Coyuntura
NUSO Nº 220 / Marzo - Abril 2009

El impacto de la crisis en América Central

La crisis que estalló en Estados Unidos en 2008 afecta de manera directa a Centroamérica. La economía de la región, muy dependiente de la estadounidense, se ve afectada por diferentes vías: un menor crecimiento de las exportaciones, una disminución de los flujos de inversión extranjera directa y de remesas y una baja del turismo. En este marco, se estima que Centroamérica crecerá apenas 2,6% en 2009. El artículo sostiene que, para enfrentar el vendaval, los gobiernos de la región podrían desarrollar políticas monetarias más expansivas que inyecten liquidez, además de encarar acciones estructurales, como la eliminación de los obstáculos al comercio intrarregional para ofrecer alternativas cercanas a los productores.

El impacto de la crisis en América Central

Ninguna otra crisis anterior registrada en el mundo moderno ha repercutido tan fuertemente en América Central como la actual crisis mundial originada en Estados Unidos. El contagio ha sido inmediato y ha afectado las metas de crecimiento de las economías emergentes. En economías pequeñas como las de Centroamérica, el efecto es aún más directo y rápido. La economía mundial se encuentra en un franco proceso de desaceleración y se estima que el PIB de los países desarrollados se contraerá 0,3% en 2009, lo que generará un efecto de arrastre a la baja de las economías emergentes.

Desde que la crisis mundial estalló a mediados de 2008, los efectos de la desaceleración se han sentido en cada país de la región centroamericana de manera diferente. Se prevé que en 2009 el efecto se sentirá de manera más determinante al reducirse las fuentes de liquidez inmediata, como las remesas familiares, y al contraerse los flujos de inversión y turismo, así como los ingresos por exportaciones y las fuentes de financiamiento bancario.

La situación es inédita. Los países centroamericanos no habían padecido una crisis como la actual y nunca estuvieron tan expuestos como hoy a las propagaciones destructivas de los mercados externos. Anteriormente, por supuesto, hubo varias crisis con efectos mundiales, como la crisis del Sudeste asiático de 1997, que produjo una abrupta caída de la bolsa en Hong Kong que se extendió por otros mercados. También se registraron otras crisis en países emergentes, como México, Argentina y Rusia. Sin embargo, ninguna de ellas había repercutido en la región centroamericana de manera tan clara.

La economía de Centroamérica, aunque históricamente se ha estructurado bajo la influencia de EEUU, no había sido afectada por las recesiones sufridas por este país, excepto durante la Gran Depresión de 1929. Aquella crisis sí impactó severamente en la región, aunque el efecto llegó tres años más tarde, abriendo un largo paréntesis de estancamiento económico y social junto a un reforzamiento del autoritarismo gubernamental. La primera víctima de la crisis de 1929 fue el café, el principal rubro en que se basaba la economía centroamericana. Las exportaciones se redujeron 55% promedio en los cuatro años siguientes al estallido de la crisis, y rápidamente se desencadenaron otros efectos. Se registraron numerosas quiebras comerciales, las plantaciones de café fueron abandonadas transitoriamente, se agudizó la desocupación y la concentración de la propiedad se acentuó. No fue sino hasta en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial cuando se recuperaron los niveles de producción de la región.

Otra crisis, pero de carácter endógeno, que también afectó severamente a Centroamérica fue el conflicto bélico de la década de 1980, que empujó a la región a una pendiente recesiva de una profundidad sin precedentes. La crisis económica golpeó a todos los países, aunque el panorama se tornó mucho más dramático en aquellos donde el presupuesto militar absorbía hasta la mitad de los recursos públicos y en los que produjo la destrucción masiva de activos fijos y pérdida de vidas. La recuperación llegó en los 90 bajo la óptica del Consenso de Washington. Las economías de agroexportación fueron expuestas a una mayor apertura bajo una ampliación de los mecanismos de mercado y una disminución del papel del sector público. Las políticas de ajuste y cambios estructurales promovieron un alineamiento positivo de los indicadores macroeconómicos a parámetros internacionales. En este marco, el crecimiento económico resultó positivo, producto del ingreso de capitales, la expulsión de mano de obra (migración) que se traduciría luego en entrada de divisas (remesas), el aumento de las exportaciones de maquila y el desarrollo de algunos sectores competitivos. Pero todos estos resultados positivos se sustentaron en los bajos niveles de ingreso de la población y en un aumento progresivo de la pobreza.

