Opinión

Egipto: ¿un actor olvidado en Medio Oriente?


octubre 2024

Con una sociedad más crítica hacia Israel que su gobierno, Egipto se enfrenta a la actual crisis regional atravesado por diversas facturas internas y un debilitamiento de su papel mediador en favor de Qatar.

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Turismo, pirámides, desierto, Mar Rojo: Egipto es a menudo asociado a estas palabras, pero es también una potencia política regional clave, en especial luego de los acontecimientos del 7 de octubre de 2023. Los ataques de Hamás de ese día fueron seguidos por la devastadora guerra en Gaza, la escalada de tensiones en Cisjordania y la extensión del conflicto al Líbano. Egipto ha dado un paso a escala regional y global como mediador clave en el conflicto, no solo entre Israel y diversas facciones palestinas sino también entre otros actores regionales. 

El país tiene un rol histórico como mediador, pero además tiene intereses significativos en la mediación: la guerra impacta con fuerza en el propio Egipto. El país se vio considerablemente debilitado en los primeros meses del conflicto por la disminución de ingresos provenientes del Canal de Suez a causa de los ataques hutíes a barcos comerciales en el Mar Rojo, por la reducción de la llegada de turistas y por prácticamente el cese del comercio de gas natural entre Egipto e Israel. La economía, que ya estaba en apuros, quedó casi al borde del colapso hasta que recibió la inyección de miles de millones en moneda extranjera. Por añadidura, Israel ha violado repetidamente las líneas rojas egipcias: respecto a su soberanía territorial, con sus acusaciones de complicidad por retener ayuda y con sus amenazas de desplazar a dos millones de palestinos a la península del Sinaí. En consecuencia, Egipto tiene un interés central y un rol en cuanto al conflicto y sus consecuencias regionales, elaborando cuidadosamente alianzas en esta compleja crisis geopolítica. Ahondar en el rol único de Egipto dentro de la región revela la habilidad con que juega un delicado partido de alianzas estratégicas y negociaciones cautelosas. Por eso es crucial leer entre líneas las políticas extranjeras y domésticas de Egipto post-7 de octubre.

La guerra en Gaza: ¿derrame en Egipto?

Tras los ataques del 7 de octubre, cuando sufrió una brecha sin precedentes en su seguridad, Israel lanzó una guerra en Gaza que rápidamente condujo a un derrame de conflictos armados en el Líbano y a ataques directos en Siria, Iraq, Yemen y sectores de Irán (lo que incluyó el asesinato de Ismail Haniya en Teherán). La amenaza israelí de desplazar a la población palestina desde Gaza hacia la península del Sinaí amenazó gravemente la seguridad nacional egipcia. Egipto comparte con Gaza la única frontera terrestre aparte de la de Israel, así como el único cruce de fronteras no israelí hacia Gaza. Históricamente, en comparación con otros Estados vecinos involucrados en el conflicto, tales como Jordania y el Líbano, Egipto no ha experimentado grandes desplazamientos forzados de palestinos a su territorio. Dadas las amenazas israelíes, así como la reciente conferencia sobre el reasentamiento en Gaza, que contó con la presencia de ministros israelíes como Ben Gvir, además de las experiencias históricas de desplazamiento forzado de palestinos, muchos en la región habrían percibido a Egipto como parcialmente cómplice de ese desplazamiento y de la posible reocupación de la franja por parte de Israel. El presidente egipcio Abdelfatah El-Sisi declaró ya a inicios del conflicto que el desplazamiento forzado representa una línea roja para Egipto. En consecuencia, la crisis actual ha conducido la relación egipcio-israelí a uno de sus peores momentos históricos, principalmente debido a la desconsideración de Israel de esas líneas rojas.

