Hacia un modelo de inclusión digital rural
Una mirada sobre América Latina y el caso de Chile
Nueva Sociedad 262 / Marzo - Abril 2016
La mayoría de los países de América Latina y el Caribe se encuentran aún en una etapa incipiente de apropiación y uso de tecnologías de la información y la comunicación (tic) en el sector de la pequeña y mediana agricultura, debido a la persistencia de brechas importantes en el sector. Los países han realizado esfuerzos considerables para mejorar el acceso a las tic, pero ahora ha llegado el momento de orientarlas hacia su incorporación real por parte de la población rural y hacia su aplicabilidad en el sector, de forma tal de alcanzar la ansiada inclusión digital rural.
Las tecnologías de información y comunicación (tic)1 se han transformado en un instrumento indispensable en todos los sectores de la actividad económica, social y cultural. El acceso y uso de ellas son, hoy en día, indispensables para el logro de los objetivos de desarrollo, crecimiento y bienestar social de las naciones. De acuerdo con la visión de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en la Conferencia elac 20152, la revolución digital y la de los datos son dos de los mayores cambios de paradigma a escala global, y ambas pueden impulsar nuevos modelos de negocio, nuevas herramientas de políticas públicas y nuevas formas de participación ciudadana sustentadas por la economía digital, para crear sociedades más solidarias y equitativas.
Si bien se ha visto un gran auge de estas herramientas tic en los sectores industriales, donde ya se habla del mundo de las «industrias inteligentes» (smart industries), de las «ciudades inteligentes» (smart cities) y de «internet de las cosas» (Internet of things), aún es necesario realizar avances muy significativos en materia de incorporación de las tic en el mundo agrícola y, en especial, trabajar hacia la inclusión digital en el ámbito rural. Las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, requieren sumar herramientas digitales para aumentar su competitividad y, por su parte, las instituciones públicas tienen un gran desafío para avanzar en la digitalización de sus servicios con miras hacia una inclusión digital tanto urbana como rural. La mayoría de los países de América Latina y el Caribe se encuentran aún en una etapa incipiente de apropiación y uso de tic en el sector de la agricultura, y son las unidades empresariales de mayor tamaño las que usan estas tecnologías.
La pequeña y mediana agricultura requiere por tanto incorporar de forma urgente las tic como instrumento de mejora de la gestión productiva y comercial. Las exigencias de los mercados internacionales y, progresivamente, también de los mercados internos, obligan a elevar los estándares de calidad, a mejorar la eficiencia en la gestión y a introducir modalidades de control productivo de alta precisión que solo pueden lograrse con el auxilio de tecnologías digitales. Adicionalmente, la inserción en mercados externos obliga a contar con información permanente y actualizada, y en este sentido el uso de las fuentes digitales y la interacción que ellas posibilitan otorgan ventajas significativas a quienes las manejan.
Las brechas que persisten
Según datos de Cepal3, la penetración de internet en la región, medida como el número de usuarios respecto de la población total, se duplicó en un lapso de ocho años, al pasar de 20,7% en 2006 a 50,1% en ese último año. No obstante, en 2014 ese porcentaje continuaba siendo muy inferior al promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (ocde), donde alcanzaba el 81,8%.
Esta débil conectividad digital en la región se puede explicar por la persistencia de brechas en el acceso y uso de las tic por parte de la población total, brechas que dependen de las siguientes variables: nivel de ingreso, nivel de educación, grupo etario, género y localización espacial. Partiendo de la primera variable, una rápida mirada a las cifras obtenidas desde este observatorio de Cepal respecto del acceso a internet según quintiles de ingreso, muestra claramente que, en todos los países de la región, a mayor ingreso de la población, mayor acceso a internet. Existen barreras evidentes en este acceso en el quintil más bajo, vinculadas al costo del servicio y de la infraestructura requerida (computadora, tableta, etc.), aunque también son importantes la falta de conocimiento respecto de los beneficios que puede ofrecer internet al hogar y del uso de una computadora o teléfono celular para conectarse, por lo cual muchas veces, y en especial en el ámbito rural, se considera un gasto innecesario.
