Tribuna global
NUSO Nº 310 / Marzo - Abril 2024

La izquierda israelí en una encrucijada histórica Entrevista a Sally Abed, Yael Berda y Eli Cook

La izquierda israelí en una encrucijada histórica  Entrevista a Sally Abed, Yael Berda y Eli Cook

Tras más de dos meses de intensos bombardeos, la guerra de Israel en Gaza sigue cobrando un terrible precio en vidas humanas. Al momento de esta entrevista, las fuerzas israelíes han matado a unos 20.000 palestinos, en su mayoría civiles1. Según la Organización de las Naciones Unidas (onu), aproximadamente 1,8 millones de personas, 80% de la población de Gaza, han sido desplazadas internamente desde que comenzó la guerra. Dentro de Israel predomina una atmósfera de tensión, miedo e ira. Enormes carteles y banderas colocados en los edificios anuncian: «Juntos ganaremos». Tanto civiles como soldados uniformados caminan por las calles armados con M-16. Sin embargo, ha comenzado también a cocerse a fuego lento el descontento hacia la forma en que el gobierno lleva adelante la guerra. Hamás y otras facciones palestinas siguen manteniendo como rehenes a por lo menos 120 israelíes, pero el gobierno de Benjamin Netanyahu a menudo se refiere a su devolución como algo secundario en el orden de prioridades. En este contexto, y pese a la creciente represión, los militantes de izquierda israelíes y los activistas antiocupación han comenzado a regresar a las calles. Su exigencia: un alto el fuego y un acuerdo para liberar a todos los rehenes. En esta entrevista, tres pensadores y activistas de izquierda hablan sobre los desafíos que enfrenta la izquierda israelí en este momento. Sally Abed es miembro de la dirección nacional de Standing Together, el movimiento de base judío-árabe más grande de Israel. Es copresentadora de Groundwork, una serie de podcasts sobre palestinos y judíos que se niegan a aceptar el statu quo y trabajan para cambiarlo. Yael Berda es profesora asociada de Sociología y Antropología en la Universidad Hebrea. Eli Cook es profesor asociado de Historia en la Universidad de Haifa.

¿Cómo han cambiado las cosas para la izquierda israelí desde el 7 de octubre? ¿Cómo ha cambiado el mapa político?

Yael Berda: Hoy [3 de diciembre] habrá una pequeña protesta frente al Kirya [el cuartel general del Estado Mayor del ejército israelí], bajo el lema «Paren la guerra». Llevo por lo menos un mes queriendo que pase esto. Al principio fue difícil tomar coraje para hacerlo, después fue difícil encontrar socios. Espero que sean 20, quizás 30 personas. Será una gran victoria por varias razones. Una es que se tomaron medidas muy represivas que comenzaron inmediatamente después del 7 de octubre contra [el activista de izquierda y profesor de Educación Cívica] Meir Baruchin. Estuvo cuatro días detenido. Fue maltratado y acusado de traición por haber expuesto fotos de niños gazatíes. Parecía que la gente de izquierda no podía expresar su pena o dolor por las personas (civiles) de Gaza. Eso ha cambiado en las últimas dos semanas. Se te permite expresar dolor, sí, pero no puedes estar en contra de la guerra. Estuve hablando con un muy buen amigo y compañero activista sobre una protesta. Le dije: «¿Y qué si nos arrestan o si nos atacan los grupos de derecha? Hemos hecho esto antes. Sabemos cómo manejarlo». Y me respondió: «Lo que resulta muy duro para mí es que todos me vean como un chiflado». El sentirse tan solo, tan raro, tan incomprendido y tan fuera de la ley, esto, para mí, es en efecto nuevo. Hoy tenemos un gobierno autoritario. La dificultad material es real. Pero también está sucediendo algo en la cabeza de la gente. No pueden soportar la presión social.

