Opinión

El Frente Amplio uruguayo, la izquierda resiliente


diciembre 2023

En su reciente congreso, el Frente Amplio votó su programa electoral y los precandidatos presidenciales. Con las encuestas a su favor, la izquierda uruguaya acaricia la posibilidad de regresar el gobierno en 2024.

<p>El Frente Amplio uruguayo, la izquierda resiliente</p>

En 2024 se celebrarán elecciones en Uruguay para elegir presidente y parlamentarios. En junio se realizarán las elecciones primarias donde los partidos políticos elegirán a sus candidatos a la Presidencia. Las elecciones nacionales serán el último domingo de octubre, y si ningún candidato alcanza la mayoría absoluta, habrá segunda vuelta en noviembre. Hoy, solo dos partidos tienen posibilidades de acceder al poder: el gobernante Partido Nacional (que en la actualidad encabeza una coalición de centroderecha presidida por Luis Lacalle Pou) y el Frente Amplio (FA), un partido de centroizquierda que gobernó a lo largo de tres periodos consecutivos (2005-2020) durante el llamado «giro progresista». 

Si bien las elecciones serán competitivas, el FA es favorito en todas las encuestas. Tras perder las elecciones en 2019, esta fuerza peculiar, que es capaz de articular a casi toda la izquierda uruguaya, se recompuso de la derrota: se embarcó en un proceso de autocrítica, expandió su estructura de base y procesó un recambio de liderazgos manteniendo la unidad. Este proceso cristalizó en la celebración de su reciente Congreso Extraordinario Tabaré Vázquez, en el que se aprobó su programa de gobierno para el próximo periodo, construido, como otras veces, de una manera verdaderamente participativa y en estrecho vínculo con actores sociales. En una región en la que las fuerzas políticas de izquierda han mostrado ser dependientes de la figura de sus líderes (Brasil), están fragmentadas y tienen dificultades para intermediar y canalizar demandas desde la sociedad (Chile), o experimentan fracturas internas (Bolivia), el FA aparece como un partido de izquierda resiliente.

La derrota de 2019 implicó un duro golpe para el partido fundado en 1971. El FA pasaba a la oposición tras 15 años de gobierno ininterrumpidos y la mayor pérdida de votos de su historia (ocho puntos porcentuales respecto a la elección previa). Además, enfrentaría a un gobierno altamente popular: el presidente Luis Lacalle Pou ha tenido índices de aprobación de su gestión muy elevados desde el inicio de su mandato en 2020. Ante este escenario, algunos auguraban un repliegue de la estructura frenteamplista que, sin embargo, estuvo lejos de suceder. 

En octubre de 2020, el FA decidió plegarse a las organizaciones sociales que promovían una campaña de recolección de firmas para derogar vía referéndum las que consideraban las partes más regresivas de la Ley de Urgente Consideración (LUC), una ley ómnibus (muy extensa y multimateria) que el presidente Lacalle Pou logró aprobar durante los primeros meses de su gobierno. La LUC contenía varios artículos regresivos entre los que se contaban los referidos a asuntos de «mano dura» (aumento de penas y de discrecionalidad policial) o los que buscaban limitar el derecho de protesta. 

El FA puso a toda su estructura a trabajar en la campaña por el referéndum. Si bien la opción del «sí» a la derogación que proponía el FA y las organizaciones sociales (la principal era el Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacional de Trabajadores, PIT-CNT, la central única de trabajadores) perdió, la diferencia con el «no» que promovía el gobierno de Lacalle Pou fue muy pequeña (2,7 puntos porcentuales). Ante un gobierno con altos índices de popularidad, el resultado del referéndum fue leído por muchos como un signo de vitalidad de la estructura frenteamplista. El FA mostraba que era el agente político capaz de articular el descontento con el gobiernode una parte de la sociedad y que podía ser una amenaza para la derecha en el poder. 