En cuanto a la variable educacional, se observa que, a mayor nivel de escolaridad, es mayor el acceso a las tic. Entre los países observados en la región, se puede citar Brasil, con una de las mayores diferencias porcentuales entre el grupo de educación primaria, que accede tan solo en 4,7% a internet, y el grupo de educación terciaria o superior, que alcanza el 91,8%; y el caso opuesto de Chile, con la menor brecha: 30,7% de acceso de los grupos de educación primaria y 86% del grupo de educación terciaria o superior. Esto es preocupante, si consideramos que el acceso a estas nuevas tecnologías está fuertemente condicionado por el nivel socioeconómico de las familias y que el sistema escolar ha sido una de las principales herramientas para reducir esta brecha tecnológica. A pesar de los esfuerzos que realizan los diferentes países de la región para equipar sus escuelas con tic, el desafío apunta más bien a lograr que los estudiantes las usen con un fin educativo y no solo de entretenimiento, lo cual supone también que los docentes sepan incorporar estas nuevas tecnologías en sus prácticas educativas, para así lograr realmente una alfabetización y una formación digital arraigadas en la población entera. Otra variable interesante de destacar es la de género: de acuerdo con estudios realizados por Cepal en varios países de la región4, las mujeres igualan a los hombres en acceso a internet, lo que indicaría que la brecha digital de género estaría en vías de superación. Esto viene también a posicionar el rol de la mujer rural, que generalmente es quien se hace cargo de los hijos en el hogar, los ayuda en sus deberes escolares y, por tanto, accede más frecuentemente a una computadora.
Al contrario de la variable anterior, la penetración de internet en zonas rurales continúa estando fuertemente rezagada. Considerando los hogares con acceso a internet mediante conexión fija o banda ancha fija de 13 países de América Latina y el Caribe, en 2013, la brecha entre el acceso en las zonas urbanas y rurales era superior a 10 puntos porcentuales. Esta diferencia superaba los 30 puntos porcentuales en Brasil, Colombia y Panamá, y los 20 puntos porcentuales en Chile, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Pese a la gran desventaja de los hogares rurales, la heterogeneidad de la región es tal, que el porcentaje de hogares rurales con acceso en Costa Rica y Uruguay es mayor que el porcentaje de hogares urbanos con acceso en Bolivia, República Dominicana, Guatemala y El Salvador.
La adopción de las tic en la agricultura latinoamericana puede ser una solución para reducir las asimetrías de producción y mejorar la inclusión social; sin embargo, como se pudo observar anteriormente, al persistir estas brechas significativas en materia de acceso y uso de tic, tanto en el ámbito urbano como rural, difícilmente se podrá avanzar en el corto plazo hacia este propósito.
Características del uso y la aplicación de tic en el mundo rural
En el caso de la agricultura, las tic más utilizadas son las que permiten la comunicación básica, es decir, la radio, la televisión y, últimamente, los teléfonos celulares. Según datos del Global System for Mobile Communications (gsma), el incremento de las conexiones mediante teléfonos inteligentes en América Latina fue el tercero más grande entre las regiones del mundo, con una tasa de crecimiento anual de 77% entre 2010 y 2013. La región alcanzó los 200 millones de conexiones y se estima que llegará a la segunda posición en el mundo en 2020, con más de 600 millones de conexiones de este tipo, lo que equivale a más de dos tercios del total de conexiones.
Otra característica de las zonas rurales es su reducido acceso a internet de banda ancha fija, ya que se privilegia el uso de banda ancha móvil, tanto por imposibilidad de acceso a la infraestructura –dado que el aislamiento de ciertas zonas rurales no permite más que tecnologías 3g– así como por los costos del servicio, que generalmente es menor o al menos variable según el uso que le dé el propio usuario. Esta característica define el lugar de acceso a internet: dado que no disponen de banda ancha en sus hogares, los habitantes rurales tienen menos oportunidades de usar internet que los hogares de la urbe, y su lugar de acceso está más bien fuera del hogar, en telecentros, cibercafés, escuelas o la casa de amigos y familiares.
