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NUSO Nº 271 / Septiembre - Octubre 2017

Género y globalización Una mirada desde el Sur global

Las mujeres constituyen hoy un nuevo proletariado internacional. Y esta es solo una de las constataciones «de género» del proceso de globalización, que incluye la feminización de las migraciones, la pérdida de tierras y las tradicionales asimetrías entre centro y periferia. Si bien el proceso de globalización ha dado lugar a nuevas posibilidades de crecimiento, ha conducido a un desarrollo desigual del mundo que ha afectado principalmente a las mujeres. Por lo tanto, es importante abordar las dimensiones de género de las políticas de comercio, inversión y expansión de las empresas transnacionales.

Género y globalización  Una mirada desde el Sur global

Nota: traducción del inglés de Carlos Díaz Rocca.

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En las últimas décadas, «globalización» se ha convertido en un término comúnmente utilizado para describir una economía mundial integrada. Sin embargo, sigue siendo difícil de entender en cuanto a su definición, forma e impacto precisos. Esto ocurre porque tiene varios significados que dependen de diversas dimensiones. A menudo se describe la globalización como un fenómeno multidimensional con aspectos políticos y culturales y factores económicos que juegan un papel clave1.

Una definición difundida es que se trata de un proceso político, económico, social y cultural que profundiza la interconexión y la interdependencia del mundo a través del flujo de capital global, la actividad multinacional, las tecnologías de la información y las personas que adoptan una forma transnacional2. La globalización opera más allá de los límites de los Estados nacionales y hace que los Estados-nación pierdan aspectos de su soberanía a favor de una economía mundial integrada3. Por ende, la globalización ha dado lugar a una distribución desigual de los recursos entre los países desarrollados y los países en desarrollo y ha empeorado todavía más los efectos de las desigualdades preexistentes en los países en desarrollo en cuanto al acceso a los recursos productivos. De ese modo, ha afectado la capacidad de las naciones para cumplir con las funciones de provisión de bienestar.

Dimensiones de la globalización y sus efectos relacionados con el género

La dimensión económica de la globalización, o la globalización económica, puede caracterizarse por el crecimiento del sector privado, así como por la liberalización del comercio y la reducción del gasto público. La globalización económica obedece principalmente a ideales neoliberales que apoyan una economía capitalista no regulada, que maximiza la eficiencia económica y el crecimiento, así como el avance tecnológico.

Las empresas transnacionales de los países occidentales han trasladado sus fábricas a los países en desarrollo en busca de mano de obra barata y costos de producción más bajos para competir de manera eficiente a escala mundial. Aunque en el pasado la expansión industrial dominada por el extranjero estaba destinada principalmente a proporcionar empleos a los hombres, el nuevo «proletariado industrial internacional» consiste principalmente en mujeres casadas y sin educación, que trabajan en «zonas de procesamiento de exportaciones»4. Las mujeres buscaron empleo en estas zonas porque fueron expulsadas de sus tierras por la expansión de las empresas transnacionales que se especializan en la exportación de productos agrícolas de los países en desarrollo. La presencia de estas empresas ha tenido efectos en el empleo con un marcado sesgo de género, ya que el trabajo de las mujeres se utiliza principalmente en empleos de baja calificación y baja remuneración, que no tienen en cuenta la importancia de su bienestar.

Además, si bien las empresas transnacionales generaron un aumento del empleo femenino, esto ha dado lugar a mayores responsabilidades para las mujeres debido a su doble papel en el trabajo productivo y en el reproductivo. Por lo tanto, ellas tienen que soportar mayor carga laboral que los hombres. A las mujeres se las ha hecho responsables del trabajo reproductivo no remunerado y del trabajo productivo. La división sexual del trabajo las ha perjudicado por su posición subalterna en el mercado de trabajo y por sus responsabilidades reproductivas. El mercado de trabajo tiende a ignorar los acuerdos laborales flexibles para las mujeres que se originan en sus roles de género. Las empresas transnacionales han desplazado en mayor medida a las agricultoras de sus tierras para obtener materias primas esenciales para sus actividades productivas. Esto intensificó las dificultades económicas de las mujeres rurales y debilitó su autosuficiencia.

