El gobierno de Mauricio Macri asumió un programa de liberalización económica con la pretensión de «volver al mundo». En ese marco, se eliminaron trabas a las importaciones, se redujeron retenciones a las exportaciones y se reunificó el mercado cambiario. Este arsenal de liberalización se complementó con el pago de la deuda a los «fondos buitres» y con un masivo blanqueo de capitales. Pero en cuanto subió la tasa de interés en Estados Unidos, la política económica comenzó a tambalear. Se produjo una fuerte corrida cambiaria que, hasta hoy, preocupa a la población argentina. Este resultado no es novedoso: expresa la profundidad del peso del capital transnacional en la economía argentina, cuyo comportamiento tiende a explotar las ventajas existentes para valorizar su capital y retirarse, sin generar gran cantidad de empleo, desarrollo de tecnología ni inversión.