Lecturas de las izquierdas mexicanas
Nueva Sociedad 268 / Marzo - Abril 2017
¿Qué se lee en las izquierdas mexicanas? ¿Qué lecturas retroalimentan la visión del mundo, inspiran y sostienen las prácticas políticas del Movimiento de Regeneración Nacional y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional? El «corpus» se compone de posteos en las redes y de artículos de periódicos y revistas, donde se publican y circulan noticias y reportajes, pero también columnas de opinión de los intelectuales orgánicos de cada uno de estos movimientos. Finalmente, algunos libros pueden ser considerados referencias ineludibles, textos que todo militante zapatista u obradorista tiene que leer. No obstante, aun con esta pluralidad de fuentes, cada movimiento lee a los suyos.
¿Qué se lee en las izquierdas mexicanas? ¿Qué lecturas alimentan su visión del mundo, inspiran y sostienen sus prácticas políticas? En el México actual, se distinguen cuatro ámbitos de agregación política que expresan posturas situadas a la izquierda del espectro político-institucional y del sentido común sociocultural: los primeros dos concentrados, respectivamente, alrededor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln); el tercero, disperso en una galaxia de colectivos, movimientos y organizaciones sociales y políticas de distintas dimensiones, orígenes sociales y perspectivas políticas; y el cuarto, atomizado en personas de sensibilidad progresista que actúan aislada y esporádicamente y se integran a convocatorias masivas en circunstancias excepcionales.
En cada uno de estos ámbitos se desarrollan prácticas y dinámicas específicas de politización, que implican referencias ideológicas determinadas, con sus respectivas fuentes. Si para los dos últimos, por su carácter plural y diversificado, es difícil rastrear claves comunes, respecto de Morena y del zapatismo, dos fuerzas políticas que presentarán candidatos en las próximas elecciones presidenciales de 2018 y cuyo perfil es delimitable y reconocible, es posible identificar algunas referencias que influyen de forma decisiva en la configuración de su visión del mundo o, mejor dicho, de su ideología.
Redes, periódicos y revistas
Cuándo nos preguntamos qué se lee en los ambientes de izquierda, antes de tratar de identificar autores y textos representativos, debemos tomar en cuenta el peso y la forma de la mutación de los hábitos de lectura que se instalaron a través de la extensión e intensificación del acceso y el uso de las redes sociales. En efecto, gran parte del tiempo de lectura se dedica a la lectura de tuits y posteos que solo en ocasiones contienen vínculos a artículos o libros, pero que en la mayoría de los casos vierten opiniones puntuales y sintéticas enmarcadas en debates y diálogos entre diversos usuarios. Esta forma de lectura representa una modalidad de información y de politización de una parte importante de los jóvenes mexicanos que simpatizan con alguna agrupación de izquierda o militan en ella, o que simplemente reflejan su izquierdismo en la red o asistiendo a convocatorias puntuales, tanto electorales como de movilización callejera.
Además del universo de las redes, la información de la que abrevan las izquierdas y los izquierdistas pasa por canales más tradicionales. Las generaciones menos jóvenes recurren a algunos históricos medios de comunicación impresos como el diario La Jornada y el semanario Proceso, pero también a páginas de contrainformación, entre las cuales destacan los portales Desinformémonos, Contralínea, Revolución 3.0, Sin Embargo o Izquierda Diario. Por otra parte, como en otras latitudes, el mundo de las revistas de análisis político ha padecido el giro hacia el mundo virtual, pero es notable y lamentable constatar que en México existe actualmente solo una revista con un inequívoco perfil de izquierda publicada en papel y con una distribución bastante limitada: la «revista de crítica militante» Memoria, fundada en 1983, de periodicidad trimestral y cuyo número más reciente es el 2601. Ni Morena ni el zapatismo cuentan actualmente con una revista de debate y análisis político, y las que tienen lectores y cierta influencia no pertenecen propiamente al universo de izquierda –es decir, o bien no se definen como tales o bien explícita o implícitamente se colocan a la derecha de Morena–. Es el caso de Nexos y de otras revistas en papel o virtuales de menor relevancia, sobre cuya influencia y perfil habría que hacer una investigación específica.
