La centralidad del conflicto capital-trabajo en la sociedad capitalista crea la necesidad sistemática de contar para el control del mismo con una instancia negociadora. Sin embargo, ¿podemos afirmar hoy por hoy que esta instancia negociadora continúa teniendo como actor central a los sindicatos? ¿Las transformaciones sociales, productivas y técnicas no habrán creado nuevas fuentes de legitimidad en la representación de los trabajadores? ¿Será posible reconstruir la legitimidad social de la representatividad sindical en un escenario de relaciones sociales cada vez más fragmentadas y dispersas?