También en 2020, y como consecuencia de la derrota electoral, la izquierda inició un proceso de autocrítica. Las razones del revés electoral fueron discutidas a lo largo de toda su compleja estructura. El proceso culminó en 2021 con la aprobación de un documento en su Congreso ordinario, máximo órgano del partido e instancia compuesta básicamente por militantes de base. El documento resaltaba que el FA en el gobierno había promovido grandes transformaciones, pero también señalaba que se había alejado de la sociedad. Buscando responder al proceso de autocrítica, en 2022 el FA desplegó dos tipos de acciones. En primer lugar, generó un plan de desarrollo organizativo con el que pretendía expandir su estructura de comités de base –ámbitos territoriales de militancia– a territorios donde el FA tenía escasa presencia; en particular, el plan buscaba crear comités de base en algunos lugares del interior y en algunos barrios de la periferia de Montevideo. En segundo lugar, delegados de la estructura del partido y su dirigencia mantuvieron una diversidad de reuniones en todo el país, en lo que se conoció como «El FA te escucha». Esta iniciativa tenía por objetivo relevar demandas de diversos actores de la sociedad. En el marco de «El FA te escucha», se realizaron 38 giras por todo el país, se recorrieron 303 localidades y celebraron más de 1400 reuniones con diferentes colectivos y organizaciones sociales (sindicatos, cooperativas, asociaciones rurales y profesionales, ollas populares, merenderos, grupos de mujeres y disidencias, colectivos ambientalistas, grupos de vecinos, etc.). 

En paralelo al desarrollo de las actividades de «El FA te escucha» y a la expansión de la estructura de base, en 2022 también comenzaron las actividades preparatorias del congreso programático del FA (VIII Congreso Extraordinario Tabaré Vázquez), que se celebró el 9 y 10 de diciembre de 2023. En este ámbito se aprobó el programa para las elecciones de 2024 y las candidaturas que competirán en las elecciones primarias de ese año. 

El Congreso es el órgano más importante del FA. En función de los estatutos del partido, en el Congreso se definen sus posiciones ideológicas y programáticas y, desde la reforma constitucional de 1996 que estableció elecciones primarias obligatorias para todos los partidos, el Congreso autoriza a los precandidatos presidenciales que compiten en las primarias. El Congreso está presidido por el Plenario Nacional (máximo órgano directivo), pero está integrado fundamentalmente por delegados de comités de base. Se convoca cada 30 meses, aunque ocasionalmente el Plenario Nacional puede convocar un congreso extraordinario para abordar algún tema importante como, en este caso, el programa.

La construcción del programa del FA en el marco del Congreso es un ejercicio de democracia deliberativa. Su elaboración comienza por las actividades que coordina la Comisión Nacional de Programa, un órgano dependiente de la Mesa Política del FA (órgano ejecutivo del partido). La Comisión está integrada por militantes de base y representantes de las múltiples fracciones del partido. A su vez, esta comisión delega su trabajo en unidades (comisiones) temáticas, cuyo fin es elaborar los documentos programáticos que discutirá y votará el Congreso. Al igual que el resto de la estructura partidaria, las unidades temáticas también están compuestas por militantes de base y de las fracciones del FA. 

De cara a la elaboración del programa electoral de 2024 trabajaron 32 unidades temáticas que sesionaron durante 2022 y los primeros meses de 2023. Cada unidad temática generó un informe que fue elevado a la Comisión Nacional de Programa. A partir de ellos, la Comisión Nacional de Programa elaboró un documento síntesis que contenía 80 páginas organizadas en siete capítulos. Este documento fue aprobado por el Plenario Nacional del FA el 15 de julio de 2023 y a partir de allí fue discutido en los comités de base y en la interna de las fracciones del partido, que tuvieron plazo hasta octubre para enviar las propuestas de modificaciones que se tratarían en el Congreso de diciembre. Como resultado de este trabajo, el Congreso recibió más de 2.200 modificaciones al documento original. 

En su primer día de trabajo, el Congreso sesionó en ocho comisiones y en el segundo día se realizó la reunión plenaria. Participaron 2.100 delegados (casi 600 más que en el Congreso programático anterior celebrado en 2019). El Congreso trabajó sobre la base de las propuestas de modificaciones recibidas. Si estas lograban el apoyo de dos tercios de los presentes en las comisiones, pasaban al plenario y eran aprobadas a libro cerrado. Las que no alcanzaban los dos tercios en las comisiones, pero sí el apoyo de 20% de los presentes en ellas, también pasaban al pleno del Congreso, donde debían alcanzar la adhesión de dos tercios de los congresales presentes.

En un partido orgánico de masas como el FA, esta instancia es central, pues el programa elaborado por el Congreso suele funcionar como un ancla, orientando el accionar de los dirigentes y del partido tanto en el gobierno como en la oposición. Además, dado que muchos de los militantes que participan de la elaboración programática también son militantes de organizaciones sociales, el programa del FA suele reflejar algunas de las demandas más relevantes de esos actores, que forman el núcleo de apoyo principal del partido, en particular el movimiento sindical, pero también de las organizaciones de derechos humanos, el movimiento por la diversidad sexual y el movimiento feminista. En tal sentido, esta forma de elaboración programática asegura porosidad para la influencia de movimientos sociales. Cuando el FA estuvo en el gobierno, su programa fue la base de la extensa legislación laboral que recogía muchas de las reivindicaciones del PIT-CNT. Asimismo, el programa del FA ha reflejado reivindicaciones de grupos con escaso poder de movilización, pero conectados con la estructura del FA a partir de la doble militancia de algunos de sus miembros. El mejor ejemplo es la Ley Integral Trans, una ley de avanzada en el mundo, aprobada durante el segundo gobierno de Tabaré Vázquez y cuyo germen estaba en el programa electoral de 2014. 