Intelectuales orgánicos
En los medios de comunicación escrita nombrados anteriormente se publican y circulan noticias y reportajes, pero también columnas de opinión. Además de los intelectuales de izquierda no encasillables en alguna área política determinada, existen núcleos de intelectuales orgánicos que vertebran tanto a Morena como al universo zapatista que acompaña al ezln. Algunos se destacan por ser considerados puntos de referencia como formadores de opinión o por, como se dice en el argot militante en México, «tirar línea». Se trata tanto de periodistas como de académicos, algunos directamente involucrados en la organización, otros simplemente «compañeros de ruta». Generalmente, sus opiniones circulan por medio de artículos, pero en varios casos son autores de libros de éxito y difusión variables.
En el círculo interior de la intelectualidad orgánica de Morena, existe un núcleo de académicos que participa de forma directa en la vida partidaria, como Héctor Díaz Polanco, Armando Bartra, Luciano Concheiro, John Ackerman, Pedro Salmerón, Raquel Sosa, Claudia Sheinbaum y Enrique Dussel; escritores como Paco Ignacio Taibo ii, Elena Poniatowska y Fabrizio Mejía; periodistas como Pedro Miguel y Jesús Ramírez Cuevas o caricaturistas como Rafael Barajas, «El Fisgón», entre otros.
Del lado del zapatismo, la cuestión de la «cercanía» siempre ha sido un tema delicado, lo cual, junto con cierto antiintelectualismo que caracteriza al movimiento desde por lo menos 1999, hace que solo unos pocos intelectuales sean reconocidos explícitamente como «compañeros» por el ezln. Acompañan al zapatismo o se definen zapatistas académicos como Pablo González Casanova, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Ana Esther Ceceña, Gilberto López y Rivas, los fallecidos Luis Villoro y John Berger, periodistas-ensayistas como Luis Hernández Navarro, Raúl Zibechi y Gloria Muñoz. Otros, más alejados de las dinámicas internas, pero que constituyen puntos de referencia son, por ejemplo, Adolfo Gilly y John Holloway.
Todos ellos suelen escribir artículos de opinión en distintos medios y algunos de ellos participan activa y profusamente en redes sociales. Como intelectuales orgánicos, cumplen un papel fundamental, para decirlo con Gramsci, al asumir funciones no solo de crítica del statu quo, sino también de «conexión» y «organización», y de disputa por el sentido común. Al mismo tiempo, salvo los que directamente intervienen en la definición programática de Morena y los que gozan de la confianza de la comandancia del ezln, los intelectuales no son los principales constructores de la configuración ideológica que rige a estos movimientos. En efecto, si una franja minoritaria –pero fundamental– de los activistas y dirigentes de los movimientos se nutren de lecturas de algunos de estos autores, la mayoría de la militancia de base se alimenta de información periodística y solo excepcionalmente lee artículos de opinión y, en todo caso, se forma principalmente a partir de la lecturas de las intervenciones de sus líderes (Andrés Manuel López Obrador y el subcomandante antes Marcos, hoy Galeano) y de los documentos producidos por su organización que se reproducen en la páginas «oficiales»: enlacezapatista.ezln.org.mx; morena.si; amlo.org.mx; regeneración.mx.
En todo caso, cada uno se lee a sí mismo, es decir, cada movimiento lee a los suyos. En última instancia, las verdaderas lecturas obligadas son las que emanan de los líderes, referentes ideológicos por excelencia a la hora de elaborar sus versiones de nacionalismo popular y de marxismo indianista, respectivamente. En este sentido, sin el afán de rastrear a fondo las bases ideológicas de ambos movimientos, podemos señalar algunos libros de cabecera, textos icónicos que todo militante zapatista u obradorista, respectivamente, tiene que leer.
Más que glosar críticamente estos textos, me limitaré a señalar algunos de sus elementos más significativos, los cuales no solo delinean una parte importante del panorama ideológico de las izquierdas mexicanas en la actualidad, sino que traslucen las diferencias y los puntos de confrontación política entre obradorismo y zapatismo, que inevitable y lamentablemente tenderán a exacerbarse conforme se acerquen los comicios de julio de 2018.