En cuanto al uso que se les da a las tic en el sector rural, este apunta más bien hacia una herramienta de apoyo a la educación y de realización de tareas escolares, más que a su uso como herramienta de trabajo. Según la Encuesta Nacional de Accesos y Usos de Internet realizada por la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile (Subtel), en octubre de 2014, 51% de los jefes de hogar responde que el uso es preferentemente para educación, y tan solo 10% lo utiliza en actividades laborales. Por otra parte, es sorprendente examinar, según esta misma encuesta, la similitud que existe entre el ámbito urbano y rural cuando se trata del uso en redes sociales (79% en ambos casos) y en actividades recreativas de música o videos (42% en lo urbano y 36% en lo rural).
Superar estas barreras es prioritario si se quiere realmente obtener los impactos deseados que implica un certero y apropiado uso de las tic en la agricultura, que permita mejoras directas en la productividad, reducción de costos y aumento de la generación de valor. Alcanzar al menos una de estas metas es por lo general el beneficio final que se busca con la adopción de las tic en la agricultura, con el objetivo de lograr mejores rendimientos productivos gracias a una mejor gestión de la tierra, el uso adecuado de los insumos, así como reacciones oportunas a las adversidades climáticas o de plagas y enfermedades, mediante el uso de sistemas de alertas tempranas, entre otras posibilidades. Según diversos estudios de caso en la región, estas tres dimensiones –productividad, costos y generación de valor– han sido comprobadamente transformadas gracias a la aplicación adecuada de las tic en toda la cadena de valor agrícola. Por ejemplo, en diversas ocasiones se han obtenido reducciones de costos como resultado de utilizar transacciones en línea que eviten el desplazamiento innecesario para la compra de insumos o que permitan la obtención de mejores precios, tan solo por el hecho de contar con mayor información respecto del abanico de oferta de productos, o bien la obtención de mejores precios de venta como consecuencia de una mayor comunicación con los pares, con el uso de procedimientos más rápidos y más baratos, al utilizar herramientas tic.
Finalmente, no debe olvidarse que existen otras aplicaciones tic en la producción y comercialización agrícola, pero estas apuntan a un sector de medianos a grandes productores, que practican una agricultura más extensiva, mecanizada y tecnificada. Este es el caso particular para las tecnologías asociadas con la agricultura de precisión, sistemas de trazabilidad y comercio electrónico. Pero estas tecnologías tienen un alto costo y son exigentes respecto de los equipamientos digitales, electrónicos y tecnológicos, así como de los conocimientos de los operarios que las manipulan, y esto las hace inviables para una agricultura a pequeña escala, lo cual nos obliga a reconocer esta limitante5.
La inclusión digital rural: el caso de Chile
Superar la pobreza digital de las zonas rurales ha sido un desafío durante años para varios gobiernos de Chile, y de especial interés para el Ministerio de Agricultura (Minagri); sin embargo, a la fecha aún queda una gran brecha digital por superar. Según cifras oficiales, mientras en la urbe casi 70% de las personas están conectadas a internet, en el mundo rural solo 40% de los chilenos tienen acceso a una conexión digital6. La exclusión del mundo rural en materia digital no es tan solo un dato sociocultural, sino una debilidad productiva, financiera y comercial que afecta directamente la competitividad de las empresas agrícolas y la calidad de vida de los habitantes rurales. Hasta el momento, se han implementado varias iniciativas tendientes a dotar de infraestructura y capacitación digital al país. Sin embargo, el desafío fundamental es fomentar un uso más intensivo de las tic en el ámbito rural.
