El artículo analiza los contrastes entre el modelo de desarrollo de Costa Rica, diseñado hace décadas por una elite dirigente con objetivos políticos claros, y la crisis actual de dicho modelo, cuyos desafíos se agravan por la falta de una clase política que esté a la altura de los cambios requeridos. Es necesaria una transformación del rol del Estado y de los partidos, para poder enfrentar la pobreza y la exclusión social, y asegurar la continuidad de un modelo social que se ha demostrado regionalmente exitoso.