Además, la inversión extranjera directa (ied) y las políticas de liberalización del comercio han afectado a la mayoría de las mujeres dedicadas a actividades como la agricultura y la pesca en los países en desarrollo. Las empresas transnacionales, principalmente las petroleras, siguen degradando el ecosistema, lo cual obstaculiza el acceso de las mujeres a la tierra y al agua. Un ejemplo de ello ha sido el establecimiento de fábricas de procesamiento de pescado en algunos países africanos, como Tanzania y Nigeria, que continúan exportando su producción a los países occidentales5. Las mujeres han perdido la propiedad y el control sobre sus recursos autóctonos y el acceso a nuevos recursos a manos de las empresas transnacionales y esto dio como resultado la pérdida de estatus para ellas. Por otra parte, las patentes sobre productos obtenidos de la biodiversidad local no implican por lo general pagos de regalías a las mujeres ni a sus comunidades, propietarias de los recursos. En cuanto al sector informal, las mujeres de los países en desarrollo constituyen la mayoría del sector informal, lo que las expone a bajos salarios o ingresos, empleo incierto y malas condiciones de trabajo. La economía informal incluye empresas de pequeña escala que no están legalmente registradas y que están conformadas por gente que trabaja en el hogar, como vendedores callejeros o en trabajos estacionales en pequeñas empresas agrícolas.

En países latinoamericanos como México, el trabajo dentro del propio hogar es muy común en las industrias textil y pesquera, mientras que en las zonas rurales de países del África subsahariana como Botswana, Zimbabwe, Sudáfrica y Nigeria, las mujeres se centran principalmente en la agricultura o en las artesanías. El nivel de ingresos de hombres y mujeres es más bajo en el sector informal que en el sector formal, y la brecha de género en los ingresos, más amplia en el sector informal que en el sector formal. Además, el sector formal tiende a subcontratar el trabajo del sector informal a bajo costo y ofrece empleo con contratos inseguros, bajos salarios y pocos beneficios6. Por consiguiente, la globalización ha reforzado el vínculo entre la pobreza y el sector informal. A las mujeres del sector informal se les niega asimismo su derecho a la representación, sindicalización e indemnización, así como a las normas de salud y seguridad.

En lo que respecta a las políticas de ajuste estructural en los países en desarrollo, la mayoría de los países que han tomado préstamos de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (fmi) y el Banco Mundial ha tenido que reprogramar su deuda reduciendo el gasto público en salud y otros servicios sociales. El fmi y el Banco Mundial tienden a ignorar las desigualdades de género preexistentes en el acceso a los recursos en los países en desarrollo. En consecuencia, la transferencia de la función de «bienestar» del Estado ha afectado a las familias, en particular a las niñas y las mujeres. La privatización de los servicios sociales aumentó la carga de trabajo de cuidado de sectores vulnerables, como los niños y las personas mayores y discapacitadas, a cargo de mujeres que dependen a su vez de formas de cuidado informales o tradicionales como consecuencia de su rol tradicional de proveedoras de servicios en el hogar. Por lo tanto, las políticas de ajuste estructural han llevado a reformas que afectaron el sistema de distribución pública o las asignaciones presupuestarias del gobierno para las mujeres.

La globalización económica ha hecho que las mujeres sean vulnerables a las tendencias de la liberalización del comercio y la informalización. Además, la falta de solidaridad internacional con las mujeres en el sector informal ha sido agravada por los gobiernos que no aseguran la existencia de políticas económicas y laborales sólidas para hacer frente a las malas condiciones de trabajo femenino en las empresas de propiedad extranjera.

Globalización política

Se puede decir que la globalización política implica una declinación del poder de los Estados nacionales y el aumento del poder de las instituciones de gobernanza global7. La globalización ha llevado al surgimiento de políticas identitarias, redes transnacionales feministas y nuevas formas de gobernanza. Las redes feministas transnacionales ejercen el poder político desde «arriba» y desde «abajo». Impulsan los derechos de las mujeres a través del lobby y la promoción dentro de las instituciones de gobernanza global o de organizaciones internacionales como la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas (onu), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (asean, por sus siglas en inglés) o la Comunidad de Desarrollo de África Austral (sadc, por sus siglas en inglés).

Las instituciones globales u organizaciones internacionales, también conocidas como organizaciones burocráticas, han extendido las funciones nacionales para facilitar el acuerdo internacional o acordar normas que transformen las políticas regionales y nacionales a través de procesos interactivos8. Al asegurarse de que los Estados sean responsables ante las normas y estándares acordados, las organizaciones internacionales han determinado temas adicionales que deberían recibir atención global. En tal sentido, cuestiones como la injusticia de género o las violaciones a los derechos de las mujeres se han desarrollado en marcos globales necesarios para promover la igualdad de género. Sin embargo, las organizaciones internacionales se han centrado principalmente en utilizar el marco neoliberal como una forma reguladora ideal de buena gobernanza. El marco regulador neoliberal tiende a enfocarse en maximizar la productividad y compite con los objetivos de promover los derechos sociales o los derechos a la igualdad. Las organizaciones burocráticas hacen hincapié en un mundo restringido por los recursos materiales, lo que lleva a que los actores se comporten de una manera racional para maximizar la utilidad, lo cual normalmente está desconectado de los enfoques basados en derechos9. En consecuencia, la forma racional de la maximización de la utilidad o la agenda neoliberal se centraron en el compromiso técnico o profesional de las redes transnacionales feministas y esto despolitizó la cuestión del género.