Libros del ideario obradorista
En el caso de Morena, son imprescindibles los libros del propio López Obrador, incluido el último, publicado en enero de 2017, como preludio a la campaña electoral de 2018. En su bibliografía se incluyen 15 libros, entre los cuales figuran algunos estudios históricos –en particular, ligados al periodo de la Revolución Mexicana y a su región natal, Tabasco– y un número mucho mayor de ensayos políticos que fueron acompañando sus candidaturas a la Presidencia en 2006 y 2012: Un proyecto alternativo de Nación (2004); Contra el desafuero. Mi defensa jurídica (2005); La mafia nos robó la Presidencia (2007); La gran tentación. El petróleo de México (2008); La mafia que se adueñó de México... y el 2012 (2010); No decir adiós a la esperanza (2012); Neoporfirismo. Hoy como ayer (2014). Estos libros fueron pensados y elaborados como instrumentos de propaganda, escritos con un estilo sencillo y didáctico para que pudieran circular ampliamente y ser leídos por los militantes y los simpatizantes del obradorismo. Lo mismo que el más reciente, presentado el 30 de enero pasado en la Plaza de Santo Domingo de la capital y cuyo título es todo un programa: 2018, la salida. Decadencia y renacimiento de México. En efecto, el libro recoge parte de los 50 lineamientos presentados por el mismo López Obrador al ii Congreso Nacional de Morena en noviembre de 2016 y constituye la base para la elaboración del Nuevo Proyecto Alternativo de Nación que fue encargado a una comisión de 70 notables nombrada directamente por el futuro candidato presidencial. Desde la primera frase se reitera el lema y la clave de la propuesta política de López Obrador: «la corrupción es el principal problema de México». Y si esta es la causa fundamental de la decadencia, en consecuencia, el renacimiento pasa esencialmente por adoptar la «honestidad como forma de vida y de gobierno».
El pensamiento nacional-popular de López Obrador se basa en un paralelismo histórico: el neoliberalismo equivale a un neoporfirismo –en referencia al régimen de Porfirio Díaz (1876-1911)– y, por lo tanto, su superación requiere algo similar o equivalente a la Revolución Mexicana. Algo que se prefiere llamar regeneración o renacimiento para evitar cualquier resonancia radical: respecto de la forma, se insiste en que será no violenta, una «revolución de las conciencias» y, en relación con el contenido, apoyándose en Francisco J. Múgica, se propone simplemente «moralidad y algunas pequeñas reformas», y siguiendo a José María Morelos, «moderar la indigencia y la opulencia». La lista de la citas de revolucionarios mexicanos, a quienes López Obrador estudia desde hace años y toma como fuente de inspiración, es de amplio espectro e incluye a Francisco Madero2 –elogiado por su cabal democratismo–, a Adolfo López Mateos3 –por su nacionalismo desarrollista– y a los antiporfiristas y libertarios hermanos Flores Magón –por su programa social–.
La decadencia neoporfirista se manifiesta, según López Obrador, en una «república simulada», manejada por una «banda de malhechores», de «delincuentes de cuello blanco» que saquean y privatizan a su antojo, ahondan las desigualdades, impiden el desarrollo e hipotecan la soberanía. En contra del «crecimiento ineficiente y excluyente» propio del neoliberalismo, el renacimiento deberá fundarse en la austeridad (es decir, el recorte de sueldos y privilegios de políticos y burócratas), que permitirá rescatar al Estado como promotor del desarrollo, recuperar la soberanía y los recursos energéticos, y proteger el campo para impulsar la autosuficiencia alimentaria. López Obrador propone alcanzar un Estado de Bienestar clásico, «de la cuna a la tumba», centrado en medidas que ya exploró como jefe de gobierno de la Ciudad de México entre 2000 y 2006: la educación y las pensiones a los adultos mayores. Para los jóvenes, propone un plan masivo de empleo ligado a grandes obras públicas y a la construcción de viviendas, carreteras, líneas de ferrocarril, un nuevo aeropuerto internacional y un corredor en el istmo de Tehuantepec. El aumento de los salarios mínimos y la recuperación del poder adquisitivo responden al lema «Para el bienestar de todos, primero los pobres» –que ya fue eslogan de la campaña de 2006–, a decir de López Obrador, no solo un «imperativo ético», sino también una condición necesaria para «garantizar la paz social». Todo ello, respetando e impulsando las «ganancias lícitas» de la inversión privada y tomando como modelo la rehabilitación del corredor Reforma-Centro Histórico que impulsó también como jefe de gobierno de la Ciudad de México.