Sally Abed: Standing Together organiza mítines en todo el país cada tres a cinco días. Estamos movilizando gente. Estamos intentando encontrar un vacío legal para poder protestar de forma segura; estamos literalmente alquilando salones de fiestas para nuestros mítines. Judíos de izquierda han venido a mí gritando y diciendo: «Gracias por hacernos sentir que somos visibles». En Israel vivimos una gran oscuridad. Realmente se siente como si estuviéramos peleando por el alma de la sociedad. Como palestina socialista en Israel, si me hubieras preguntado hace dos meses cuál era mi estrategia para construir una nueva izquierda en Israel en los siguientes tres años, te habría dicho que estaba trabajando sobre cuestiones de justicia social y cuestiones económicas, e intentando llegar realmente a las periferias. Eso ha cambiado totalmente. La nueva izquierda israelí que necesitamos construir desde las cenizas tiene una misión completamente nueva. El 7 de octubre es una encrucijada histórica en la que la cuestión principal será si habrá paz o no. No creo que «paz» vaya a ser la palabra, pero las próximas elecciones se centrarán en esta cuestión, que ha estado ausente en los últimos años.

Eli Cook: A principios de este año estuve en las grandes protestas que se hicieron en Kaplan [la calle de Tel Aviv que se convirtió en sinónimo de las manifestaciones contra el plan de reforma judicial de Netanyahu] casi todas las semanas. Fueron protestas que no salían de un marco neoliberal, bastante conservadoras u orientadas al statu quo. Pero pude ir todas las semanas con mi camiseta antiocupación y marchar. Nunca me molestaron por eso. Pensábamos: «Si bien somos una legítima minoría, somos parte del grupo». Pero claramente estoy de acuerdo con Yael en que esto dejó de ser así. Desde que terminó el último alto el fuego, a finales de noviembre, ha habido un leve cambio, y ahora se puede reconocer, al menos un poco, el sufrimiento en Gaza. Pero es muy duro. Diré, sin embargo, que las protestas para liberar a los rehenes han dado a los israelíes de izquierda una manera de decir: «Basta de guerra», o «Alto el fuego», o «Busquemos otra manera de hablar sobre la erradicación de Hamás sin que sea necesario eliminar la mitad de Gaza», sin dejar de decir: «Traigamos a los israelíes a casa», en lo cual también creo firmemente. Para mí, al menos, ha habido un lugar donde puedo ir a escuchar a personas que ni siquiera son de izquierda decir: «Todos por todos», o sea, hacer un intercambio completo de rehenes y simplemente poner fin a esta parte de la contienda. Muchas encuestas muestran que los israelíes se han corrido a la derecha. Pero esas mismas encuestas mostraban que Bibi [el primer ministro Benjamin Netanyahu] está acabado y que la mayoría de la gente va a votar por Benny Gantz. No estoy diciendo que Gantz sea un izquierdista radical, pero sí creo que está pasando algo.

Simultáneamente ha habido un gran retroceso. Cuando Israel se «retiró» de la Franja de Gaza [en 2005], la izquierda más consecuente siempre dijo que no podía ser una retirada unilateral, que tenía que haber algún tipo de negociación con la Autoridad Palestina ya que, de lo contrario, crearía simplemente una situación que fortalecería a Hamás y perjudicaría a los moderados. Y eso es exactamente lo que ha sucedido. Sin embargo, el relato israelí predominante se ha convertido en: «¿Qué quieren de nosotros? Nos fuimos de Gaza y, aun así, hicieron esto».

Quisiera preguntar por las protestas para que liberen a los rehenes. Desde lejos, suelen aparecer como la única representación que mucha gente ve de los disidentes en Israel sobre cómo se está llevando a cabo la guerra. ¿Hasta qué punto creen que el resto de la sociedad israelí entiende el carácter de suma cero de los objetivos de la guerra, que bombardear y destruir totalmente Gaza y devolver al resto de los rehenes son objetivos mutuamente excluyentes? ¿Es esa una línea potencial de disidencia que podría ser efectiva? ¿O los llamamientos a la guerra son demasiado fuertes?