Entre los diversos gobiernos que han desarrollado acciones concretas en esta área, se puede destacar el periodo 2006-2010, durante el cual se plasmó un programa de acción conjunta entre el Minagri y la Subtel denominado Programa de Conectividad Digital Rural7, desafío inédito en esta temática a escala regional. El gobierno fomentó un proceso de promoción y masificación del uso de estas tecnologías en el mundo rural, que apuntaba a generar en el país un modelo de inclusión digital rural. Con este compromiso, se trabajó en tres ejes fundamentales: conectividad, contenidos de información y capacitación. Cada uno de ellos se detalla a continuación.
Más y mejor conectividad: el primer gran desafío para este programa fue incrementar la conectividad, mediante acciones y estrategias que permitieran disminuir la brecha digital. El esfuerzo estuvo puesto primero en identificar las zonas rurales con mayores necesidades, para impulsar proyectos de desarrollo en infraestructura digital. Es así como se crea la Mesa tic Rural8 como instancia de coordinación entre las 12 instituciones dependientes del Minagri, que se reunía periódicamente con el objeto de tener una posición ministerial consensuada respecto de los requerimientos de desarrollo digital en las zonas rurales del país. Esta mesa desarrolló un relevamiento para determinar comunas prioritarias para la conexión de acuerdo con la presencia de clústers productivos, población y micro- y pequeñas empresas rurales. Luego, en coordinación con la Subtel, se dio seguimiento al proyecto Infraestructura Digital para la Competitividad e Innovación, que luego pasó a una segunda etapa como Todo Chile Comunicado9, con la finalidad de conectar a 1.476 localidades rurales para llegar a más de tres millones de chilenos de sectores aislados al aumentar la cobertura de internet en zonas rurales de 11% a 90% en 2012. Como se muestra en cifras oficiales de Subtel en su Encuesta Nacional 2014, esta meta no se cumplió; sin embargo, los esfuerzos desarrollados desde 2006 hasta la fecha permitieron que 40% de la población rural esté en la actualidad efectivamente conectada.
Desarrollo de contenidos e información: en este nivel, el ministerio trabajó para generar contenidos, programas y aplicaciones que fuesen de utilidad para los productores agrícolas, para contribuir a su manejo agronómico y a una acertada toma de decisiones. Se buscó implementar acciones y estrategias que aportaran información que fuera realmente requerida por los agricultores, una de las quejas más frecuentes en el sector. Uno de los aportes al desarrollo de contenidos fue la creación de una Plataforma de Información i+d+i10 por parte de la Fundación de Innovación Agraria (fia), integrada por representantes de las instituciones del Minagri, donde los agricultores pudiesen encontrar exactamente lo que buscaban en el área de la gestión e innovación agrarias11.
Capacitación digital (uso de herramientas tic y alfabetización digital): frente a la situación de analfabetismo digital, por la cual solo un tercio de los productores con computadora sabían usarla, se implementó el proyecto Escuelas de Informática y Ciudadanía (eic), con el apoyo de la ong Comité para la Democratización de la Informática, para promover de manera sustentable la alfabetización y capacitación digital entre los agricultores. Por otra parte, se dio inicio al programa Repertorio de Recursos para la Gestión de Información (imark) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao, por sus siglas en inglés), dirigido a más de 350 bibliotecarios y encargados de bibliotecas de la Red de Bibliotecas Agrícolas de Chile (RedAgroChile), en el que participan 32 instituciones públicas, privadas e internacionales, con el fin de entrenar a estos profesionales en las futuras demandas de información del sector12.
La integración de los tres ejes de trabajo –conectividad, desarrollo de contenidos y capacitación digital– conformó el Programa de Conectividad Digital Rural, según queda plasmado en el gráfico de la página anterior y que da origen al Modelo de Inclusión Digital Rural.
Aplicación de un modelo de inclusión digital rural: el proyecto Yo Agricultor
Un ejemplo concreto de este modelo de inclusión digital rural fue el proyecto Yo Agricultor13, desarrollado por la fia con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (bid) entre 2008 y 2011. El proyecto se planteó instalar las primeras comunidades virtuales agrícolas en Chile, orientadas a buscar soluciones a través de las tic, que permitan mejorar el acceso y uso de información relevante para la toma de decisiones de los pequeños productores de regiones y grupos productivos específicos. Estas comunidades virtuales agrícolas abarcaron las cadenas productivas del vino, las bayas, la miel y el maíz.