A través del tiempo, Egipto ha mantenido una relación de trabajo relativamente buena con Israel. El país norafricano fue el primer Estado árabe en firmar un acuerdo de paz con Israel en 1979. El presidente egipcio que negoció y firmó el tratado, Anwar el-Sadat, fue asesinado por un militante islamista dos años más tarde, un reflejo de la oposición de la sociedad al acuerdo que aún hoy, en alguna medida, se mantiene. Sin embargo, políticamente, la cooperación entre Egipto e Israel ha mejorado, en particular desde que El-Sisi llegó al poder. Esta cooperación se refleja principalmente en dos áreas. La primera es la económica, en especial en el comercio de gas natural. En 2022, Egipto exportó a Israel bienes por un valor de 248 millones de dólares, con el gas de petróleo y el amoníaco encabezando la lista, mientras que Israel exportó productos por 1.240 millones, de los cuales casi 90% correspondió a gas de petróleo. Esta cooperación prevé a Egipto como el núcleo de una red regional de gas natural, donde se licua gas israelí para exportación. La segunda área es la cooperación coordinada para la seguridad en la península del Sinaí. Esta cooperación ha mejorado a través de dos acontecimientos significativos: la decisión de Egipto en 2007 de no oponerse al bloqueo de Israel en Gaza, permitiendo cruces restringidos de bienes y personas solo en cantidades y periodos específicos, y la ayuda de Israel a Egipto para recuperar el control del Sinaí.

La península del Sinaí: el precio de la estabilidad

La península del Sinaí, que se encuentra entre Egipto continental y Gaza, era un espacio inestable hasta hace pocos años. Desprendimientos del Estado Islámico, así como otros militantes islamistas, lanzaban ataques contra las fuerzas egipcias desde la región, lo que resultó en la muerte de casi 3.000 militares y civiles egipcios. El Sinaí fue originalmente declarado zona de contención entre Egipto e Israel según los Acuerdos de Camp David de 1979, y en consecuencia fue casi totalmente desmilitarizado. Antes Israel había ocupado el Sinaí dos veces: entre 1956 y 1957, y entre 1967 y 1982. Tras el fin de la ocupación israelí, se temía que el Sinaí pudiese representar serios riesgos para la seguridad. Esto llevó al establecimiento de una Fuerza Multinacional de Paz y Observadores (MFO, por sus siglas en inglés) para monitorear la adhesión a los acuerdos y controlar la remilitarización del área. Cuando Egipto movilizó alrededor de 1.000 efectivos al norte del Sinaí luego de 2013, esto debió ser aprobado de hecho por el gobierno israelí. Más aún, hay informes de que Israel colaboró con Egipto con ataques aéreos y apoyo en inteligencia, aunque Egipto lo niega oficialmente. Sin embargo, es probable que Israel tuviera un interés significativo en la estabilización del Sinaí, ya que un vacío de poder en la región podría haber permitido la proliferación de redes de túneles en dirección a Gaza, que facilitan el contrabando pese al bloqueo.

Egipto y Hamás: maniobrar relaciones complejas

Egipto mejoró sus relaciones políticas con Hamás en 2017. Como mediador clave entre las facciones palestinas (fundamentalmente Hamás) e Israel, ha organizado repetidas rondas de negociaciones en El Cairo en momentos de aumento de la tensión militar entre Israel y Hamás o la jihad islámica. Las relaciones entre Egipto y Hamás mejoraron solo después de que esta organización se distanciara oficialmente de la Hermandad Musulmana egipcia. Hamás está relacionado con la Hermandad Musulmana, una organización que está prohibida en Egipto desde 2013 por ser considerada terrorista. El gobierno de Morsi, liderado por la Hermandad Musulmana, fue depuesto por el ejército egipcio en ese año y reemplazado por el actual presidente Abdelfatah al-Sisi. Pese a los intentos de Qatar de convertirse en el principal negociador en la crisis actual, el asesinato del principal negociador de Hamás Ismail Haniya (establecido en Qatar) reforzó la perdurable importancia de El Cairo como mediador. Egipto continúa disfrutando de una relativa confianza por parte de diversos actores regionales e internacionales, gracias a su capacidad para establecer canales de comunicación relativamente seguros y bases neutrales para la negociación.