YB: Vemos gente que sale a protestar. Como gente de izquierda, es lo único positivo que vemos. Tenemos que capitalizar eso. El gobierno no tiene ningún plan para devolver a su hogar a los rehenes sin un alto el fuego. No tiene un plan que implique preocupación por la seguridad de los rehenes o de todos los israelíes. Las protestas por los rehenes son realizadas por personas que están «a favor de la vida» frente a personas que están «a favor de la muerte». Pero el gobierno sí tiene un plan, que es el «plan decisivo» del ministro de Finanzas Bezalel Smotrich [que implica la anexión de Cisjordania y Gaza y la expulsión de los palestinos que se resistan]. Y tiene un plan para construir asentamientos en Gaza. Ese es el único plan que se propone.

EC: Tal vez sea demasiado optimista, pero no estoy seguro de que, finalmente, el plan sea tener asentamientos en Gaza. En un sentido estratégico, no hay ningún plan. Quienes toman estas decisiones son políticos. Todo es muy superficial y cínico. Creo que el objetivo de Netanyahu es capturar a Yahya Sinwar [el jefe de Hamás en Gaza] y tener su «momento Saddam Hussein». Netanyahu hará cualquier cosa por ese momento, cueste lo que cueste.

Sobre los rehenes: parece como si los israelíes hubieran logrado separar dos partes de su cerebro. Quieren bombardear todas esas diferentes zonas de Gaza, pero también quieren devolver a los rehenes a su hogar. Esa desconexión es desconcertante. También hemos oído que la oferta de Hamás de un alto el fuego estuvo sobre la mesa desde mediados de octubre. Pero el discurso en Israel es que Hamás nunca habría entregado a las mujeres y a los niños si Israel no hubiera hecho lo que hizo en el norte de Gaza. Probablemente mucha gente crea que eso es cierto. Pero los periodistas serios dicen que no fue así.

SA: El relato oficial es que, debido a las bajas, la sociedad civil de Gaza acabará convenciendo a Hamás para que se rinda. Piensen en lo distorsionado que es este modo de pensar. En Israel somos parte de una opinión pública que ha estado protestando durante diez meses, bajo un régimen en el que existe una gran libertad de expresión y asociación, y todavía no logramos remover al gobierno. Entonces, la idea de que la gente puede derrocar a Hamás porque Israel los está bombardeando... ¿en qué mundo sucede eso? Sin embargo, así es como los funcionarios israelíes están justificando la muerte de civiles.

YB: Durante décadas, Israel ha llevado adelante un proceso muy sistemático de ingeniería de la opinión pública para que los palestinos sean vistos como infrahumanos. Gracias a las redes sociales, no puedes escapar completamente de la realidad de lo que está sucediendo en Gaza, pero el público israelí está escasamente expuesto a las atrocidades que se están cometiendo. En el Canal 14 [algo así como Fox News], que ahora es el segundo canal en audiencia, se ven contadores de «terroristas» muertos, y eso incluye todas las víctimas: todos los niños y todas las mujeres.Como gente de izquierda, estamos luchando contra esta gran maquinaria. Ni siquiera se trata de noticias falsas, sino de cómo el público percibe todo este asunto, que está tan lejos de la realidad para los palestinos y tan lejos de nuestros intereses como israelíes. Se necesitará mucho trabajo para cambiar este paradigma. Es muy desalentador para mí, pero mi mecanismo de supervivencia es preguntarme: «¿Cómo cambiamos eso?». Porque no puedo aceptarlo. Necesitamos entender cómo podemos superar la necesidad de apelar a la moral de la opinión pública israelí y, al mismo tiempo, cómo podemos comprender su estado emocional. Pero también es muy difícil dar a la gente una información completamente diferente, una percepción diferente de la vida, de nuestra realidad.

Hay una discusión en la izquierda internacional que es más o menos así: la izquierda israelí es marginal. La sociedad israelí se ha militarizado tanto y se ha vuelto tan indiferente al dolor palestino que no tiene sentido, estratégicamente, el diálogo con la izquierda israelí. Pero me parece, al menos a mí, que si va a haber algún cambio dentro de Israel, será necesario que personas como ustedes se organicen y cambien la opinión pública. Ahora bien, ¿qué sucede si la izquierda en el extranjero descarta totalmente a la izquierda en Israel?