Sin embargo, en los últimos años la región había logrado cierto grado de fortaleza como resultado de un crecimiento modesto pero necesario para enfrentar con una mayor fuerza macroeconómica la actual crisis. En efecto, hoy Centroamérica registra estabilidad en indicadores macroeconómicos claves: la deuda externa ha descendido, el nivel de reservas es consistente (equivalente a tres meses de importaciones), las exportaciones han crecido y generado un aumento del empleo y el déficit fiscal es estable y manejable. Pese a ello, hay muchos puntos débiles, como el déficit de cuenta corriente, la alta dependencia de recursos energéticos y la necesidad de importar alimentos. En las siguientes secciones se analiza el impacto de la crisis económica mundial en Centroamérica y las diferentes vías de contagio, para luego evaluar las alternativas a partir de las cuales la región podría enfrentar este escenario negativo.

La desaceleración de la economía

Las perspectivas de crecimiento para 2009 se verán afectadas en sectores vitales, lo cual impactará en la producción de bienes y servicios. En efecto, la actividad económica, medida a través del índice mensual de actividad económica (IMAE), ya ha descendido a lo largo de 2008, como muestra el gráfico 1. Se prevé que la tendencia continúe en 2009.

Desde mediados de 2008, la crisis produjo una desaceleración del crecimiento de la región. Como muestra el gráfico 2, la economía creció 3,7% en 2008, un porcentaje bastante menor al logrado en 2007 (5,6%). Los pronósticos indican que la economía centroamericana podría crecer 2,7% en 2009, una cifra relativamente baja considerando que la población actual, de 38,1 millones, registra una tasa de crecimiento anual promedio de 2%.

El menor crecimiento producirá serias consecuencias. Las finanzas públicas se verán doblemente presionadas. En efecto, la desaceleración repercutirá sobre los ingresos estatales, dado el peso dentro de estos del impuesto al valor agregado (IVA) y otros impuestos indirectos muy sensibles al comportamiento del consumo. Pero además los gobiernos tendrán que enfrentar, desde el punto de vista del gasto público, una política social y de inversiones con limitaciones financieras sustanciales, en un contexto en el que la necesidad de desplegar medidas contracíclicas exige justamente una ampliación del gasto. En este marco, las presiones se harán sentir en el gasto corriente (especialmente en salarios, subsidios y transferencias a los gobiernos municipales) y en la necesidad de compensar con inversión pública la caída de la inversión privada. En algunos casos, este doble efecto tensará las reservas existentes e impulsará a los gobiernos a buscar nuevos préstamos, es decir a un mayor endeudamiento.

Menor crecimiento de las exportaciones

Alrededor de 48% de las exportaciones centroamericanas tiene como destino el mercado de EEUU (ver gráfico 3); 30% corresponde a bienes generados en zonas francas (maquila). Otros mercados importantes son la Unión Europea (11% de las exportaciones), América Latina (30%), cuyo mayor peso le corresponde a la misma Centroamérica, y el mercado de Asia Pacífico (7%). En el caso de Costa Rica, es el país que cuenta con mercados más diversificados y el mercado chino se ha convertido en un importante destino.

La reducción del consumo en esos mercados, principalmente en el estadounidense, ya ha repercutido en el sector exportador. Como se puede apreciar en el gráfico 4, la tendencia de las exportaciones indica un declive para 2009, con perspectiva de crecer un modesto 8% con respecto a 2008 (durante ese año, las exportaciones experimentaron un crecimiento de 12,5% con respecto a 2007).

La reducción de las importaciones de maquila (textiles) por parte de EEUU fue, en octubre de 2008, de alrededor de 3,2%, según información de la Oficina de Textiles y Confección de ese país (Otexa, por sus siglas en inglés). En general, la contracción del consumo de EEUU y la UE ejercerá un efecto de desaceleración sobre el sector externo centroamericano. Las principales consecuencias se sentirán en los precios del café, la carne vacuna, la pesca, el azúcar, los textiles y los bienes alimenticios e insumos. Estos rubros constituyen una fuente crucial de divisas y empleo en cada uno de los países de la región.

En cuanto a las importaciones, la crisis podría generar un beneficio por la fuerte caída en el precio del petróleo, de algunas materias primas de origen metálico y químico y de otros commodities, como los cereales (trigo, avena y centeno). En los años anteriores, las importaciones habían crecido a tasas muy elevadas. Sin embargo, parece difícil que la baja en los precios de las importaciones compense la desaceleración de las exportaciones. Esto implicaría una ampliación de la brecha comercial, que antes de la recesión en EEUU ya era bastante elevada. Y esto, a su vez, impactará en el tipo de cambio y en las reservas internacionales de los países de la región.