La crisis interna 

Egipto enfrenta una importante crisis interna. La economía del país se basa principalmente en el sector de servicios, que representa alrededor de 56% del PIB. Una porción sustancial de esto proviene del Canal de Suez, que por sí mismo contribuye aproximadamente 2% del PIB. El turismo y las remesas de los egipcios que trabajan en el exterior también son componentes importantes del sector de servicios. El sector industrial, por su parte, representa alrededor de 33% del PIB e incluye la producción de petróleo y gas, productos químicos, textiles, materiales de construcción (cemento) y procesamiento de alimentos. A pesar de emplear a una gran parte de la población, el sector de la agricultura aporta solo 11% del PIB, debilitado por la escasez del agua y los métodos agrícolas obsoletos. La economía de Egipto está edificada sobre cimientos débiles: hay problemas con la competitividad del sector privado, las prácticas agrícolas no se adaptan bien a las nuevas realidades, y hay una fuerte dependencia de factores geopolíticos (el Canal de Suez, el turismo, el comercio del gas natural).

Evitando a duras penas el colapso económico, Egipto anunció una devaluación de la moneda en marzo de 2024, lo que permitió una tasa de cambio más flexible. Esto allanó el camino para obtener mayor financiamiento de instituciones internacionales, en particular del Fondo Monetario Internacional (FMI), que incrementó su préstamo a Egipto de 3.000 millones de dólares a 8.000 millones (a pesar de previos retrasos en las revisiones debido al incumplimiento de los términos por parte de Egipto). Además, Emiratos Árabes Unidos rentó tierras por una superficie equivalente a la de Liechtenstein en una ubicación mediterránea privilegiada por 35.000 millones de dólares, y llegaron fondos extranjeros adicionales desde el Banco Mundial y la Unión Europea, entre otros. Estas medidas ayudaron a Egipto a escapar apenas de un colapso económico total. Si bien ha habido mejoras en las reformas económicas, lo que incluye una privatización limitada, se mantiene el foco en los megaproyectos, lo que deja escasos fondos para la educación, el cuidado de la salud y la asistencia social, y esto afecta aún más a la ya empobrecida población egipcia. La devaluación y la reducción de los subsidios para gas, electricidad y pan también han llevado a un abrupto incremento en el costo de vida.

Tensiones políticas y restricciones

La difícil situación económica de Egipto ha intensificado las tensiones políticas y restringido aún más la vida pública. Las elecciones presidenciales de diciembre de 2023 confirmaron a El-Sisi en el poder, y los otros tres candidatos reunidos sumaron alrededor de 10% de los votos. Las elecciones parlamentarias están programadas para 2025, con una nueva ley electoral en discusión, aunque hay poco tiempo para su implementación. La sociedad civil permanece bajo presión: una nueva ley de organizaciones no gubernamentales de 2023 agilizó procedimientos para las ONG, pero también ajustó el control estatal, exigiendo la inscripción obligatoria y garantizando al Estado derechos de inspección. La libertad de expresión es limitada: muchos sitios web de noticias están bloqueados en Egipto y las protestas están severamente restringidas. Como resultado del 7 de octubre, estallaron protestas espontáneas en todo el país. En un intento por controlar la situación, el gobierno egipcio respondió organizando sus propias protestas en todo el país, designando los lugares, los horarios y los objetivos. Sin embargo, luego de que los manifestantes atacaran la tradicional plaza Tahrir, en un gesto dramático, las protestas fueron rápidamente interrumpidas y muchos manifestantes fueron arrestados. El gobierno teme que los manifestantes aprovechen la oportunidad para hacer protestas en su contra, en parte por su relación con Israel y en parte por la insatisfacción generalizada con su desempeño.

