Opinión
febrero 2022

Los «pecados originales» de la guerra en Ucrania

El 24 de febrero de 2022, el ejército ruso invadió Ucrania. Las relaciones internacionales nunca volverán a ser las mismas. Mientras que los militares rusos tienen como objetivo todo el territorio de Ucrania, su objetivo político sigue sin estar claro.

<p>Los «pecados originales» de la guerra en Ucrania</p>

¿Cuál es el objetivo político de la invasión rusa de Ucrania? Los largos preparativos militares y la magnitud de las operaciones dejan claro que los objetivos de Rusia no se limitan a las dos «repúblicas secesionistas» de Donetsk y Lugansk. Para entender lo que Rusia pretende conseguir con esta invasión, hay que remontarse al discurso de Putin del 21 de febrero, en el que negó el derecho de Ucrania a la soberanía estatal. El chauvinismo de la gran Rusia de Vladímir Putin es evidente en su «reconstrucción histórica». Sabine Dullin, profesora de historia contemporánea en Sciences Po, señaló con acierto la proximidad de su enfoque con el de Alexander Solzhenitsyn. En 1990, Solzhenitsyn escribió Cómo reorganizar Rusia. «En este libro, Rusia es Ucrania, la parte occidental de Kazajistán, que es más bien rusófona, Bielorrusia y Rusia. Todo lo demás no es realmente el corazón de la nación rusa», explicó. Putin está cerca de Solzhenitsyn en este sentido.

El fin de la invasión es, por lo tanto, provocar un cambio de régimen mediante una invasión militar y someter a Ucrania al dominio ruso.

Las relaciones internacionales nunca volverán a ser las mismas. Las operaciones militares rusas no son comparables a las de 2014, cuando Rusia anexó Crimea y creó un estado de guerra permanente en Donbas. Tampoco podemos comparar la actual invasión con la guerra ruso-georgiana de 2008, cuando los militares rusos podrían haber avanzado hasta Tiflis y derrocar a Mijaíl Saakashvili, pero no hicieron. Hoy, la invasión rusa de Ucrania tiene como objetivo la dominación total. Es comparable a la invasión estadounidense de Irak en 2003, con resultados catastróficos.

Para analizar la crisis actual, es necesario distinguir entre dos niveles de conflicto: las relaciones ruso-estadounidenses y las ruso-ucranianas. El actual conflicto en Ucrania es el resultado de dos «pecados originales». El primero es la decisión de Estados Unidos, bajo la presidencia del demócrata Bill Clinton en 1993, de no solo de preservar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) -una alianza militar formada para oponerse a la Unión Soviética- sino también de ampliarla hacia el este. Otras alternativas, como el desmantelamiento de la OTAN y la búsqueda de una arquitectura de seguridad común en Europa que incluyera a Rusia, fueron ignoradas. En algún momento, esta interminable expansión militar hacia el este iba a encontrarse con la resistencia rusa. ¿Y por qué ahora? Porque Rusia se siente segura después de sus masivas reformas militares desde 2008, sus «exitosas» campañas militares en Chechenia, Georgia, Siria, Libia y otros lugares, pero también porque Rusia, con su millón de soldados, tiene un poder militar dominante en el escenario europeo.

En cierta medida, este conflicto es el de una gran potencia que se dirige de igual a igual a otra gran potencia: cuando Putin hizo sus demandas del 17 de diciembre de 2021 para devolver a la OTAN a sus posiciones de 1997, no fue a Kiev o a Bruselas, sino a Washington. Putin se dirigió a Joe Biden en el mismo lenguaje de potencia hegemónica: hacer retroceder las fronteras geopolíticas de Europa del Este, simplemente porque Rusia tiene ahora los medios para hacerlo, algo así como el comportamiento de Estados Unidos en la década de 1990.

Pero hay otro nivel de análisis, el de las relaciones ruso-ucranianas, y aquí el segundo «pecado original» lo cometió Rusia en 2014 en el contexto de la revolución Euromaidán. Ucrania es un Estado grande pero frágil. Su composición interna -una gran población rusoparlante en el este y sur, y una población prooccidental en Galitzia-, pero también su situación geopolítica entre Rusia, por un lado, y la OTAN y la Unión Europea, por otro, llevaron a Ucrania a hacer equilibrios. Ya vimos este acto de equilibrio en 2004, cuando tras la «Revolución Naranja» el candidato prorruso, Víctor Yanukovich, volvió al poder. Incluso después del Euromaidán, la posibilidad de recrear el equilibrio entre Rusia y Occidente era real. Pero esa posibilidad fue truncada por la anexión rusa de Crimea y la guerra en el Donbas. Después de 2014, ningún líder ucraniano podía comprometerse con Rusia, y mucho menos expresar posiciones prorrusas. Las iniciativas rusas empujaron a Ucrania hacia Occidente, y su política interna hacia un nacionalismo antirruso.

