Todo gobernante vive y trabaja bajo la sombra de su antecesor. Desde enero de este año, Evo Morales, líder sindical indígena, ostenta el mando de Bolivia. De acuerdo con la regla formulada, la sombra de Mesa lo condiciona, y por ello su principal temor consiste en quedarse quieto. Ya no son los muertos en las calles, sino la inmovilidad del Palacio lo que atormenta al presidente. Y es por ello, entre otras razones, que duerme poco, viaja siempre, encara iniciativas en múltiples frentes y se mueve como si el Estado que encabeza fuera uno del Primer Mundo.