El modelo así planteado permitió, por primera vez, contar con un real y completo acercamiento al uso más intensivo de las tic por parte del sector rural. Con este proyecto se pudo concluir que la incorporación de las tic en la pequeña agricultura es posible, y su aplicación tiene efectos beneficiosos para los productores, al brindarles acceso a información útil, oportuna e innovadora que les permite tomar decisiones adecuadas y, lo más importante, disponer de información amigable y equitativa, de manera que todas las empresas del sector rural puedan competir con más y mejores herramientas. Dado el éxito de este proyecto, su metodología ha sido replicada en diversos países, entre ellos Colombia, Ecuador y Perú.
Recomendaciones para avanzar hacia una inclusión digital rural
Respecto a la inclusión digital rural, la primera recomendación es la necesidad de socializar la utilidad de las tic en el agro y difundir experiencias exitosas, como el proyecto Yo Agricultor. Es necesario, además, enfatizar los beneficios que se obtienen de su utilización en el sector silvoagropecuario, en especial hacia jóvenes y mujeres rurales, como actores claves para el desarrollo futuro de las tic en el campo. Una forma interesante de atraer a la juventud rural puede ser la realización de concursos de fomento e innovación, dirigidos a la creación de aplicaciones específicas de tic en el agro, para incentivarlos con nuevos emprendimientos y soluciones tic de carácter local.
Otra recomendación fundamental que se deriva de lo anterior es reducir las asimetrías de información agropecuaria en beneficio de los pequeños y medianos agricultores, lo cual deberá ser apoyado por programas de alfabetización digital dirigidos específicamente hacia ellos. Se recomienda utilizar la infraestructura existente para potenciar el uso de las tic, particularmente en espacios de confluencia y atención de la población rural, como infocentros, telecentros y escuelas rurales, entre otros.
Una última recomendación es que se debe incentivar la articulación entre las instituciones del sector rural y los organismos encargados del desarrollo digital nacional, tal como fue presentado en el ejemplo de gobernanza y coordinación gubernamental de la Mesa tic Rural del Minagri.
Revisión de las agendas digitales de los países de América Latina y el Caribe
Si la intención de los gobiernos es impulsar el acceso y uso de las tic con un real impacto en el sector rural, se deberá solicitar un efectivo y prioritario mandato gubernamental para que las agendas digitales incorporen definitivamente estrategias específicas en beneficio de la agricultura nacional. Al revisar las agendas digitales de varios países de la región, se llega a la conclusión de que en la mayoría de ellas ni siquiera aparecen nombradas las palabras «agricultura» o «rural». Algunos países que sí tienen agendas específicas son: México (Agenda Digital 2011-2015), con una estrategia para fomentar la inclusión digital de los pueblos y comunidades indígenas; Ecuador (Agenda Ecuador Digital 2.0 2011-2014), que busca afianzar el crecimiento de infocentros en zonas rurales; Perú (Agenda Digital 2.0 2011), con su estrategia de desarrollar la apropiación y el uso de las tic en el ámbito rural; Argentina (Estrategia de Agenda Digital 2011), con su estrategia de «desarrollar y fortalecer las capacidades humanas para la apropiación, uso y producción de conocimiento sobre y a través de las tic» hacia grupos de población específicos, entre ellos los rurales; Brasil (Programa Nacional de Banda Ancha 2011-2013), con el objetivo de «expansión de la infraestructura de internet y el desarrollo de un sistema de información y seguimiento de las buenas prácticas agrícolas»; Costa Rica (Acuerdo Social Digital 2011), con enfoque hacia el sector de educación rural mediante el Programa Cerrando Brechas, para que 138 liceos rurales tengan acceso a una computadora portátil por estudiante, además de promover habilidades y destrezas informáticas en la población; y Uruguay (Agenda Digital 2011-2015), con el objetivo de «agregar valor a la cadena agropecuaria». Pero la mayoría de los objetivos estratégicos de los países latinoamericanos y caribeños van dirigidos más bien hacia el acceso a las tic, mediante la ampliación de nuevas redes de conectividad rural o de infraestructuras digitales para escuelas rurales, pero no hacia el uso y aplicabilidad de las tic en el sector rural.