Disminución de los ingresos por remesas

Los ingresos por remesas tienen una importancia fundamental para Centroamérica, ya que equivalen a alrededor de 12% del PIB; el porcentaje es más alto en Honduras (21% del PIB) y El Salvador (18% del PIB), seguidos por Guatemala y Nicaragua (ver gráfico 5). El impacto de las remesas es impresionante: 65% de las familias centroamericanas, exceptuando Costa Rica, reciben dinero enviado por sus familiares, en montos que oscilan entre un mínimo de 50 y un máximo de 250 dólares mensuales. Casi 74% de la población emigrante centroamericana reside en EEUU, en general trabajando en la construcción, la recolección de frutas y el sector servicios. España es otra importante plaza de trabajo, al igual que Costa Rica.

El principal problema, que se acentuará aún más con la crisis mundial, es el retorno forzado de emigrantes a sus países de origen, provocado por la desaceleración de la rama de la construcción y del sector servicios en EEUU y España. Los países centroamericanos han hecho esfuerzos por mantener los requisitos de los permisos de trabajo temporario de acuerdo con el Estatus Temporario Protegido (Temporary Protected Status) firmado con EEUU. Sin embargo, es poco lo que los gobiernos centroamericanos pueden hacer para incidir en esta situación y mantenerla de manera permanente. En el caso de España, los países centroamericanos tienen todavía menos capacidad de incidir sobre las normas migratorias.

Menor flujo de capital e inversión extranjera directa

A partir de la firma del Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Centroamérica y República Dominicana (TLCAC-RD), los países centroamericanos apostaron a percibir mayores flujos de capitales. Sin embargo, los flujos no han sido los esperados y la situación se complica aún más con la recesión estadounidense. La inversión extranjera directa (IED) juega un papel preponderante en las exportaciones, el consumo, la generación de empleo y el progreso global de la región. Según datos de los bancos centrales de los países centroamericanos, el agregado regional de IED representa alrededor de 5% del PIB. Los países que atraen más IED son Costa Rica y El Salvador, que absorben 65% de los capitales externos que se dirigen a la región (gráfico 6).

Aunque la IED es clave, hay que señalar que las remesas familiares superan en dos veces y medio el flujo de capitales externos. Sin embargo, el destino final de los ingresos por remesas es básicamente el consumo. Esto, por un lado, presiona las importaciones, pero por otro genera un efecto redistributivo que favorece a los sectores más pobres.

La actual crisis debilitará el TLCAC-RD, que descansa básicamente en las exportaciones de maquila. Los informes son desalentadores si se tiene en cuenta que el acuerdo fue firmado para buscar mejores condiciones para obtener flujos de IED y no tanto para generar condiciones más favorables para las exportaciones, pues estas condiciones ya existían, aunque de manera temporal, gracias a la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (Caribbean Basin Initiative). Los datos así lo demuestran: el principal acceso de Centroamérica al mercado de EEUU se produce a partir de bienes fabricados en zonas francas, que se han achicado fuertemente con la crisis. Solo en Honduras hay más de 30.000 trabajadores de este sector sin empleo, Nicaragua registró la pérdida de alrededor de 19.000 puestos de trabajo y algo similar sucede en Guatemala y El Salvador.

Además de que supuestamente alentaría la llegada de capitales externos, el otro factor con el que se justificó la firma del TLCAC-RD fue la posibilidad de aprovechar el Tratado de Libre Comercio de EEUU, México y Canadá (TLCAN). México ha firmado tres acuerdos comerciales con Centroamérica: uno con Costa Rica, otro con Nicaragua y otro que incluye a Guatemala, El Salvador y Honduras (Triángulo del Norte). De hecho, México se ha convertido en un importante inversor en Centroamérica, al igual que Canadá (aunque en menor medida). En este marco, la desaceleración de la economía mexicana también contribuiría a disminuir de manera notable los flujos de IED hacia la región, lo cual neutralizaría los modestos beneficios obtenidos a través del TLCAC-RD.

Disminución de los ingresos por turismo

Las estimaciones preliminares sobre la reacción del turismo indican una leve caída con respecto a las metas esperadas. Los datos que ofrecen los bancos centrales centroamericanos en el ítem de servicios de transporte y otros ingresos asociados al turismo representan alrededor del 4.500 millones de dólares, lo que equivale a 7% del PIB regional, con variaciones de acuerdo con el país (gráfico 7). A esto hay que añadir el valor agregado que genera el turismo en algunas actividades productivas y de servicios de la región. El principal receptor de turistas es Costa Rica, que experimentó una reducción de la afluencia turística con respecto a las metas originales. El turismo creció en 2008 alrededor de 6,5%, en lugar del 12% según las metas planificadas antes de la crisis. Las proyecciones indican un incremento aún menor en 2009. La Organización Mundial del Turismo estimó que el turismo mundial cerrará 2008 con un crecimiento de apenas 2% o 3%, inferior al registrado en los años previos, y ha pronosticado un incremento todavía menor para 2009, entre 0% y 2%. En consecuencia, Centroamérica también sentirá el impacto de esta baja, especialmente en el sector hotelero, de comercio y en la rama de alimentos.