SA: Mucha gente pro-Israel está diciendo que «el problema son los progresistas», lo cual es bastante increíble. Eso encaja perfectamente en los discursos de la derecha. Veo sus efectos en el mundo académico israelí, como la idea de que el poscolonialismo es ahora antisemita. Hay académicos israelíes que dicen que han «despertado» de la teoría poscolonial y que ya no van a utilizarla. Este tipo de «despertar» está ocurriendo en todas partes. Para mí, la pregunta clave es: ¿podemos cambiar esto? ¿Es posible? ¿O se ha ido demasiado lejos? Uno de los problemas de la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (bds)2 es que supone que la sociedad israelí no puede cambiar. Y al suponer que no puede cambiar, ya no se producen conversaciones importantes entre israelíes y palestinos. La situación empeora.

Sin embargo, ¿por qué la gente dedica tanto tiempo a lo que dice la izquierda internacional? Tenemos que detener una guerra, salvar gente, salvar al país de una reforma autoritaria, de una aniquilación total de los servicios sociales. Tenemos trabajo que hacer. Lo último que debo hacer con mi tiempo es sentarme y pelearme con algún idiota que está lejos. ¿Qué te juegas en esto? ¿Quieres que la gente viva o quieres que la gente muera? ¿Qué permite garantizar la vida? ¿Qué es lo que legitima más muerte? ¿Qué es lo que está creando una polarización de la que no podemos salir? Tenemos muchas cosas que hacer; es imposible atender todos los frentes.

EC: No creo que Israel sea especialmente patológico. Pero soy muy crítico de la incapacidad de los israelíes de ver el otro lado. En lo político, trato de presentar a los israelíes argumentos pragmáticos en lugar de argumentos moralizantes. Uno de los puntos realmente cruciales que he estado tratando de enfatizar es que el rumbo que ha tomado Israel, con una enorme cantidad de víctimas civiles, le está haciendo el juego a Hamás. Es, incluso en el nivel más práctico, una política errada. Creo también que, en los últimos años, la izquierda israelí no se ha entendido con gran parte de la izquierda estadounidense. Podía tuitear algo como: «La ocupación debe terminar», y toda esa gente en Estados Unidos podía decir cosas como: «Sí, la ocupación debe terminar», pero no me daba cuenta de que cuando hablan de ocupación, se refieren a todo, y yo estaba hablando de abandonar los asentamientos en Cisjordania. Creo que eso es un desafío.

Yael sugirió que «atacar al progresismo» le hace el juego a la derecha, y en eso concuerdo totalmente. Pero también estamos viendo cómo la opinión pública israelí ha absorbido las imágenes proyectadas por la izquierda radical de todo el mundo. Esas imágenes le causan un verdadero daño a la izquierda israelí. La derecha dice: «¿Ves? No hablan de paz, no hablan de convivir. Dicen ‘Del río al mar’»3. Creo que cuando ven banderas palestinas y solamente banderas palestinas, dicen: «Ah, esto no es más que nacionalismo. Es una guerra entre mi bandera y la tuya».

Obviamente, no son todos. Pero sí espero que, después de que termine esta guerra, llegue un momento en el que tengamos un debate realmente profundo con la izquierda estadounidense sobre cuáles son exactamente nuestros objetivos para el futuro. Hay veces que siento que hay una línea difusa entre Israel y la ocupación. Esta línea difusa es algo en lo que la derecha israelí ha trabajado durante muchos años: su argumento es que no hay diferencia entre el colono de un puesto de avanzada al sur de Hebrón [en la Cisjordania ocupada] que ataca a los palestinos y quema sus olivares y el judío israelí de izquierda de Haifa que envía a su hijo a una escuela bilingüe. Doy clases en la Universidad de Haifa y no es perfecta; hay un montón de mierda dentro de la Línea Verde4. Pero hay una gran diferencia entre eso y lo que sucede en los territorios ocupados.