La realidad indica que la agricultura no es un sector prioritario en las estrategias digitales de los gobiernos ni tampoco para los ministerios de Agricultura, con algunas excepciones. Los países han realizado esfuerzos considerables para mejorar el acceso a las tic, y ahora ha llegado el momento de orientarlas hacia su incorporación real en la población rural y su aplicabilidad en el sector, de forma tal de mirar realmente hacia un desarrollo equitativo, inclusivo y sostenido de su uso en el agro. Sin estas acciones sectoriales concretas, no será posible alcanzar la ansiada inclusión digital rural.
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1.
Francine Brossard Leiva: se desempeña como oficial de Asuntos Económicos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en la Unidad de Desarrollo Agrícola (uda), a cargo de la realización de misiones de apoyo a países de la región, en especial, Ecuador, Colombia, Cuba, y Chile. Trabajó en el Ministerio de Agricultura de Chile (Minagri) y participó en la creación de la Fundación para la Innovación Agraria (fia) (1996-2011). Constituyó la mesa tic Rural del Minagri (2006 y 2011) y fue secretaria ejecutiva de la Comisión de Igualdad de Oportunidades del Minagri (2000-2010). A partir de 2011 ha sido consultora internacional en tic Rural para diversos países de América Latina y de África. Palabras claves: inclusión digital, ruralidad, tecnologías de información y comunicación (tic), América Latina y el Caribe.. Si bien no existe una única definición de las tecnologías que son consideradas como tales, en general, al hablar de tic se hace referencia a internet, computadoras de escritorio y portátiles, teléfonos celulares y otras tecnologías móviles (tabletas o ipads), televisión, radio y teléfono fijo.
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2.
V. el discurso pronunciado por la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena, en la elac 2015, Ciudad de México, el 5 de agosto de 2015. elac es un plan de acción para América Latina y el Caribe, acorde con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm) y la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (cmsi), con visión de largo plazo.
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3.
Cepal: Observatorio para la Sociedad de la Información en Latinoamérica y el Caribe (Osilac), sobre la base de encuestas de hogares de los institutos nacionales de estadística.
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4.
Cepal: «Mujeres en la economía digital: superar el umbral de la desigualdad», xii Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Cepal / Ministerio de la Mujer, Santo Domingo, 15-18 de octubre de 2013, disponible en http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/16561/S2013579_es.pdf;jsessionid=ccfae4693473b0f99cfd4f56ca32b41c?sequence=1.
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5.
Mônica dos Santos Rodrigues y Adrián G. Rodríguez (coords.): Information and Communication Technologies for Agricultural Development in Latin America: Trends, Barriers and Policies, Cepal, Santiago de Chile, 2013.
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6.
Subtel: Encuesta Nacional de Accesos y Usos de Internet, octubre de 2014.
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7.
Programa fia: «Tecnologías de información y comunicación aplicadas en el mundo rural», fia, Santiago de Chile, 11/2008.
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8.
Más información en https://mesaticrural.wordpress.com/acercade/.
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9.
Newsletter No 18, elac 2015-Cepal, 3/2012.
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10.
«Plataforma fia de Servicios de Información en i+d+i para el sector silvoagropecuario», fia, Santiago de Chile, marzo de 2009.
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11.
«Necesidades de información en i+d+i para la agricultura chilena», fia, Santiago de Chile, mayo de 2009.
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12.
«Necesidades de información en la Comunidad Escolar de los Liceos Agrícolas: resultados y conclusiones», fia, Santiago de Chile, 2011.
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13.
«De las Comunidades Virtuales al proyecto Yo Agricultor», fia, 10/2011.