Los movimientos feministas que operan dentro de las organizaciones burocráticas han desplegado numerosos marcos económicos en su análisis de género, en detrimento de los marcos políticos necesarios para promover la igualdad de género10. Los marcos económicos se enfocan en aumentar el acceso de las mujeres a la estructura social existente sin cambiar las relaciones estructurales desiguales entre hombres y mujeres, tanto en el ámbito público como privado, o transformar las estructuras que perpetúan las desigualdades y las rediseñan adecuadamente. El uso de conocimientos técnicos ha privilegiado las redes feministas transnacionales del Norte y el Sur globales. Esto, por lo tanto, ha dejado a los movimientos de mujeres indígenas del Sur global al margen del diseño de políticas. Y sucede a pesar de que las mujeres pobres han liderado a menudo el activismo de la comunidad. Las mujeres, y en particular las mujeres pobres, no están con frecuencia adecuadamente representadas en los niveles superiores del poder político donde se toman las decisiones que las afectan.

A la luz de lo anterior, las feministas poscoloniales indican que el colonialismo occidental y el imperialismo han jugado un papel importante en la conformación del mundo contemporáneo. Critican las asimetrías de poder entre los países desarrollados y los países en desarrollo y los efectos de las asimetrías de poder sobre los diferentes grupos de personas en los países en desarrollo11. Las teóricas del feminismo poscolonial sostienen que muchos aspectos de la globalización se entienden mejor como prácticas neocoloniales12. Las feministas occidentales han sido criticadas por tratar a las mujeres como una categoría homogénea, sin reconocer sus diferencias basadas en la cultura, la clase, la raza y la ubicación geográfica13.

Además, las feministas marxistas señalan que el capitalismo termina provocando la subordinación de las mujeres. También sostienen que las mujeres son una clase explotada en el modo de producción capitalista. Las observaciones feministas poscoloniales fueron confirmadas por el neoliberalismo, en el marco del cual muchas de las condiciones creadas por el colonialismo se han asociado a la globalización, su desigual distribución de recursos entre el Norte y el Sur globales y la marginación cultural. Asimismo, los teóricos poscoloniales sostienen que las políticas e instituciones neoliberales benefician a los países desarrollados a expensas de los países en desarrollo. En este sentido, las instituciones económicas mundiales han privilegiado la cultura y las normas políticas de los países desarrollados y han marginado a los movimientos indígenas de mujeres de los países en desarrollo14. Además, mientras que las formas tradicionales de colonialismo incluyeron al colonizador que ha asumido el privilegio de gobernar la colonia, la globalización gobierna indirectamente a través de las empresas transnacionales, que aportan su influencia colonial a través de modelos de negocios que están vinculados a la cultura hegemónica, la explotación de los trabajadores y las trabajadoras y el desplazamiento de los modos tradicionales de comercio.

Globalización cultural

Por su parte, la globalización cultural se ha traducido en el aumento de la interacción social, acelerada por el avance tecnológico. La tecnología y la interconectividad han creado un punto de vista cultural compartido en todo el mundo. La globalización cultural se apoya en ideales neoliberales de mejores condiciones de vida u oportunidades en otros lugares. Además, ha llevado a las mujeres de los países en desarrollo que emigran a los países desarrollados a buscar un mejor empleo temporal. Anteriormente, la migración estaba dominada por los hombres, pero ahora la migración internacional se está feminizando cada vez más. Esto se debe principalmente al hecho de que las mujeres han sido víctimas de discriminación salarial por parte de las empresas transnacionales. Además, los roles de género que han limitado la capacidad de las mujeres de buscar mejores puestos de trabajo en los países en desarrollo han dado como resultado que también ellas migren a los países desarrollados.

