargo, la legislación para el referéndum por la independencia de 2014 fue aprobada en forma unánime por el Parlamento, no por simple mayoría ni por alineamientos partidarios. Ahora, sin el consenso de los conservadores, los laboristas y los liberales demócratas escoceses, ese tipo de respaldo multipartidista no existe.

Más recientemente, el ex-primer ministro y líder del SNP Alex Salmond agregó una nueva dimensión al panorama electoral. Asumió el liderazgo del flamante Partido Alba (Alba significa «Escocia» en gaélico), tras una prolongada saga en torno de su conducta como funcionario y de la ruptura de su vínculo con Sturgeon. Lo significativo es que su partido propone iniciar de inmediato negociaciones por la independencia con el gobierno británico, posiblemente celebrando un referéndum en algún momento, pero no como un paso inicial. Este enfoque no tiene chance alguna de éxito, pero con él el Partido Alba apela a quienes se sienten frustrados por la aparente falta de progreso en la lucha por la independencia. Aun si el partido de Salmond no lograra bancas en esta elección, es indudable que la facción proindependencia se está fragmentando. Resta ver cuál es la evolución y el impacto de este fenómeno.

Los escenarios en cuanto a las elecciones y el referéndum

Dada la actual posición dominante del SNP en la política escocesa, su desempeño en la elección de mayo definirá la perspectiva de un futuro referéndum por la independencia. El objetivo declarado por el SNP es asegurarse una mayoría parlamentaria propia. Las encuestas sugieren en forma sistemática que el partido ocupará el primer puesto, pero no son concluyentes respecto a si se asegurará una mayoría. Esta incertidumbre se debe en gran medida a que el Parlamento escocés se elige mediante un sistema de representación proporcional mixta. Mientras se anticipa que el SNP ganará en casi todos los distritos electorales con escrutinio mayoritario uninominal, la distribución de los escaños en las listas regionales –lo que podría permitir o impedir al SNP lograr una mayoría– ha resultado difícil de pronosticar.

En vista del panorama actual, cuatro escenarios parecen posibles: en el primero, el SNP gana la mayoría parlamentaria y gobierna solo; en el segundo, el SNP gana por mayoría simple y gobierna solo, con el apoyo ad hoc de los Verdes en la cuestión de la independencia y otros temas; en el tercero, el SNP gana por mayoría simple, forma una coalición con los Verdes y llega así a la mayoría; y en el cuarto, el SNP gana la mayoría absoluta, pero aun así forma una coalición con los Verdes, con lo que logra una mayoría reforzada. Aunque tengan opiniones diferentes en varias cuestiones, el SNP y los Verdes comparten una historia de trabajo informal conjunto en temas como el presupuesto. Casi con certeza, el SNP no acordaría con el Partido Alba si este lograra asegurarse suficiente apoyo electoral como para ingresar en el Parlamento.

En la composición poselectoral del Parlamento escocés y la formación del gobierno escocés podría estar la respuesta a si se resuelven o no los dos niveles de disputa respecto a la celebración de un referéndum. El gobierno británico podría decidir si se involucra en una negociación con el gobierno escocés para un acuerdo bilateral sobre el referéndum. Habrá que ver si los demás partidos representados en el Parlamento escocés apoyan este camino. La cuestión esencial es hasta qué punto cambiarían su posición de acuerdo con los resultados de las elecciones o se mantienen en sus propias posiciones.

La democracia escocesa y la constitución del Reino Unido

Esta incertidumbre sobre las implicancias del resultado de la elección escocesa para un referéndum por la independencia deriva del hecho de que el Reino Unido tiene un orden constitucional confuso. Según el derecho, el Parlamento británico es en teoría una instancia suprema en Escocia, de acuerdo con la doctrina inglesa de la soberanía parlamentaria. Pero, en la práctica, el Parlamento escocés tiene legitimidad política para representar al pueblo de Escocia, lo que refleja la tradición escocesa de la soberanía popular. La disonancia no se resuelve con facilidad, en gran medida debido a estas diferentes doctrinas constitucionales.

Esta realidad se ejemplifica mejor en el hecho de que, si bien en 2014 se celebró el referéndum por la independencia, todavía hoy no hay consenso respecto a las razones por las que se realizó. Según una interpretación, el gobierno británico concedió un referéndum teniendo en cuenta la elección escocesa de 2011, pero solo según su criterio como intérprete de los deseos del pueblo escocés. Pero otra lectura sostiene que los gobiernos escocés y británico implementaron la decisión popular electoral de celebrar un referéndum, repetible por definición según lo que el pueblo instruya.

La elección escocesa del 6 de mayo mostrará la opinión del electorado sobre un nuevo referéndum por la independencia. En última instancia, sin embargo, la respuesta política dependerá de interpretaciones contrapuestas sobre la democracia y la soberanía en Escocia y Reino Unido.

 

Fuente: IPS

Traducción: María Alejandra Cucchi



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