Opinión
agosto 2018

Colombia: los malabares de Iván Duque

El nuevo presidente de Colombia hace malabares ideológicos y políticos. Algunos afirman que intenta distanciarse de Álvaro Uribe, el líder de Centro Democrático que lo catapultó a la presidencia. Duque, que se autodefine como de «extremo centro», adopta parte del discurso de los progresistas e intenta a hablarle a un público más amplio que el derecha tradicional colombiana a la que teóricamente representa. Gustavo Petro, el líder de la oposición y de la izquierda, afirma que los discursos de Duque no se condicen con la realidad. Según Petro, el rumbo del gobierno será claramente de derecha teniendo en cuenta que el uribismo ocupa los principales ministerios.

<p>Colombia: los malabares de Iván Duque</p>

El pasado 7 de agosto, día de la posesión de Iván Duque como presidente de Colombia, se originó un gran debate sobre la superposición de discursos entre el Ejecutivo y el Legislativo. El discurso de Ernesto Macías Tovar, el nuevo presidente del Congreso expuso las duras críticas del partido Centro Democrático fundado por el ex presidente Álvaro Uribe frente al saliente gobierno de Juan Manuel Santos. A través de la anáfora, una conocida arma retórica, el presidente del Congreso dibujó un país al borde del caos. Así se dirigió al nuevo presidente: «Hoy recibe usted un país con el deshonroso récord de ser el primer productor de coca del mundo, con más de 210 mil hectáreas sembradas y una producción de 921 toneladas métricas de cocaína. Hoy recibe usted un país en el cual el gobierno saliente categorizó a los extraditables. A usted le corresponde recuperar la autoridad y extraditar a todos los narcotraficantes, sin excepción alguna. Hoy recibe usted un país con millones de víctimas sin atención del Estado. El gobierno saliente las utilizó como bandera política pero no las atendió. Inclusive las víctimas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron ignoradas en los Acuerdos de La Habana».

Este discurso de Macías Tovar se impuso como tema de análisis en los medios de comunicación y los debates televisivos dejando de lado, desafortunadamente, el discurso del nuevo presidente. El debate también calentó las redes sociales entre quienes apoyaron a Macías y quienes consideraron inoportuno su discurso por ser un ajuste de cuentas de un partido y no del Congreso frente al gobierno saliente. Quiénes criticaron las palabras de Macías consideraron que estas no ayudaban para nada la solicitud del nuevo presidente de mirar hacia adelante y construir un gran pacto por la reconciliación. Llamó incluso la atención de los medios las declaraciones en el periódico El Espectador casi premonitorias de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez en donde aseguró frente al tema de la paz y de la Justicia Especial para Paz (Jep) que una cosa es el planteamiento del gobierno y otra la del partido Centro Democrático: «Aquí hay que diferenciar dos cosas. Una cosa es el Centro Democrático, partido del presidente Duque, que valoramos, respetamos y que será fundamental para nosotros, pero otra es el gobierno. Y es distinto el presidente Duque. Las iniciativas de varios miembros de su partido siempre las tomaremos en cuenta con el mayor interés, pero las decisiones del gobierno son del gobierno y por esa razón, por ejemplo, el referendo que había para tumbar totalmente la JEP es una decisión que jamás avalaremos porque sabemos que el país, a estas alturas, debe mantener y preservar lo que se pueda. Lo ideal en el Acuerdo ha debido ser que se tuviera la JEP como una parte de la Rama Judicial. Pero lo que ha dicho el presidente Duque es que tiene voluntad de trabajar en armonía con la institucionalidad existente como hoy es la JEP».

Como lo demuestra el filósofo Michel Foucault el discurso es un campo de batalla donde se superponen «los juegos de poder».¿Cómo leer el discurso del nuevo presidente Iván Duque a partir de este escenario? ¿Es posible encontrar un sello que lo distinga de su mentor? ¿Hasta dónde su discurso de estas primeras semanas de gobierno es el reflejo de su independencia frente a los planteamientos doctrinarios de su partido?

Durante la campaña presidencial, Iván Duque se posicionó como un candidato con un lenguaje moderado y aseguró que, de llegar a la presidencia, encarnaría un gobierno pragmático y de diálogo hacia la ciudadanía. En una entrevista reafirmaba: «Yo espero ser un presidente como soy yo. Una persona que cree profundamente en el diálogo con la ciudadanía. A la ciudadanía hay que escucharla todos los días. Nuestra propuesta de gobierno está en el libro Indignación, allí presentamos nuestro diálogo con los ciudadanos».

Un primer análisis de los discursos del presidente Duque coincide con sus propuestas de campaña y expone los principales ejes que serán centrales en su mandato: la legalidad, el emprendimiento y la equidad.Sin duda, el primer eje de su proyecto político reside en las filiaciones ideológicas de su partido y del conservatismo.

En tan solo dos semanas el presidente ha mostrado que su lema de «defender el matrimonio entre justicia y legalidad» no fue un slogan de campaña y que sus acciones van en esa dirección. El 8 de agosto partió a la isla de San Andrés a hacer su primer Consejo de Seguridad y, pocos días después, presentó el programa «El que la hace la paga». El programa es la propuesta de Duque para luchar contra los delitos, el secuestro, la extorsión, los feminicidios y la agresión a menores. «Es un plan de choque para que los próximos 100 días articulemos 582 operaciones en contra del crimen organizado, donde enfrentemos delitos como el secuestro, como la extorsión, como el abuso, la agresión y la intimidación de niños», aseguró el presidente.

