Opinión
octubre 2015

¿Por qué Chile celebra su incorporación al polémico TPP?

El jefe negociador por parte del gobierno chileno explica que el TTP es una excelente noticia para el comercio mundial, para Chile, e incluso para América Latina.

¿Por qué Chile celebra su incorporación al polémico TPP?

=SERIE ESPECIAL SOBRE LOS ACUERDOS MEGAREGIONALES DE COMERCIO=

El desarrollo económico de Chile descansa, de forma significativa, en el comercio internacional. Por este motivo, la suscripción de acuerdos internacionales y la incorporación a esquemas de integración es necesaria para reforzar y profundizar ese proceso de desarrollo. En nuestra condición de economía pequeña y abierta al mundo, contar con reglas y disciplinas comerciales resulta esencial para asegurar la estabilidad y proyección de nuestra inserción internacional.

En este sentido sentido, ser parte de un esquema económico comercial como el Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), que agrupa al 40% del PIB mundial y tiene entre sus miembros a dos de las tres economías más grandes del mundo –Estados Unidos y Japón-, constituye un logro muy importante. Se trata, en suma, de la consolidación de una estrategia de desarrollo, impulsada desde hace más de veinte años, que ha sido muy positiva. A lo anterior debe agregarse que el TPP tiene su domicilio en el Asia Pacífico, una de las regiones que han mostrado mayor dinamismo económico en el mundo durante los últimos años y que, respecto de Chile, ha ejercido un profundo atractivo para fortalecer los lazos de integración.

La exitosa conclusión de las negociaciones del TPP el 5 de octubre pasado ha sido una excelente noticia para el comercio internacional. Desde la finalización de la Ronda Uruguay en 1994 y el consiguiente establecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC), habían sido infructuosos los esfuerzos por construir o establecer reglas que abordaran los desafíos que presenta el comercio internacional en la actualidad. Son conocidos los fracasos de iniciativas de integración ambiciosas que inyectaron de pesimismo y falta de credibilidad a la capacidad de las naciones para alcanzar acuerdos importantes en torno a la apertura de mercados. El TPP, en este sentido, consituye uno de los mejores ejemplos de la tendencia reciente a la conformación de “mega bloques“ comerciales en distintas regiones del mundo, que intentan llenar los vacíos dejados por la falta de resultados de las negociaciones multilaterales.

El TPP contribuye a diseñar el sistema internacional de comercio de las próximas décadas al establecer estándares y disciplinas que intentan resolver los desafíos que han surgido durante los últimos años, y por otra parte, al volver a impulsar el concepto del libre comercio como la herramienta idónea para abordar las tareas de las economías en el mundo.

En el caso de Chile, la negociación del TPP presentaba dificultades relevantes dado que contábamos con acuerdos comerciales con los once restantes participantes. Por tanto, las ganancias en materia de acceso a mercados (liberalización arancelaria) no aparecían como un elemento que permitiera establecer balances claros en relación con los compromisos que debíamos asumir en otras áreas sensibles, por ejemplo en términos de propiedad intelectual.

Sin perjuicio de lo anterior, luego de la finalización de las negociaciones, se puede indicar con certeza que el TPP genera ganancias específicas muy relevantes, a saber: (a) en acceso a mercados de bienes, porque mejora el ingreso de un número considerable de productos agrícolas a los mercados de Canadá, Japón, Malasia y Vietnam, con quienes en los respectivos acuerdos bilaterales teníamos condiciones más limitadas de acceso para productos lácteos, carnes de ave, frutas frescas, por mencionar las más relevantes; (b) se estableció un mecanismo de acumulación de origen que le permitirá a nuestro país incorporarse a las cadenas globales de valor cada vez más importantes; (c) en materia de facilitación de comercio y regulaciones sanitarias y técnicas, el TPP da un paso adelante al establecer un conjunto de reglas y disciplinas que permitirán que los flujos comerciales entre sus miembros se realicen de manera rápida, eficiente y predecible, asegurando un efectivo ingreso de nuestros productos a los distintos mercados; y (d) en materia de comercio de servicios y de contratación pública agregamos nuevos mercados para nuestros exportadores, como Malasia y Vietnam. Resultan evidentes, entonces, las oportunidades de negocios que se abren para nuestros exportadores.

