Opinión
septiembre 2016

El ajedrez electoral ecuatoriano

El panorama electoral ecuatoriano es incierto. El oficialismo se deteriora pero mantiene el primer lugar en la intención de voto, mientras que la derecha crece planteando una política económica alternativa.

El ajedrez electoral ecuatoriano

«Mejor acepte debatir públicamente conmigo, usted tiene varios títulos, yo soy solo un bachiller, no tenga miedo», desafió hace un poco más de un año el precandidato presidencial y banquero guayaquileño Guillermo Lasso, sin obtener respuesta del presidente Rafael Correa. Las estrategias de campaña electoral no sorprenden. Desafiar a debates o rehuirlos siempre depende de cálculos hechos con encuestas en mano. Lo llamativo es que un candidato de apellido aristocrático tome como una de sus banderas electorales la crítica a la obsesión tecnocrática de un presidente cuyo gobierno ha elevado la posesión de títulos académicos al rango de política de Estado. No es la menor de las paradojas que un gobierno que clama todos los días en favor de la igualdad enarbole con tanto entusiasmo el camino de la meritocracia medida en cartones. Ni que un candidato que defiende la desigualdad como resultado inevitable de los méritos o los errores gerenciales de cada individuo lo critique.

Así son las elecciones: un ajedrez donde hay que anticiparse al movimiento del rival, atacar sus flancos débiles y tapar los propios. Las definiciones ideológicas son relativamente secundarias. Pero tampoco extraña que esas definiciones sean indispensables al momento de explicar cómo se enfrentará la crisis económica. Todas las encuestas señalan que el desempleo, la agudización de la crisis y la percepción creciente de un gran despilfarro en los fondos gubernamentales han pasado al primer lugar de las preocupaciones del electorado. Dos precandidatos enarbolan sin complejo alguno una crítica pro-empresarial al gobierno de la Revolución Ciudadana. Tanto Guillermo Lasso (Movimiento Creando Oportunidades) como Cynthia Viteri (Partido Social Cristiano – Madera de Guerrero, del actual alcalde de Guayaquil Jaime Nebot) no tienen dudas: hay que reducir el despilfarro gubernamental, brindar más claras garantías a la empresa privada y llegar a acuerdos inmediatos con organismos internacionales tradicionales que nos liberen de la carísima deuda con China a cambio de un programa de austeridad.

El partido de gobierno, Patria Altiva i Solidaria (PAIS), no se pronuncia sobre la crisis pero se recuesta sobre la respuesta oficial: afirmar que lo peor ya pasó y que las cosas urgentes pueden solucionarse con más créditos hasta que pase el temporal. Sobre todo, PAIS no ha decidido todavía entre dos candidatos posibles. El más opcionado en las encuestas es el antiguo vicepresidente, Lenin Moreno, conocido por sus campañas en favor de la atención de las personas con discapacidad, de perfil público «apolítico», en silla de ruedas, favorecido por la mayor parte del aparato del partido. Pero el precandidato que goza del apoyo presidencial es más bien el actual vicepresidente, Jorge Glas, de perfil tecnocrático y mucho más abierto a los acuerdos con las empresas privadas. Encargado de gestionar los préstamos con los bancos chinos y vinculado al publicitado pero débil «cambio de la matriz productiva», Glas representa un mayor acercamiento al discurso económico del oponente: una estrategia electoral que Rafael Correa ya utilizó en la consulta popular de mayo de 2011, cuando abrazó el discurso de sus opositores sobre el combate a la delincuencia y la reducción del garantismo penal, acusado de ser la causa de la impunidad de que gozan los criminales.

Las izquierdas críticas al gobierno, que le cuestionan sus promesas económicas incumplidas, como la nunca iniciada «revolución agraria», su autoritarismo y sus políticas regresivas en temas diversos como la educación pública o la profundización de la frontera extractivista, también han organizado su propio frente: el Acuerdo Nacional por el Cambio. El Acuerdo tiene cuatro precandidatos en primarias abiertas: Lenin Hurtado, cercano al histórico y recientemente ilegalizado gremio de los educadores; Enrique Ayala, socialista, ex-rector de una universidad de posgrados en Quito; Lourdes Tibán, asambleísta por Pachakutik, el movimiento político que representa la corriente mayoritaria en el movimiento indígena ecuatoriano, y Paco Moncayo, ex-general, ex-alcalde de Quito y un socialdemócrata convencido. Este frente electoral tiene la ventaja de que podría convocar al electorado de centroizquierda, mayoritario en la Sierra ecuatoriana, justo en el momento en que el resto de candidaturas (cualquiera de PAIS, Viteri y Lasso) tienen sus bastiones electorales en la Costa. No obstante, para ser electoralmente viable requeriría ampliarse hacia otros movimientos del centro, como el partido Avanza (ex-aliado del gobierno y formado por antiguos socialdemócratas), el movimiento Podemos (igual que el anterior pero con base en la Sierra sur del país), o incluso el movimiento Suma, del actual alcalde de Quito, Mauricio Rodas. Estos tres últimos movimientos han preferido por el momento vincularse a las coaliciones de Lasso o de Viteri. Una división en dos (o más) candidaturas también es posible: una de perfil más movimientista y de izquierdas y otra de centro moderado y más interesada en acuerdos con el mundo empresarial.

Desde 2006 Ecuador no se encontraba con un panorama electoral tan incierto y abierto. El gobierno muestra en todas las encuestas una tendencia al deterioro conforme la crisis económica se profundiza, pero guarda todavía la primera preferencia electoral. Las opciones electorales a su derecha tienen la mejor oportunidad electoral porque enarbolan un discurso económico alternativo y porque tienen más dinero para una campaña más profesional. Han logrado incluso atraer hasta el momento a varios movimientos de centro. La opción electoral del centro izquierda tiene una oportunidad inédita, aunque hasta ahora menos clara: si lograra perfilarse como una alternativa económica y política sería una novedad en el panorama del llamado «fin de ciclo» de los gobiernos progresistas. Significaría una variante al clásico péndulo desde el centro izquierda a la derecha.



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