La sociedad egipcia se muestra más crítica hacia Israel y la normalización que el gobierno, lo que obliga a este a un abordaje más cauteloso. Históricamente, la causa palestina ha sido un punto de encuentro para la organización y el activismo juvenil transversalmente a las corrientes ideológicas, desde la izquierda tradicional hasta las facciones islámicas. Una encuesta de 2020 de Zogby Research Services determinó que 79% de los egipcios consideraba que resolver el conflicto israelí-palestino era importante, y 75% apoyaría interrumpir la cooperación con Israel si ese país anexara grandes porciones de Cisjordania. Este porcentaje sería aún más alto en la actualidad. Egipto tuvo que manejar un incidente sensible en mayo de 2024, cuando dos soldados egipcios fueron asesinados cerca de Rafah. El gobierno actuó rápidamente, negando rumores de que los soldados habían atacado a fuerzas israelíes en forma deliberada y aclarando que habían caído como resultado del fuego cruzado entre fuerzas palestinas e israelíes. Egipto continúa caminando por una delgada línea, equilibrando las presiones internas con la necesidad de desescalar las tensiones cuando Israel cruza las líneas rojas egipcias. Así, los dirigentes egipcios intentan evitar quedar atrapados entre la presión interna y las políticas conflictivas de los Estados de la región.

Política exterior y política de supervivencia

La elaboración de políticas en Egipto –tanto externas como internas– está principalmente impulsada por una política de supervivencia. Cercado por los conflictos, Egipto depende en gran medida de alianzas estratégicas financieras, políticas y de seguridad. Egipto e Israel han compartido una relación estratégica, pero los pasados 12 meses la han tensado de manera significativa. La decisión de Egipto de unirse a Sudáfrica en su demanda contra Israel en la Corte Internacional de Justicia vino después de una serie de acciones israelíes que atravesaron las líneas rojas egipcias. Dos de las más críticas son las acusaciones de Israel a Egipto por negligencia en la provisión de ayuda humanitaria y la toma de control por el Ejército israelí del corredor Filadelfia.

En repetidas ocasiones Israel acusó a Egipto de ser responsable por la provisión insuficiente de ayuda humanitaria para Gaza a través del único cruce no israelí a la Franja. Este argumento ayudó a desviar los reclamos para que Israel permitiera el paso de más ayuda a través de sus estrictos controles. La tensión se intensificó, lo que llevó a que el presidente Al-Sisi declarara en noviembre: «Les digo a todos los egipcios y a la gente de todo el mundo que el cruce de Rafah nunca estuvo cerrado y que jamás estará cerrado para el ingreso de ayuda a la Franja de Gaza». Aunque Egipto desestimó los reclamos, Israel declaró ante la Corte Internacional de Justicia que Egipto era el principal responsable de la provisión insuficiente y tardía de ayuda. Las estrictas condiciones israelíes para que la ayuda ingresara en la Franja a través del cruce de Kerem Shalom antes de dirigirse a Rafah causaron retrasos, a punto tal de producir el deterioro de la ayuda. La segunda línea roja que se cruzó fue la toma de control por parte de Israel del cruce de Rafah y del corredor Filadelfia en mayo de 2024. El corredor es una zona de contención entre Gaza y Egipto. Con el control israelí del corredor y del último cruce no israelí, el ingreso de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza se ha vuelto extremadamente difícil, lento e inadecuado debido al aumento de obstáculos por parte de Israel. Luego de la toma de control del cruce de Rafah, Israel acusó a Egipto de negarse a enviar ayuda como una forma de protesta, algo negado por el el gobierno egipcio. Israel se propuso, por un lado, ajustar el lazo alrededor de la Franja de Gaza, y por el otro, acusar a Egipto de negligencia. 