Otro grupo de beneficios se ubica en torno a las regulaciones que se adoptan tras las fronteras. Resulta indudable que en el comercio actual tanto los aranceles en el comercio de bienes como las medidas discriminatorias en el comercio de servicios han perdido relevancia como barreras a los flujos de comerciales. En contrapartida, las regulaciones de orden sanitario, técnico y licencias, entre otras, suelen constituir obstáculos gravosos o innecesarios, que anulan el acceso a mercados alcanzado por la vía de la eliminación arancelaria. Por lo anterior, es crucial establecer reglas que, reconociendo el derecho de los Estados a regular para obtener fines legítimos de políticas públicas, impidan que se adopten regulaciones con fines meramente proteccionistas.

Así, en áreas como las medidas sanitarias y fitosanitarias, las normas técnicas, los procedimientos de certificación o de facilitación en diversos sectores de servicios (profesionales, correos expresos, financieros, por ejemplo), se dan pasos relevantes para lograr un efectivo acceso al mercado, asegurando la objetividad y transparencia de esas regulaciones. Por otro lado, en cuanto a la protección de áreas muy sensibles -principalmente en el área de la propiedad intelectual-, Chile logró mantener el estándar establecido en su legislación y en los compromisos internacionales asumidos en acuerdos comerciales previos. De esta manera, no será necesario en las áreas sensibles adoptar ni modificar normas legales internas. Sobran los ejemplos significativos en el área de las patentes farmacéuticas, los derechos de autor y la observancia de los derechos de propiedad intelectual.

Desde el punto de vista de nuestra situación en América Latina, el TPP no afecta nuestra estrategia de profundización de los lazos económicos y comerciales. El acuerdo es un eslabón en esta cadena consistente y coherente de integración de nuestra economía al mundo, y por ende es parte de una estrategia reconocida. América Latina sigue siendo un foco central de los esfuerzos de integración por parte de Chile. Cabe recordar, en este sentido, el trabajo que se ha desarrollado durante los últimos meses para generar canales de convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur. Un proceso tan significativo como éste en nada queda limitado por el logro del TPP.

Ahora bien, desde una perspectiva más específica, considerando que tres economías de la región son partes del TPP y teniendo en vista el establecimiento de mecanismos como el de acumulación de origen, por ejemplo, es posible anticipar que, una vez que el TPP se consolide, será un actor ineludible en la configuración de los flujos comerciales al interior de la región. También será un factor al momento de reflexionar sobre los procesos de integración en ésta y otras regiones.

El TPP le da especial atención a los aspectos sociales, medioambientales y laborales. Respecto a los dos últimos, se incluyen dos capítulos que, en esencia, establecen el compromiso de los países con el cumplimiento efectivo de sus normas o estándares. No se trata de establecer un esquema supranacional ni de importar estándares provenientes de otros países sino de asegurar que ellas sean cumplidas de manera consistente sobre la base del respeto a las normas que cada país considera adecuadas o necesarias.

En materia medio ambiental se indica, además, que es inapropiado que las partes intenten debilitar o reducir los niveles de protección contenidos en su legislación ambiental con el fin de alentar el comercio o la inversión, y se incluyen disposiciones en materia de responsabilidad social corporativa, biodiversidad, aspectos pesqueros, conservación y comercio, entre las más relevantes. En el ámbito laboral se reconocen los principios fundamentales y derechos en el trabajo de la deeclaración de la OIT de 1998. Los derechos laborales fundamentales reconocidos son: libertad de asociación y derecho a negociar colectivamente; eliminación de toda forma de trabajo forzado u obligatorio; abolición efectiva de trabajo infantil y otras protecciones laborales para niños y menores; eliminación de discriminación en el empleo y condiciones aceptables de trabajo respecto de sueldo mínimo; horas de trabajo y seguridad ocupacional y salud.

Estos dos ámbitos quedan sometidos al mecanismo de solución de controversias del acuerdo, con lo que es posible que un incumplimiento sostenido en el tiempo de los compromisos asumidos pueda acarrear la aplicación de sanciones comerciales.

Adicionalmente a estas dos materias, el TPP también busca fortalecer el poder regulatorio de los Estados en materias centrales para las políticas públicas de los países, como por ejemplo en el ámbito de la salud. En materia de inversiones, no es posible que un inversionista demande a un Estado impugnando una medida en dicha materia. Este aspecto es de relevancia central, teniendo en cuenta las críticas que han surgido desde la sociedad civil sobre el efecto negativo que dichas demandas tendrían respecto a las atribuciones del Estado por regular en distinos ámbitos sociales. En suma, a lo largo del acuerdo se encuentran múltiples referencias a las facultades regulatorias de los países, con lo que se puede concluir que el TPP le otorga especial importancia a dicho aspecto.



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