Su propuesta de realizar un gobierno con los ciudadanos la ha ido de desarrollando a través de sus encuentros en múltiples escenarios: reuniones con los empresarios y jóvenes emprendedores, participación a actividades culturales y encuentros con la ciudadanía a través de los talleres Construyendo País.

Los valores centrales del pensamiento conservador también están presentes en los discursos de sus primeros días. La defensa de la vida, la integridad, la familia y la lucha contra la corrupción son un sello del conservatismo en el duquismo. Así lo anunciaba en uno de sus encuentros con los ciudadanos: «Legalidad significa que formemos una sociedad de valores. Significa que creemos esa muralla ética que blinda en el corazón de los colombianos cualquier tentación de la criminalidad en estricto apego a los valores de familia. Quiero invitarlos a que construyamos una cultura de legalidad enfrentando con todas nuestras fuerzas la corrupción».

Del uribismo al duquismo

El mandato del ex presidente Uribe (2002-2010) se caracterizó no sólo por una importante recuperación de la seguridad sino por una fusión con el pueblo colombiano, a través de un discurso muy parroquial donde la patria y el pueblo fueron figuras centrales.

¿A quién le habla Duque en sus discursos? En sus alocuciones el nuevo presidente ha centrado sus mensajes a un todo: la nación. Su objetivo es el de lograr un gran pacto nacional que permita unir al país a pesar de las diferencias: «Es cierto que existen diferencias políticas, temas en los que la sociedad tiene grandes contradicciones, pero hoy debemos ser capaces de unirnos en propósitos comunes y superiores. No se trata de pensar igual ni de poner fin a los naturales antagonismos ideológicos propios de la política». Duque reitera en sus discursos el concepto de nación desde múltiples facetas, habla de trabajar por una nación fuerte, valiente y con optimismo. Otro elemento importante que lo diferencia del uribismo es su apego por lo internacional, su interés en que Colombia esté a la vanguardia de los temas educativos (principalmente en ciencia y tecnología), que el país sea reconocido por su riqueza cultural y social y ofrezca propuestas a los desafíos del cambio climático, entre otros.

La Economía Naranja

Otro de los puntos centrales del discurso del nuevo presidente es el de alejarse de las rupturas ideológicas izquierda y derecha y exponer su accionar en un campo muy concreto que es el desarrollo de la llamada «economía naranja». Esta propuesta, que viene de su paso por la división cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), busca visibilizar a todos los sectores culturales que tradicionalmente han estado rezagados en los gobiernos anteriores.

«Hay muchas personas que no valoran lo que significa la economía de la cultura o no saben lo que significa. Y resulta que en Colombia la economía naranja dónde está las artes, dónde están los medios, las creaciones funcionales, festivales, carnavales como este, representan mucho más para la economía de lo que representa la minería», aseguró Duque en su primera visita presidencial a San Andrés.

El presidente, que se define como de extremo centro, desarrolla también algunos valores asociados a la izquierda: la solidaridad, la justicia social, el cuidado por el medio ambiente y la ecología. Sus figuras tutelares también son un elemento a tener en cuenta. Allí se encuentran los intelectuales y líderes políticos liberales colombianos como Darío Echandía y Alberto Lleras Camargo. Pero sus referencias liberales se enriquecen también con importantes referentes culturales de talla internacional. Asegura que su fuente de inspiración es el gran poeta español Federico García Lorca. De García Lorca dice recoger su sensibilidad y apoyo hacia los más desfavorecidos y su deseo de constituir la educación y el conocimiento como uno de los pilares fundamentales de sus acciones de gobierno. En un discurso afirmaba: «Yo estoy convencido, como lo dijo en alguna ocasión Federico García Lorca cuando fue a inaugurar la biblioteca de su pueblo, que hay que entregar un pan y un libro, porque no hay peor hambre que el hambre de conocimiento que no se puede saciar».

De las palabras a los hechos

A tan solo dos semanas es prematuro evaluar el paso de los discursos a las acciones del naciente gobierno. Sin embargo, ya se avizoran críticas y contradicciones entre el gobierno y el ex presidente Uribe y su partido el Centro Democrático.

Mientras el candidato Duque prometió subir salarios y bajar impuestos, el nuevo gobierno ha sido ampliamente criticado por las declaraciones de su ministro de Hacienda, muy cercano al ex presidente Uribe, de gravar la canasta familiar y estudiar un mecanismo de devolución del impuesto a las categorías más pobres.

Por otra parte, las diferencias entre el gobierno y el ex presidente Uribe se han dado en torno a la consulta anticorrupción que será votada el próximo domingo 26 de agosto. Mientras el presidente Duque aseguró que la votará aun habiendo pasado algunos proyectos al Congreso en ese tema, el ex presidente Uribe y una parte del partido anunciaron su decisión de no votarla.

Por su parte Gustavo Petro, líder de la oposición, sostiene que los principales ministerios (Interior, Defensa, Hacienda y Exteriores) se encuentran en las manos del uribismo.

El debate recién comienza y el tiempo dirá si el gobierno de Iván Duque consigue encontrar un equilibrio suficiente para imponer su deseo de cambio y modernización ante el contrapeso tan marcado del partido del ex presidente Uribe.


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