Recientemente, debido a la presión de Estados Unidos, que amenazó a Israel con reducir la provisión de armas, se ha permitido la llegada de más ayuda que en meses anteriores. El control militar israelí del cruce y del corredor Filadelfia, que es un quiebre de los Acuerdos de Camp David, ha dejado a los líderes egipcios con una sensación de pérdida de influencia geográfica, y esta es una causa directa del deterioro de las relaciones egipcio-israelíes. Además, la probabilidad de que se establezca una fuerza de paz egipcia en Gaza, ya sea como parte de una fuerza más amplia regional o global o en cooperación con la Autoridad Palestina, es un tema sensible en la política exterior egipcia. Una operación de este tipo sería vista con sospecha tanto por egipcios como por palestinos, en tanto implicaría una cooperación egipcio-israelí, y no egipcio-palestina. Esto podría ser percibido como un modo de socavar la posibilidad de creación real de un Estado palestino. Asimismo, en caso de conflicto, ya sea con grupos militares que operan dentro de Gaza o con el Ejército israelí, cualquier muerte relacionada podría utilizarse para canalizar la creciente frustración dentro del propio Egipto. En consecuencia, muchos se preguntan: ¿hasta dónde están dispuestos Israel y sus aliados a empujar a Egipto más allá de ciertas líneas rojas, con probabilidad de desestabilizarlo a largo plazo? Egipto ha limitado las chances de enfrentarse a Israel, ya que el país sigue siendo muy dependiente de los donantes extranjeros (recibe la mayor parte de la ayuda para desarrollo y militar que otorga Estados Unidos, solo superado por Israel). En particular, en el pasado cercano, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos se han vuelto más relevantes y se han mostrado más dispuestos a apoyar al gobierno egipcio, tomando el lugar de otros países donantes tradicionales que han disminuido su aporte. La comunidad internacional coincide: Egipto es demasiado grande para fracasar, un ancla fundamental para la estabilidad de la región. Esto, sin embargo, genera preocupaciones relacionadas con la potencial presión de los países donantes sobre el gobierno egipcio, con el riesgo de una reducción de la soberanía egipcia, algo que el gobierno negará.

Un actor regional clave

A pesar de estos desafíos, Egipto sigue siendo un actor regional clave. Tanto su política interior como la exterior están profundamente influenciadas por temas de seguridad, ya que el país está rodeado de conflictos, al oeste en Libia y al sur en Sudán. Egipto opera con una lógica orientada a la seguridad, enfocándose en el control de fronteras, la gestión de la migración y la estabilidad económica. Un acuerdo reciente sobre migración con la Unión Europea, parte de un paquete de 7.400 millones de dólares, promete apoyo económico a cambio de que Egipto intensifique sus esfuerzos para impedir la migración a la Unión, fortificando las fronteras externas de la UE y manteniendo la mayoría de los migrantes en Egipto. Al mismo tiempo, Egipto continúa en dificultades por su disputa de larga data con Etiopía por la Gran Presa del Renacimiento Etíope, que amenaza el dominio de Egipto sobre el Nilo y exacerba la inseguridad por el agua. El aporte de Egipto de hasta 4.000 efectivos para la Misión de Estabilización de la Unión Africana en Somalia refleja sus esfuerzos para equilibrar su rol como estratega en la región. El creciente involucramiento del país dentro de la Unión Africana es parte de una estrategia ampliada para gestionar su posicionamiento tanto dentro de África como en la región de Oriente Medio y África del Norte y para contrarrestar su creciente frustración por lo que percibe como una pérdida de poder e influencia dentro de la región y más allá.

Aunque enfrenta muchos desafíos, Egipto sigue siendo un formidable actor en la región, con una importancia estratégica que no se puede pasar por alto.Su capacidad de maniobra sobre los posibles efectos del conflicto en curso –por ejemplo, la pérdida, por ahora temporaria, de su rol de mediador, ocupado actualmente por Qatar, la amenaza a su soberanía en las fronteras por la toma de control militar del corredor Filadelfia, así como la falta de atención de sus aliados de Occidente respecto de sus preocupaciones por las crisis circundantes, entre las que se incluye la cuestión de la Gran Presa del Renacimiento Etíope–, podría permitirle mejorar su posicionamiento económico y aprovechar su ubicación crítica dentro de la región, dando testimonio de sus acciones estratégicas.No obstante, la persistente frustración por el manejo del conflicto de Israel y sus aliados podrían tensionar aún más el rol de Egipto, que opera según una política de supervivencia. Para Egipto, es clave ser integrado en cualquier solución posible y en cualquier escenario de posguerra. La clara transgresión de sus líneas rojas por parte de Israel ya ha arrinconado a Egipto en el ámbito interno y podría desestabilizarlo a largo plazo. Sin embargo, el país seguirá siendo un jugador crucial en el manejo del conflicto y no debería ser subestimado como un baluarte esencial, aunque afectado, en la región.

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