Aunque el estallido de la crisis económica mundial alentó las expectativas de un ascenso de los partidos de centroizquierda en Europa, la realidad demostró que se trataba de una quimera. La dura derrota en las elecciones europeas del 7 de junio confirmó la tendencia descendente, cuyas causas profundas deben revertirse construyendo un nuevo paradigma político. El artículo sugiere alguno de los ejes para un nuevo programa de izquierda –una nueva política redistributiva, un Estado más activo, el impulso a una democracia más participativa– y argumenta que, si no se avanza en estos temas, la centroizquierda europea corre el riesgo de desaparecer lentamente, como sucedió con los partidos radicales nacidos a principios del siglo XX.