Opinión
marzo 2021

¿Qué tiene que ver la peluquería con el diálogo social?

Durante más de una década, los neoliberales atacaron con virulencia los acuerdos europeos de diálogo social que habían sido una conquista de los socialistas democráticos. La revitalización de esa política progresista ha llegado de la mano de un particular colectivo de trabajadores: el de los peluqueros y las peluqueras.

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La pandemia llevó a la primera plana la salud y la seguridad en el ámbito de trabajo, en tanto el coronavirus resaltó la necesidad de una rápida acción para enfrentar los riesgos de exposición en esos espacios. Los países donde los trabajadores y los empleadores tienen una larga y productiva relación fueron los más rápidos en implementar medidas efectivas cuando se sintió su impacto.

El diálogo social europeo se instaló para replicar esas relaciones al nivel de la Unión Europea. Permite a los actores sociales (sindicatos de trabajadores y organizaciones de empleadores) negociar acuerdos relativos a su sector y hacerlos implementar mediante la legislación de la Unión Europea. Sin embargo, durante la presidencia de José Manuel Barroso (2004-2014), la Comisión Europea inició ataques contra los acuerdos europeos de diálogo social, llevando a estos importantes vehículos para la generación de consenso a una caída en espiral.

El actual liderazgo de la Comisión ha adoptado un tono más positivo. «Creo fervientemente en el valor del diálogo social entre empleadores y sindicatos», aseveró en su Agenda para Europa la presidenta Ursula von der Leyen. Pero ¿qué pasa en el terreno?

Exposición frecuente

Por su trabajo, 20% de los peluqueros y las peluqueras desarrollan asma. Son diez veces más propensos a contraer problemas en la piel que una persona promedio y cinco veces más a sufrir enfermedades osteomusculares. Con frecuencia están expuestos a químicos que la investigación científica indica que serían cancerígenos.

Dentro de nuestro diálogo social europeo sectorial, UNI Europa trabajó codo a codo con los empleadores reunidos en Coiffure EU para identificar formas concretas de abordar esta alarmante situación. Entre ellas se incluían el uso de equipo de protección y límites al uso de irritantes, así como también requisitos mínimos de ventilación y equipamiento ergonómico. En 2012 firmamos un acuerdo marco europeo y solicitamos en forma conjunta que la Comisión propusiera al Consejo de la Unión Europea que el acuerdo fuese vinculante, de acuerdo con el artículo 155 del Tratado de Funcionamiento de la Unión.

Sin embargo, lo que debería haber sido una formalidad procesal que condujera a la implementación de mejoras obligatorias en la seguridad fue frenado por la Comisión. Cuatro años más tarde, con el apoyo de la Comisión, volvimos a presentar conjuntamente un acuerdo revisado que abordaba su compatibilidad legal, pero sin éxito.

Frente a este punto muerto, los interlocutores sociales adoptaron otro enfoque. Trabajando inicialmente con la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión, acordamos un plan de acción para aplicar paso a paso las medidas de seguridad. El plan todavía se está implementando con el apoyo de organismos pertinentes, en particular la Dirección General de Mercado Interior, Industria, Emprendimiento y Pymes, la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo y el Comité Europeo para la Normalización. Mediante la revisión de los lineamientos que surgen de la regulación existente, la mejora en el cumplimiento de esta regulación y la provisión de herramientas prácticas para la aplicación en el ámbito de trabajo, este enfoque está teniendo una gran repercusión.

Una ruta alternativa

El proceso apunta a una forma alternativa para implementar los acuerdos europeos de diálogo social. Oficialmente, hay dos caminos: por la vía legislativa o en forma autónoma. En el ámbito de la peluquería, la vía legislativa se bloqueó y la implementación autónoma por parte de los interlocutores sociales nacionales no fue posible debido a la fragmentación inherente al sector. La solución que encontramos se basa en las capacidades de autorregulación de los interlocutores sociales, como así también la acción no legislativa de la Unión Europea.

Para que el diálogo social europeo esté preparado para cumplir su propósito de abordar temas relacionados con el trabajo, se requiere un espacio que sea conducente a una negociación constructiva y un camino claro para una implementación efectiva. En nuestro caso se cumplía la primera condición. La segunda, sin embargo, solo se cumplió luego de un compromiso político de alto nivel para buscar la implementación mediante un plan de acción consensuado. Llevó casi una década, desde el momento en que las protecciones efectivas fueron acordadas por quienes la implementarían, para que la comisión acordara acciones que beneficiarían a más de un millón de peluqueros y peluqueras.

Solo dos organizaciones de interlocutores sociales se involucraron en el diálogo social del sector. Tenían el compromiso y la estabilidad para perseguir denodadamente su objetivo común. Otros sectores tienen organizaciones de múltiples interlocutores sociales, cada uno con sus propias prioridades políticas, que pueden además evolucionar a lo largo del tiempo. La construcción del consenso político es un acto de equilibrio que puede ser desestabilizado por obstáculos procesales innecesarios o un trámite de implementación prolongado.

Gracias a la perseverancia, la cooperación permanente y la buena predisposición del liderazgo político y los brazos ejecutivos de los organismos pertinentes, estamos por fin llegando a algo. Pero estos no son los ingredientes para una solución estructural al vacío creado por el bloqueo de la Comisión a la vía legislativa para la implementación. El proceso se ha desarrollado ad hoc, ha sido demandante en términos de recursos y demasiado lento, y sus resultados son solo parcialmente vinculantes. No obstante, este caso podría indicar un camino para volver a encarrilar el diálogo social europeo.

El primer paso

Formalizar la colaboración entre los sindicatos de trabajadores y trabajadoras, las organizaciones de empleadores y los organismos de la Unión Europea para implementar los acuerdos de diálogo social en Europa sería un primer paso necesario. Esto significa asignar responsabilidades claras dentro de los organismos pertinentes y asegurar que los funcionarios y funcionarias tengan la autoridad para implementar las medidas acordadas. Más allá de la senda legislativa y la implementación autónoma por parte de los interlocutores sociales, esto constituiría una tercera vía para implementar los acuerdos de diálogo social.

Para que los interlocutores sociales asuman su nuevo rol, sería necesario proporcionarles los recursos necesarios en tiempo y capacidad de coordinación. En el caso de las peluqueras y peluqueros, las dos organizaciones de interlocutores sociales recibieron apoyo para el proyecto de diálogo social. Esto permitió llevar adelante una investigación valiosa sobre las sustancias químicas peligrosas que se encuentran en los cosméticos, pero no respondió la pregunta fundamental sobre cómo implementar los acuerdos europeos entre interlocutores sociales. Si este acuerdo se hubiese implementado apropiadamente en su primera versión, los trabajadores y trabajadoras se habrían beneficiado más temprano de la aplicación de medidas de seguridad, mientras que se podría haber utilizado el tiempo de todos los involucrados para mejorar otros aspectos de las condiciones de trabajo en las peluquerías.

Por último, y lo más importante, se debe acelerar la implementación. Las trabajadoras y trabajadores no pueden darse el lujo de esperar otra década para lograr espacios de trabajo seguros y saludables. Si la Comisión se plantea seriamente enfrentar el euroescepticismo creciente entre los trabajadores, debe volver a poner los intereses de estos en el centro de su misión, y hacerlo rápido.


Traducción: María Alejandra Cucchi

Fuente: Social Europe



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