Opinión
agosto 2021

Conflictos en el vecindario afgano

La catástrofe política y humanitaria en Afganistán amenaza con potenciar las tendencias autocráticas en Tayikistán y Uzbekistán.

Conflictos en el vecindario afgano

Con la retirada del territorio afgano de las fuerzas estadounidenses y de la coalición y la rápida toma del poder por parte de los talibanes, los países vecinos de Asia central vuelven a acaparar la atención internacional. Las naciones que comparten frontera con Afganistán (Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán) son ahora vitales para brindar apoyo a las operaciones de seguridad para la población afgana, al tiempo que afrontan sus propios problemas de seguridad.

Un Afganistán controlado por los talibanes no es algo nuevo para estos países de Asia central. Los talibanes se expandieron rápidamente por Afganistán poco después de que la disolución de la Unión Soviética en 1991. Pero, a diferencia de la década de 1990, cuando los países de Asia central comenzaban a aprender a funcionar como Estados independientes y su futuro parecía incierto, los actuales acontecimientos en Afganistán se dan en el contexto de autocracias asentadas y conocidas por su voluntad de reprimir a los disidentes internos y beneficiarse de las crisis de seguridad para consolidar su poder.

Tayikistán es un ejemplo particularmente claro de los cambios internos que tuvieron lugar desde la década de 1990. En aquellos tiempos, el país estaba dividido por una guerra civil desatada entre el gobierno secular poscomunista y la oposición político-religiosa. En el verano de 1997, poco después de la toma de Kabul por parte de los talibanes, se negoció un acuerdo de paz con la mediación de Rusia y Uzbekistán. El presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon (entonces conocido como Emomali Rajmonov), no controlaba la totalidad del territorio nacional. Esto posibilitó al Movimiento Islámico de Uzbekistán, vinculado a Al Qaeda, entrenar y traficar drogas en las zonas remotas del país.

En la actualidad, Rahmon es uno de los autócratas que gobiernan desde hace más tiempo en el mundo. En las últimas dos décadas consolidó su régimen, purgó a los opositores del gobierno y, según algunos informes, está preparando el traspaso del poder a su hijo Rustam Emomali, de 33 años. El control dinástico del poder es la principal preocupación de su régimen: este objetivo político influye en cualquier decisión relacionada con Afganistán.

Desde el punto de vista político, Uzbekistán es un país más abierto hoy que en la década de 1990. Sin embargo, su actual presidente, Shavkat Mirziyoyev, se juega la reelección en octubre y busca evitar cualquier desestabilización interna que puedan causar los talibanes de Afganistán. Por ejemplo, Uzbekistán detuvo a 84 militares afganos que cruzaron la frontera el domingo.

Una historia de radicalización

Tanto Tayikistán como Uzbekistán afrontan problemas de seguridad reales. Los talibanes han ocupado casi todas las provincias de la frontera con Asia central, incluyendo las ciudades de Kundûz y Šibarġan, así como el puesto fronterizo de Sher Khan. Según algunos informes, cientos de miembros de la etnia tayika provenientes de Tayikistán y de muy diversas edades están combatiendo en alianza con los talibanes. Es probable que Rahmon esté más preocupado por los tayikos en Afganistán que desafían a su régimen que por la radicalización de los tayikos dentro de su propio país.

Aproximadamente 4.000 tayikos y uzbekos se unieron al Estado Islámico (EI) a mediados de la década de 2010, entre ellos varios oficiales de seguridad de alto rango. Después de que el EI perdiera terreno en Siria e Irak, muchos combatientes de Asia central se trasladaron a Afganistán. Pero es difícil estimar el número total de combatientes de Asia central en este país. Ambos Estados son reacios a repatriar a sus ciudadanos, ya que temen la amenaza inminente de una consolidación del Estado Islámico del Gran Jorasán (ISIS-K, por siglas en inglés) en territorio afgano. Pero eligieron enfoques diferentes. Hasta el momento, el gobierno de Rahmon no ha hecho pública su opinión sobre el movimiento, mientras que Uzbekistán ya ha tenido conversaciones directas con los talibanes. No está claro si Tayikistán establecerá relaciones con los talibanes.