El impacto de la crisis en la política social

En Centroamérica, 65% de la población vive por debajo la línea de la pobreza; el desempleo abierto también es alto: más de 12%. Asimismo, alrededor de 54% de la población participa como fuerza laboral en una estructura empresarial en la que 80 de cada 100 empresas son micro o pequeñas. En este contexto delicado, los países de la región, unos con mayor énfasis que otros, habían logrado desplegar, a la par del crecimiento experimentado en los últimos cuatro años, políticas sociales que habían conseguido reducir, aunque de manera modesta, los indicadores de pobreza y marginalidad.

Sin embargo, la crisis pone en peligro estos avances. Los indicadores sociales ya se habían resentido en 2008, en buena medida por el aumento del costo de los combustibles, que generó un incremento de la inflación medida por el índice de precios al consumidor (IPC) (gráfico 8). Esto afectó la capacidad adquisitiva de los asalariados para la compra de alimentos, medicinas, ropa y servicios, y limitó ostensiblemente el acceso de los ciudadanos más pobres a los beneficios sociales gubernamentales, ya que el gasto social se redujo en términos reales.

Se estima que en 2009 el gasto social de los países de la región entrará en una etapa de crisis. Existen riesgos inminentes ante la posibilidad de que los países recurran a políticas inadecuadas: por ejemplo, un aumento del gasto corriente para inyectar mayor liquidez a la economía, con una visión de recuperación contracíclica de corto plazo, podría generar efectos perversos en la política social futura. En este contexto, es importante destacar el necesario liderazgo de los gobiernos a la hora de enfrentar las complejidades de la crisis y minimizar, en la medida de lo posible, su efecto sobre los más pobres.

En este escenario negativo, el único aliciente que puede encontrar la política social es una baja de la inflación en 2009. La meta es de 5,8% como promedio regional. Esta disminución sería resultado de la contracción de los precios del combustible y algunos alimentos, como la harina y el centeno, y de materias primas de origen metálico y químico. Sin embargo, los alimentos, más allá de algunas bajas puntuales, se mantendrán a precios elevados, por efecto de la estructura de costos y la estacionalidad. Los países de la región, entonces, experimentarán problemas para sostener sus políticas sociales y probablemente sufrirán un aumento del desempleo. Como resultado, la pobreza y la pobreza extrema también podrían agravarse. Aunque en unos países más que en otros, el escenario para la región es negativo.

¿Qué puede hacer la región para enfrentar la crisis?

Como ya se indicó, las condiciones financieras internacionales y el efecto recesivo de la economía mundial afectan las metas de crecimiento de la región y, en consecuencia, generan tensiones sociales. Persisten numerosos motivos de preocupación en los gobiernos por el impacto de la crisis y las dificultades para contar con los recursos adecuados para neutralizarla en 2009. De prolongarse este cuadro más allá de 2010, Centroamérica se encontraría en una situación social aún más inestable.

No obstante, aunque el origen de la crisis es exógeno y su impacto se sentirá en toda la región, cada país cuenta con herramientas propias para enfrentarla de acuerdo con los resultados obtenidos previamente en crecimiento, estructura productiva, fortaleza institucional y avances sociales. Esto significa que cada Estado debe encontrar remedios que se adapten a su realidad, aunque algunas soluciones deben trascender la esfera nacional hasta alcanzar un nivel regional que permita utilizar la capacidad institucional lograda mediante el proceso de integración centroamericano.

¿Cuáles pueden ser esas estrategias? Como ya se señaló, se estima que en 2009 la inflación no será tan preocupante como lo fue en 2008, lo que habilita cierto margen de maniobra para suavizar la política monetaria e inyectar liquidez. Esto, por supuesto, dentro de un margen que no genere dificultades financieras ni impacte sobre los precios de los alimentos. Aunque algunos gobiernos, como los de Guatemala y Costa Rica, ya han anunciado medidas de política fiscal y monetaria destinadas a apuntalar la demanda, en general se trata de acciones limitadas que, además, no han considerado la protección a los sectores más vulnerables ni han incluido estímulos directos para preservar empleos.