En la visión de López Obrador, el renacimiento desembocará en una «república fraterna y amorosa» fundada en un «código del bien», una «Constitución moral» basada en los principios de honestidad, justicia y amor al prójimo. En un plano más teórico y menos programático, el ideario de Morena descansa en las 20 tesis de política del filósofo argen-mex Enrique Dussel, que fue y sigue siendo lectura básica en los cursos de formación política que impulsa el partido. El libro del filósofo liberacionista salió en mayo de 2006, justo en el año de surgimiento del obradorismo como movimiento, dos meses antes del fraude electoral y el plantón de reforma. Contiene una panorámica caracterización de la política y lo político bajo la forma de tesis teóricas. Tiene la virtud de ser abarcador y de lograr, en una apretada síntesis de 159 páginas (más de 100 menos que el libro de López Obrador), plantear las principales cuestiones de fondo. A pesar de su carácter eminentemente teórico, el texto es claro y pretende ser didáctico, lo cual lo aproxima a un manual. Por otra parte, su autor, integrante de Morena y miembro del Consejo Nacional del movimiento, ha sido invitado a presentarlo en el marco de diversos cursos de formación política que fueron realizados por el partido desde su nacimiento formal en 2011.
Ya entrando en sus contenidos, más allá de las generalidades que contiene, en varios aspectos más específicos que le confieren originalidad existe una plena correspondencia con el ideario obradorista. Para empezar, la primera tesis trata de «la corrupción de lo político», que Dussel aborda obviamente de forma más abstracta que López Obrador, en relación con el pasaje de la potentia a la potestas (dualidad de origen spinoziana), y de la necesidad de sostener como alternativa un poder obediencial –lo cual, dicho sea de paso, es una traducción teórica del principio del mandar obedeciendo zapatista–.
Por otra parte, a la par de la ética, entre referencias bíblicas y citas de Karl Marx, Antonio Gramsci y Rosa Luxemburgo, Dussel insiste en un principio de factibilidad estratégica –ubicado entre el anarquismo y el conservadurismo–, que no deja de resonar a realismo y pragmatismo político, algo de lo cual López Obrador hizo y hace ampliamente gala. Pero el aspecto de mayor convergencia se da sin duda alrededor de la tesis según la cual el pueblo es el actor político por excelencia, el sujeto de la historia, tesis que resuena en el lema de Morena que recita «Solo el pueblo salvará al pueblo». Dussel reivindica la centralidad del concepto de pueblo, a partir de la distinción entre populus y plebs, e invoca el principio de hegemonía y la posibilidad concreta de la construcción de un nuevo orden político-institucional, sin desdeñar varios elementos de la teorización sobre el populismo de Ernesto Laclau. Por último, en antítesis al autonomismo, Dussel vincula las luchas sociales y políticas a la necesidad de la construcción de una instancia partidaria, un liderazgo no vanguardista y una (nueva) institucionalidad, basada en la combinación de representación y democracia participativa por medio del poder ciudadano. En la última tesis, la número 20, sostiene la posibilidad y la necesidad de conquistar y transformar el poder estatal a través del «ejercicio delegado obediencial del poder», en contra de la idea de no toma del poder –de origen zapatista y cuya teorización es obra de John Holloway4–, que termina siendo «moralismo, idealismo, apoliticismo abstracto».
El zapatismo versus la hidra capitalista en tres tomos
Además de los comunicados –que se intensificaron en tiempos recientes a raíz de la decisión de crear un Concejo Indígena de Gobierno y postular a una candidata a las elecciones presidenciales de 2018–, el libro que funge actualmente como referencia del pensamiento político zapatista son los tres tomos titulados El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista: más de 1.000 páginas en las que se reúnen las ponencias presentadas en el seminario homónimo realizado en San Cristóbal de las Casas en Chiapas entre el 3 y el 9 de mayo de 2015.
El tomo i contiene tres secciones –«Nuestra mirada hacia dentro», «Nuestra mirada a la Hidra» y «Qué hacer»– en las que se presentan las participaciones de integrantes de la Comisión Sexta del ezln, principalmente el subcomandante insurgente Moisés –actual vocero– y el subcomandante Galeano (antes Marcos). En los tomos ii y iii aparecen las ponencias de los intelectuales invitados por el ezln, entre los cuales podemos reconocer a varios integrantes de lo que podríamos llamar el «círculo interno» de la intelectualidad zapatista: Sergio Rodríguez Lascano, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Gilberto López y Rivas, Gustavo Esteva, Paulina Fernández Christlieb, Arturo Anguiano, Raúl Zibechi y Pablo González Casanova. Además, aparecen contribuciones de otros que, sin ser orgánicos, son considerados cercanos o referencias intelectuales: Adolfo Gilly, Immanuel Wallerstein, John Holloway, Michael Löwy y Silvia Federici, para señalar a los más destacados.