SA: Ya estamos teniendo conversaciones. No sé si es suficiente. He realizado por lo menos cinco sesiones informativas para más de 40 organizaciones diferentes en eeuu, incluidas personas de Black Lives Matter, Sunrise e IfNotNow.

El movimiento de liberación palestino está tratando de decirnos algo muy importante. Y jamás desacreditaría ni juzgaría lo que está pasando allí. La ira es muy real. El trauma colectivo es muy real. La mayoría de mis disputas son en realidad con personas de la diáspora palestina que viven en estas fantasías teorizadas de liberación.

La liberación palestina ha sido gravemente desacreditada, deslegitimada y silenciada por décadas. Necesitamos entender que esta explosión de popularidad actual tiene relación con eso. Así y todo, ¿qué están intentando hacer realmente? Quiero ser honesta, pero no podemos darnos el lujo de solo ser honestos. Quiero estar tan enojada como realmente lo estoy, públicamente. Pero no tenemos el privilegio de hacerlo.

La gente me pregunta: ¿qué pasa con los refugiados? ¿Qué pasa con la justicia histórica? Como palestina en Israel, tengo la responsabilidad de la liberación colectiva de los palestinos. Y creo que esto debería llevarnos a un alto el fuego orientado a encontrar soluciones. Necesitamos poner fin a la opresión violenta como tarea inmediata. Pero un refugiado en Michigan realmente me llegó al alma. Dijo: «Nunca entablaré una conversación sobre la paz con los israelíes si no resolvemos la cuestión del derecho a retornar». No expresé enojo con él, porque entiendo de dónde viene. Ahora bien, ¿qué dicen ahora mismo los niños de Gaza? ¿Crees que ese es su mensaje urgente?

Nuestra misión debe ser generar voluntad política. Y para ello es necesario comprender y reconocer el papel fundamental de la sociedad israelí. Por propio interés. Además de reconocer el diferencial de poder. Sin generar voluntad política dentro de la sociedad israelí, no habrá liberación. No habrá paz. Entonces, ¿cuál es tu mensaje? ¿A quién intentas convencer? ¿Cuál es tu audiencia y cuál es tu misión?

YB: Trabajé con A Land for All [que propone un modelo de confederación de dos Estados] durante muchos años. El derecho a retornar es un factor muy importante. Preguntaste: ¿crees que el niño de Gaza piensa en estas cosas? Por supuesto, lo sabes mejor que yo. Y es cierto que, para la mayoría de los israelíes, el derecho a retornar, «del río al mar», es una imagen de aniquilación total. Pero en realidad existen múltiples significados. Por ejemplo, que todos podemos tener democracia y vivir aquí.

SA: Pero no tenemos el privilegio de mantener conversaciones complejas en este momento. Como activistas comunitarios, no tenemos ese privilegio.

YB: Solo estoy diciendo que no olvidemos que hay personas que intentan hacer que los demás tengan más miedo del que ya tienen: aquellos que se movilizan constantemente una y otra vez por el 7 de octubre y todos los horrores, para asegurarse de que nadie pueda creer en la humanidad. Tenemos que darnos cuenta y desafiarlo. No se trata de dar sermones morales, sino de estar dispuestos a ser críticos. Necesitamos la crítica y también la compasión.

SA: Experimento esto todos los días. Es posible, pero es muy complejo. El activismo es muy diferente al discurso público.

YB: Sí. Estoy tratando de hablar sobre el derecho a retornar y de decirle a la gente que la Franja de Gaza fue creada en 1948; es una creación de la Nakba. Que la gente allí habla del derecho a retornar como parte de un discurso. ¿Qué significa esto? ¿Significa que habrá una guerra eterna? ¿O existe la posibilidad de abordar esto? ¿Podemos imaginar una vida diferente? ¿Podemos imaginar cómo piensan otras personas? La gente en Israel te dirá: «Mi corazón está cerrado. No tengo empatía. No puedo escuchar». Y lo dicen en serio. Sus corazones están realmente cerrados. Realmente no pueden escuchar. Pero entonces la cuestión es cómo decirles algo que les transmita: antes que nada, estás a salvo. Algo que la izquierda internacional no está interesada en decirles a los israelíes.