El ISIS-K está dirigido por militantes paquistaníes y aspira a expandirse por Afganistán, Pakistán, Asia central e Irán. Las perspectivas de que este proyecto se fortalezca depende de muchos factores, incluida la dinámica de la guerra entre el EI y los talibanes, como así también de si esta variante afgana del EI será capaz de financiar sus operaciones y de si más centroasiáticos se radicalizarán en los próximos años.

Ha habido muchos informes sobre incidentes de tropas y refugiados afganos que escapaban a Tayikistán y Uzbekistán mientras huían de los talibanes. Estos cruces de fronteras ocurrían antes, pero con menor frecuencia y en menor escala. A pesar de tales acontecimientos, no ha habido una gran afluencia de refugiados desde Afganistán hasta Tayikistán.

Atención internacional

Los jefes de los Estados de Asia central han mostrado recientemente más interés en encontrar soluciones conjuntas a los problemas regionales. La semana pasada, los cinco líderes (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) se reunieron en el balneario turkmeno de Awaza, a orillas del Mar Caspio y presentaron una imagen de unidad. Pero las perspectivas de cooperación siguen siendo inciertas, particularmente debido a las continuas disputas fronterizas en el valle de Ferganá, que se extiende por el este de Uzbekistán, el sur de Kirguistán y el norte de Tayikistán, así como a los diferentes niveles de desarrollo económico.

Los cinco países de Asia central acaparan ahora una mayor atención geopolítica por parte de Estados Unidos, Rusia y China. El gobierno estadounidense ha estado manteniendo estrechas conversaciones con Dusambé y Taskent sobre el futuro de una cooperación en materia de seguridad y la posible instalación de un puesto de avanzada para operaciones en Afganistán. Rusia está realizando maniobras de entrenamiento militar con Uzbekistán y Tayikistán. Según algunos informes, China posee una instalación militar en el territorio de Tayikistán. Otros actores internacionales también están interesados en brindar apoyo para una respuesta militar más efectiva a posibles incursiones fronterizas desde Afganistán.

Esta mayor atención internacional que generan países como Tayikistán y Uzbekistán les da una nueva oportunidad de aprovechar el interés externo para consolidar aún más el control interno y, en el caso de Tayikistán, lograr el traspaso de poder de padre a hijo. Es probable que Rahmon construya una imagen de Afganistán como enemigo externo y, por estos motivos, amplíe la acusación a los adversarios internos, acusándolos de radicalismo religioso. También puede utilizar asistencia militar y de seguridad externa, incluso occidental, para fortalecer su aparato de coerción interno.

Hoy, el mismísimo organismo estatal encargado de proteger a la nación, el Comité Estatal de Seguridad Nacional de Tayikistán, que a menudo recibió apoyo occidental, está también involucrado en la represión de los disidentes políticos en el país y en violaciones a los derechos humanos. Pero hay voces independientes en los países de Asia central que señalan que solo el bienestar de sus ciudadanos puede evitar una mayor radicalización.

Una oportunidad para reprimir a disidentes

Kazajistán y Uzbekistán poseen más recursos y una mayor voluntad política para sacar a la población de la pobreza y ampliar las oportunidades de educación. El gobierno de Tayikistán no comparte esta visión. Los tayikos residentes en el extranjero envían 2.500 millones de dólares en remesas, o sea, más de un tercio del PIB del país, lo que convierte a esta economía en una de las más dependientes de los emigrantes en todo el mundo. A lo largo de su presidencia, Rahmon hizo poco para revertir esta tendencia.

Otro desafío que enfrenta la región es el aumento del tráfico de drogas que, por lo general, corrompe a los funcionarios de seguridad y alimenta el crimen organizado. El aumento de la inestabilidad en Afganistán puede tener como resultado una mayor exportación de opiáceos, incluso a través de las comarcas de Asia central. Se ha informado profusamente sobre el involucramiento de organismos estatales de Tayikistán en el tráfico de drogas. Años de apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea a los esfuerzos antinarcóticos en Tayikistán pueden haber profundizado sus tendencias autocráticas.

En síntesis: los países de Asia central pueden tener el potencial de contribuir a la estabilidad en Afganistán, pero los gobiernos de la región ven una nueva oportunidad en la crisis que se está desatando. Los gobernantes pueden utilizar la mayor atención internacional a los acontecimientos que tienen lugar en Afganistán como pretexto para reprimir a los opositores en sus respectivos países.

 

Traducción: Carlos Díaz Roca

Fuente: IPS Journal


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