La invasión a la que asistimos hoy va a consolidar la identidad ucraniana en términos nacionalistas, marcando la ruptura definitiva entre las identidades ucraniana y rusa. Se trata de un doloroso proceso que comenzó en 2014 y que desgarrará el tejido social no solo de Ucrania, sino también de Rusia.

La inseguridad europea

Queda por ver si Putin logrará obtener lo que quiere de Ucrania mediante esta invasión militar. Sin embargo, en cuanto a sus relaciones con Estados Unidos, la OTAN y Europa, va a ser un desastre. La crisis ucraniana de los últimos meses ha puesto de manifiesto un «Occidente» muy dividido: por un lado, unos Estados Unidos preocupados por otros asusntos -en la región del Pacífico y con problemas políticos internos- y no dispuestos a enfrentarse a Rusia en Ucrania. El presidente estadounidense Biden, que predijo en más de una ocasión la próxima invasión rusa, había dejado claro que Estados Unidos no enviaría sus tropas para defender a Ucrania. En Europa, algunos de los vecinos de Rusia, como Polonia y los países bálticos, que temen la reaparición de Rusia, adoptaron tradicionalmente una línea dura frente a Moscú. Pero los principales Estados de la Unión Europea, como Alemania, Francia e Italia, buscaron la normalidad en las relaciones y resolver los problemas de seguridad de Rusia por medio de la diplomacia. Esta tercera vía ha sido derrotada.

La invasión militar rusa del 24 de febrero marca el fin de los esfuerzos de Emmanuel Macron y Olaf Scholz. Rusia, tras consolidar el nacionalismo ucraniano, consolidará la OTAN en sus fronteras. Después de haber alcanzado un mínimo histórico de 70.000 soldados, Estados Unidos podría volver a desplegar nuevas fuerzas militares en Europa. Los países de la Unión Europea, por miedo a Rusia, van a aumentar sus gastos militares. Aunque el conflicto actual podría hacer subir los precios del petróleo y el gas, los países europeos buscarán alternativas a la energía rusa. Occidente va a imponer duras sanciones económicas y financieras a Rusia. Si Moscú, con sus más de 600.000 millones de reservas, puede soportar la presión financiera, no nos hagamos ilusiones sobre el impacto catastrófico de la guerra y las sanciones en la economía mundial, gravemente perjudicada tras dos años de pandemia.

Pero Ucrania y el pueblo ucraniano son los que más van a sufrir. Ucrania es uno de los países de Europa con una historia más trágica, que ha debido sufrir enormemente a lo largo de su historia. Nació como estado independiente bajo los horrores de la Primera Guerra Mundial, que fue seguida por la guerra civil rusa que con sus millones de vidas segadas. Durante la colectivización forzosa de la tierra llevada a cabo por Stalin en 1932-1933, Ucrania sufrió una hambruna masiva, conocida como el Holodomor, que provocó la muerte por hambre de entre 7 y 10 millones de personas. Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas de ocupación nazis utilizaron a millones de ucranianos como esclavos, exterminaron a los judíos ucranianos y a otras minorías, mientras que algunas de las batallas más encarnizadas entre las fuerzas de ocupación alemanas y las tropas soviéticas tuvieron lugar en esta región. Las pérdidas ucranianas durante la Segunda Guerra Mundial ascendieron a entre 5 y 7 millones de personas. El colapso de la Unión Soviética también fue muy doloroso para Ucrania; un indicador resume su inmenso sufrimiento: la población ucraniana pasó de 52 millones en el momento del derrumbe de la URSS en 1991 a 43 millones en la actualidad. Hoy, Ucrania es, de nuevo, víctima.

Rusia puede tener una legítima preocupación por la seguridad ante la OTAN. Pero, ¿hay alguna ley en la tierra que niegue a Ucrania y a los ucranianos su legítimo derecho a la seguridad, la dignidad y la independencia?


Nota: La versión original de este artículo en francés se publicó en la revista A l'encontre el 24/2/2022 con el título «Le long hiver qui s’annonce: la Russie envahit l’Ukraine» y está disponible aquí. Traducción: Sin permiso.



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