SA: Siempre digo que la liberación palestina requiere seguridad de los judíos, y viceversa. Y se lo digo a ambas partes. ¿Eres pro-Israel? Es necesario liberar a los palestinos. ¿Eres pro-Palestina? Es necesario hablar sobre la seguridad de los judíos. Excede en mucho a los rehenes. Es un cambio de concepción mucho mayor. Es una ecuación muy simple y la repito como loca. Es la base de la nueva izquierda que necesita surgir. Cuando se habla de paz y de poner fin a la ocupación, se relaciona con ese interés y esa necesidad existenciales y profundos.

¿Cómo se llevan a la práctica política conversaciones como las que estamos teniendo? Como hemos mencionado, las próximas elecciones no serán simplemente un voto de «Bibi [Netanyahu] sí» o «Bibi no». Al mismo tiempo, el discurso público parece haberse corrido mucho a la derecha; sin embargo, también hay momentos en los que pueden escucharse comentarios sorprendentes de presentadores de noticias y analistas que dicen: «Es necesario que esto tenga una solución política, el statu quo no puede continuar». Tal vez haya algunos rayos de luz, pero al mismo tiempo hay muy poca organización formalizada en este momento. El Partido Laborista y Meretz son funcionalmente inexistentes; Jadash5 está haciendo un trabajo importante y todavía tiene representantes, y tal vez la Lista Conjunta [una alianza de cuatro partidos de mayoría árabe] pueda resucitar nuevamente. Sin embargo, esto no agrega mucho. ¿Cómo abordan la falta de opciones políticas cuando es tan grande la necesidad de que algo cambie? ¿Es esta la última oportunidad para demostrarles a los israelíes en general que el paradigma de gestión de la ocupación no puede continuar?

EC: Mucha gente está de acuerdo en que ya no se puede manejar el conflicto como se lo hacía. Se ha criticado mucho a Netanyahu y su decisión a lo largo de toda su carrera política de apoyar a Hamás, de apuntalarlo e impedir que haya una Autoridad Palestina viable que pueda alcanzar una solución de dos Estados. Por horrible que sea decirlo, supongo que las posibilidades de que surja algún tipo de solución ahora son mayores que el 6 de octubre. Antes de eso, los israelíes creían: «Podemos seguir así para siempre. Simplemente manejaremos la ocupación. Realmente no estamos pagando ningún precio por ello». Pero se necesitará gente que tenga la suficiente valentía política para levantarse y presionar para lograr ese compromiso. Si me hubieran dicho antes del 7 de octubre que sucedería algo tan horrible como esto, habría esperado una guerra civil entre judíos y palestinos israelíes. Si bien ha habido represión, eso no ha sucedido. Incluso en la televisión masiva, se entiende que Hamás iba a por todos, que no solamente estaban tratando de matar judíos. Algunos han comenzado a decir que tal vez necesitemos deshacernos de la ley del Estado-Nación [que afianzó la definición de Israel como un Estado exclusivamente judío]. [El político árabe-israelí] Mansour Abbas es apreciado ahora en ciertos círculos israelíes. Es una señal de que podemos construir una coalición. Las cosas no van a ser como antes. Va a haber un vacío para una alternativa política y debemos llenar ese vacío con esperanza e ideas constructivas. También necesitamos realmente que Donald Trump no gane las elecciones de 2024.

YB: Algo que escuché de muchos jóvenes incluso antes del 7 de octubre, durante las protestas contra la reforma judicial, fue que tienen que ingresar en la administración pública, ser parte del gobierno y de la elaboración de políticas. Que quedarse quieto y odiar lo que está sucediendo y guardar silencio al respecto, como muchos lo hicieron durante los últimos 20 años, no va a funcionar. Estábamos viendo, en cierto modo, la radicalización de los militares, la radicalización de la administración pública. La gente se ha dado cuenta de cosas sobre la ocupación en Cisjordania que antes ignoraba.