El problema es que, pese a los avances de los últimos años, la región, en conjunto, acumula reservas modestas; en algunos países, el margen de reservas es muy limitado y las tasas de referencia están en su límite. Sin embargo, cabe alguna posibilidad de ensayar medidas contracíclicas mediante una flexibilización o distensión de la política monetaria, siempre que se acompañe de créditos externos. Aun en momentos de crisis, hay posibilidades de respaldo en el ámbito multilateral para apoyar y reforzar las defensas. Las fuentes externas, aunque son escasas, existen: el FMI y la banca multilateral y regional, como el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), son algunas de las alternativas. Estos organismos disponen de líneas financieras que, aunque limitadas, podrían contribuir a enfrentar mejor el vendaval, siempre que haya una gestión rápida y eficaz y se apliquen programas consistentes. Los préstamos podrían resultar eficaces si se acompañaran con algunos estímulos fiscales bien focalizados, de modo que la política fiscal no sea totalmente neutral y juegue un rol apropiado en el manejo de la crisis. El Salvador, por ejemplo, ya ha conseguido una línea de crédito del FMI por 800 millones de dólares.

Los gobiernos podrían trabajar de forma sistémica encauzando el crédito hacia sectores que favorecen el crecimiento futuro, reduciendo el consumo suntuario y propiciando mecanismos de intervención eficaces para que el mercado de alimentos no afecte los indicadores sociales. En ese sentido, algunos bancos centrales ya han comenzado a desarrollar mecanismos de flexibilización que permiten destinar ciertos recursos líquidos a apuntalar el crédito, que se prevé será restrictivo y caro en 2009, especialmente en aquellos sectores cuya producción está dirigida a mercados externos en riesgo de contracción. En efecto, la política monetaria restrictiva tenía sentido hasta mediados de 2008, cuando la inflación había superado los dos dígitos. Pero si la inflación se reduce y se vuelve a ubicar en un dígito habrá margen para que los bancos centrales puedan reducir los encajes e incidir en una baja de la tasa de interés, que había subido gradualmente desde finales de 2008. Esta estrategia, sin embargo, no es recomendable para todos los países: no sería adecuada para El Salvador, que carece de política monetaria debido a la dolarización, ni tampoco en Nicaragua, que aún sufre altas tasas de inflación y tiene niveles muy modestos de reservas.

Final: la creatividad y lo enérgico

Existe en Centroamérica una urgente necesidad de ampliar el horizonte macroeconómico con medidas que vayan más allá de las adoptadas hasta ahora por los gobiernos, en general limitadas a la política monetaria y fiscal. En ese sentido, se podrían afianzar y coordinar las políticas económicas de cada país con iniciativas enérgicas que reorienten el gasto público a la inversión en infraestructura y capital social; limpiar de obstáculos el comercio intrarregional para ofrecerles a los exportadores nacionales alternativas más cercanas y menos exigentes que el deprimido mercado extrarregional; y aprovechar la incidencia de la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) como fuente de recursos para los sectores más vulnerables.

Otras medidas podrían consistir en una revisión exhaustiva de la estructura productiva y comercial para explorar políticas de sustitución de importaciones, especialmente en alimentos o bienes de consumo no duradero. La región es un importador neto de bienes no duraderos. A través de algunos mecanismos regionales, se podría iniciar un proceso de intervención en el mercado para promover un cambio del patrón productivo y de consumo de la región. La sustitución de importaciones, la reducción del consumo suntuario, la racionalidad en el gasto del sector público y privado contribuirían notablemente a disminuir la brecha comercial y a darle mayor y mejor apoyo a la política macroeconómica.

La flexibilidad y la creatividad se imponen para crear el necesario respaldo a los productores, para fomentar el capital humano y combatir la pobreza. Las políticas macroeconómicas, por mejor orientadas que estén, pierden efectividad si la institucionalidad, el Estado de derecho y la democracia no se fortalecen paralelamente. En ese sentido, Centroamérica vivirá dos elecciones presidenciales en 2009, en El Salvador y Honduras, que resultarán determinantes. Persisten además focos de inestabilidad política en Nicaragua, como consecuencia de las últimas elecciones municipales, que han sido cuestionadas en los ámbitos local e internacional. El arte de los líderes actuales, y de aquellos que asumirán en 2009, consiste en lograr políticas que permitan enfrentar de manera unificada los efectos de la crisis mundial.

Páginas web

Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano, www.secmca.org/.Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), www.sieca.org.gt/site/.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 220, Marzo - Abril 2009, ISSN: 0251-3552


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