Además de la mirada hacia dentro, hacia el ejercicio de la autonomía en las comunidades zapatistas, presentada por el subcomandante Moisés en clave de «economía política» alternativa desde abajo, el leitmotiv que origina la convocatoria y que atraviesa los volúmenes es la disputa entre capitalismo y anticapitalismo, la caracterización de la llamada Hidra capitalista, monstruo de 1.000 cabezas que se regeneran al ser cortadas, y las virtudes, los límites y los desafíos de las luchas que en contra de ella se libran y se librarán. Para dar cuenta de esta disputa, el sub Galeano utiliza la metáfora del «muro» y la «grieta» (este último término, anteriormente conceptualizado por Holloway) y se refiere al Sistema Capitalista –con mayúsculas– como una hidra de «múltiples cabezas», con «formas y modos diversos de dominar», como fuente de muerte, destrucción, depredación y guerra.
A pesar de refrendar la dimensión práctica –«la resistencia zapatista es nuestra bibliografía»–, en la intervención del Sub se invita a un esfuerzo de reflexión y análisis, como complemento dialéctico de la práctica: «necesitamos teorías y conceptos. Necesitamos pensamiento crítico». Este pensamiento crítico está explícita y directamente vinculado al marxismo, en particular respecto de la caracterización de la hidra capitalista, más que en relación con las formas y los contenidos de la lucha política y de las alternativas posibles. Mediante el arsenal conceptual marxista –mercancía, ley del valor, medios y relaciones de producción, explotación, plusvalor, etc.–, se busca dar cuenta de la relación capital-trabajo y rastrear la «genealogía del capitalismo», asumiendo que las hipótesis generales de Marx, mutatis mutandi, «se confirman en actualidad». Más puntualmente, se hace referencia a la teorización de David Harvey sobre la persistencia de la lógica de la acumulación originaria como despojo del territorio y los recursos naturales. También se abren interrogantes sobre cuál es la «cabeza madre» de la hidra, sobre el lugar y el papel del capital financiero y del Estado. Se define la crisis económica como sistémica, integral y terminal (con referencia a la hipótesis de Wallerstein), destinada a agudizarse y presentada como una tormenta que se avecina, una hipótesis catastrofista ligada a la de «guerra mundial». En la misma tónica, las numerosas ponencias presentes en los tomos ii y iii se centran en aportar a la caracterización de la hidra en general como sistema capitalista o en resaltar algunas de sus distintas cabezas: racismo, urbanización salvaje, despojo de bienes comunes, imperialismo, opresión de género, etc.
Al mismo tiempo, tanto los invitados como los dirigentes zapatistas no dejan de destacar y exaltar las resistencias, las rebeldías y las autonomías como una especie de antihidra. En este sentido, el sub Galeano evoca la práctica como método para transformar la realidad, para destruir un sistema dominante pero «no omnipresente ni inmortal». Por su parte, el subcomandante Moisés insiste en la lucha anticapitalista como «resistencia y rebeldía» y convoca a «organizarse y destruir el sistema capitalista», ya que «no se puede humanizar». Destaca, además, el ejercicio ejemplar de la autonomía en las comunidades zapatistas y dibuja una línea de demarcación política respecto de los «partidistas», la «izquierda institucional» y López Obrador.
La polaridad entre ambas visiones de la política salta a la vista, más allá de las descalificaciones mutuas y sin necesidad de recapitular todos los puntos del conflicto. Independientemente de las formas y los ritmos de la crisis del capitalismo, la tormenta que se avecina y que puede preverse con precisión meteorológica tiene el rostro de Donald Trump y el formato de un proceso electoral que, como otros anteriores, se anuncia explosivo. Mientras tanto, cada movimiento se prepara para lo que viene leyendo a los suyos, leyéndose a sí mismo, fortaleciendo sus convicciones y su discurso, pero encerrándose tendencialmente en una lógica autorreferencial.
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1.
Hay que señalar que la página revistamemoria.mx, que fue activada hace poco más de dos años como parte de una nueva época de la revista, recibe alrededor de 12.000 visitas mensuales, con picos de 20.000 a la salida de nuevos números.
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2.
Presidente entre 1911 y 1913.
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3.
Presidente entre 1958 y 1964.
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4.
Holloway es autor de Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución hoy, El Viejo Topo, Barcelona, 2003.