Algunos días me despierto por la mañana y pienso: «¿Cómo podría conseguir un trabajo en eeuu y sacar a mis hijos de este infierno?». Y al día siguiente me despierto y pienso: «¿Debería meterme en política? ¿Alguien escucharía lo que tengo para decir?». Mil cosas me ligan a este lugar. Pero hay otras personas que no sienten lo mismo. Hemos visto una fuga en la izquierda; debemos encontrar una manera de retener a la gente, y la única forma de hacerlo es con esperanza.

La asociación judío-árabe es un buen modelo en este momento, aunque esté condicionada, aunque esté despolitizada, aunque no sea socialista. Creo que nos permitirá modelar la izquierda que queremos. Nos abrirá el espacio para no quedarnos al margen. Y cuando digo «nosotros», me refiero a la izquierda socialista, progresista, judía y palestina, que habla de paz, de la ocupación, de la justicia social y el bienestar. Es muy importante que uno o dos partidos socialistas fuertes presenten una agenda de reconstrucción a favor de la seguridad y la vida. Va a llevar mucho tiempo. Creo que todos nos sentimos muy solos. Al mismo tiempo, me parece bien que Meretz y el Partido Laborista ya no existan. No buscamos rehabilitar esas experiencias, sino construir algo nuevo.

EC: Muchos israelíes ahora entienden que Hamás pudo hacer lo que hizo porque las fuerzas de seguridad habían sido desviadas a Cisjordania para proteger a los colonos. El discurso de que los asentamientos no te brindan seguridad ha estado en el centro de la posición de la izquierda israelí desde el principio. Entonces, para mí, hay una pequeña grieta que se ha abierto y debemos aprovecharla. Los fanáticos de Cisjordania, los colonos radicalizados y la gente que quiere incendiar Oriente Medio son una enorme amenaza para todos en Israel.

¿Cuál es la posibilidad de que vuelva a haber protestas mucho más intensas si Netanyahu decide no dimitir?

EC: Sin dudas, puedo imaginar una situación, cuando la guerra termine, en la que a Netanyahu le resultará difícil salir de su casa. Hay mucha ira, especialmente de personas cuyas familias fueron asesinadas o secuestradas. Esas personas tendrán una fuerte autoridad moral.

SA: El cúmulo de odio e ira que la gente tiene hacia Netanyahu va a estallar.

YB: Ojalá fuera tan optimista como ustedes dos. Creo que están cocinando una guerra civil. Y creo que van a luchar a muerte. Ojalá me equivoque en esto; ojalá esto sea demasiado apocalíptico. Pero no estoy segura de que vayan a prevalecer los medios democráticos.

Nota: la versión original de este artículo en inglés se publicó en Dissent, invierno de 2024, con el título: «A Historic Junction: The Israeli Left after October 7». Traducción: Carlos Díaz Rocca.

  • 1.

    La cifra alcanzaba a 30.000 a fines de febrero [n. del e.].

  • 2.

    Campaña global organizada desde 2005 para incrementar la presión económica y política sobre Israel; está inspirada en las iniciativas contra el apartheid sudafricano [n. del e.].

  • 3.

    El lema se refiere geográficamente al área entre el río Jordán y el mar Mediterráneo que incluye Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza. Normalmente se combina con el eslogan «Palestina será libre» [n. del e.].

  • 4.

    Línea de demarcación que se estableció en el armisticio de 1949, firmado entre Israel y varios de los países árabes (Egipto, Siria, etc.) al finalizar la guerra árabe-israelí de 1948. [n. del e.].

  • 5.

    Acrónimo en hebreo del Frente Democrático por la Paz y la Igualdad [n. del e.].

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 310, Marzo - Abril 2024, ISSN: 0251-3552


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