Esta impronta en la elaboración programática no está exenta de tensiones. En un partido que tiene aspiraciones de gobernar, la discusión programática siempre enfrenta el debate respecto al riesgo electoral de las propuestas. Este debate estuvo presente en el Congreso de 2023 en el que, por ejemplo, quedó por el camino la idea de crear un Ministerio de Igualdad, una propuesta de la unidad temática encargada de discutir los temas de igualdad de género. Si bien esta propuesta tenía muchas adhesiones a la interna del FA, sobre todo de mujeres, algunos consideraron que la idea de crear nuevos ministerios «restaba» en un momento en el que lo que estaba en juego era sacar a la derecha del gobierno. Sin embargo, sí se incluyó la propuesta de crear un Ministerio de Justicia. Debido a la lógica pragmática, otras veces las propuestas que aparecen en el programa del FA no son explícitas. Un ejemplo de ello es la forma en  que aparecen propuestas que buscan reponer legislación derogada por la LUC. En este sentido, en el programa aprobado por último Congreso se señala, por ejemplo, la «necesidad de restablecer» la participación de los delegados docentes en los órganos de gobierno de la educación. Esta propuesta refleja una reivindicación de los sindicatos docentes afectados en su participación en el diseño de las políticas educativas por el gobierno de Lacalle Pou. Sin embargo, el programa del FA no habla de derogar la LUC, en parte también porque hubo un referéndum en el que esta quedó aprobada. 

Este proceso deliberativo y democrático de elaboración programática tampoco deja afuera aspectos técnicos. En los hechos, muchos técnicos participan en las unidades temáticas, así como también lo hacen personas que tienen conocimiento del Estado por haber ocupado cargos en instancia de gobiernos nacional o departamental. Sin embargo, el rasgo distintivo de la elaboración programática en el FA es que el proceso es eminentemente político, lo que lo hace ampliamente legítimo para las amplias bases del partido. Una vez finalizado el Congreso y definidas las candidaturas se elabora una plataforma programática más sintética, para ser difundida entre la ciudadanía. Asimismo, el candidato que resulta electo en las elecciones primarias puede darle su propia impronta al programa, obviamente teniendo como base lo aprobado por el Congreso partidario. 

El Congreso recientemente celebrado no solo fue importante por aprobar el programa, sino también por habilitar a los precandidatos presidenciales que competirán en las elecciones primarias de 2024. Esto ha ocurrido en un escenario diferente a los anteriores, sin sus principales referentes políticos: Tabaré Vázquez (dos veces presidente) y Danilo Astori (ministro de Economía y vicepresidente) fallecieron en 2021 y 2023 respectivamente, mientras que el ex-presidente José «Pepe» Mujica ha abandonado la posibilidad de ser electo para cualquier cargo debido a su avanzada edad. Sin embargo, tras la ausencia de sus líderes históricos, durante los últimos años el FA ha procesado un recambio de liderazgos que cristalizaron en las candidaturas aprobadas por el Congreso. En este sentido, los candidatos que competirán en las elecciones primarias serán cuatro: Yamandú Orsi (intendente de Canelones), Carolina Cosse (intendenta de Montevideo), Andrés Lima (intendente de Salto) y Mario Bergara (senador y ex-presidente del Banco Central). De ellos, el primero y el último son vistos como las opciones moderadas, si bien la competencia se centra en Orsi y Cosse. Aunque Yamandú Orsi parte con ventaja, aún falta tiempo.

En las últimas encuestas, el FA se perfila como favorito, aventajando a todos los partidos de la coalición de derecha sumados. Esto no significa, empero, que el camino esté allanado. Si bien algunos hechos recientes de corrupción han impactado sobre la imagen del gobierno de Lacalle Pou, el FA competirá contra maquinarias poderosas. En particular, su principal contendiente, el Partido Nacional, es una estructura sólida, que actualmente también corre con la ventaja de dominar el Estado y la mayoría de los gobiernos departamentales. Todo augura un escenario altamente competitivo, pero en el que la izquierda se entusiasma con regresar al gobierno. 

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