La globalización incrementó las consecuencias diferenciadas por género debido a la falta de marcos normativos internacionales eficaces que regulen y protejan los derechos laborales más allá de las fronteras nacionales. La inmigración legal e ilegal ha sido vulnerable a la violación de los derechos humanos. La globalización cultural ha estado relacionada con la creciente explotación de las mujeres en forma de trata de personas o tráfico de mujeres para la prostitución, especialmente en los países involucrados en una transformación acelerada con el fin de hacerse un lugar en un mundo mercantil.

Reducir los efectos de género de la globalización

Aunque la globalización potenció el crecimiento, se la ha criticado por la ausencia de indicadores y datos desagregados por género en sectores como la producción agrícola o el sector informal. Muchos indicadores muestran que las mujeres resultan afectadas por políticas comerciales que no son sensibles al género. Además, se necesita más investigación para documentar el número de personas empleadas en el sector informal y las condiciones de trabajo de grupos específicos de trabajadores y trabajadoras en sectores informales determinados, y para evaluar el impacto de la globalización en ellos. Por otra parte, el proceso de elaboración de políticas tiende a ser ciego a las diferencias e injusticias de género. Sin embargo, las experiencias de las mujeres en cuanto a opresión de género son moldeadas por otras formas de opresión, tales como raza, clase, etnicidad y orientación sexual o discapacidad. Es necesario hacer más para integrar las dimensiones de la igualdad de género en las políticas y el trabajo operacional, a fin de promover la igualdad entre los géneros en diversas categorías sociales. Además, es importante que los movimientos de mujeres indígenas participen en el proceso de la elaboración de políticas, para que estas reflejen las necesidades de las mujeres y contribuyan de manera significativa a las políticas de desarrollo.

En conclusión, si bien el proceso de globalización ha dado lugar a nuevas posibilidades de crecimiento, condujo también a un desarrollo desigual del mundo que afectó principalmente a las mujeres. Por lo tanto, es importante que el trabajo de las organizaciones de base y no gubernamentales aborde el impacto de la globalización en materia de género, particularmente el de las políticas de comercio e inversión.

  • 1.

    Cheludo Butale: es doctora en Filosofía por la Cyprus International University.Palabras claves: desigualdades, empresas transnacionales, género, globalización.Nota: traducción del inglés de Carlos Díaz Rocca.. William I. Robinson: A Theory of Global Capitalism: Production, Class, and State in a Transnational World, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2004.

  • 2.

    Val Moghadam: «Gender and Globalization: Female Labor and Women’s Mobilization» en Journal of World-Systems Research vol. 5 No 2, 1999.

  • 3.

    Kavaljit Singh: Questioning Globalization, Ibon Books, Manila, 2004, p. 9.

  • 4.

    Alison Jaggar: «Is Globalization Good for Women?» en Comparative Literature vol. 53 No 4, 2001.

  • 5.

    Adebukola Foluke Osunyikanmi: «Globalisation and the Deepening of Gender Imbalance in Nigeria» en International Journal and Humanities and Social Sciences vol. 1 No 20, 12/2011, p. 308.

  • 6.

    Ibíd.

  • 7.

    J.J. Pettman: «Globalisation and the Gendered Politics of Citizenship» en Nira Yuval-Davis y Pnina Werbner (eds.): Women, Citizenship, and Difference, Zed Books, Londres-Nueva York, 1999.

  • 8.

    V. Moghadam: ob. cit.

  • 9.

    Frank Schimmelpfennig: «International Socialization in the New Europe: Rational Action in an Institutional Environment» en European Journal of International Relations vol. 6 No 1, 2000, pp. 112-113.

  • 10.

    Wendy Harcourt: «The Global Women’s Rights Movement: Power Politics Around the United Nations and World Social Forum», Paper No 25, unrisd, 2006.

  • 11.

    Ranjoo Seodu Herr: «The Possibility of Nationalist Feminism» en Hypatia: A Journal of Feminist Philosophy vol. 18 No 3, otoño de 2003; Ofelia Schutte: «Feminism and Globalization Processes in Latin America» en Mario Sáenz (ed.): Latin American Perspectives on Globalization: Ethics, Politics, and Alternative Visions, Rowman & Littlefield, Nueva York, 2002.

  • 12.

    Tim Dunne, Milja Kurki y Steve Smith (eds.): International Relations Theories: Discipline and Diversity, Oxford University Press, Londres, 2016.

  • 13.

    Ibíd.

  • 14.

    Chris Weedon: «Key Issues in Postcolonial Feminism: A Western Perspective» en Gender Forum: An Internet Journal of Gender Studies, 2002.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 271, Septiembre - Octubre 2017, ISSN: 0251-3552


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