Opinión
octubre 2009

Bienvenida Michelle Bachelet

La elección de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile constituye una buena noticia para la causa de la libertad, la soberanía y la equidad social en América Latina. Contribuye al fortalecimiento de la izquierda democrática o socialdemocracia, claramente deslindada tanto de la derecha neoliberal como de la izquierda extremista y autoritaria.

<p>Bienvenida Michelle Bachelet</p>

La elección de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile constituye una buena noticia para la causa de la libertad, la soberanía y la equidad social en América Latina. Contribuye al fortalecimiento de la izquierda democrática o socialdemocracia, claramente deslindada tanto de la derecha neoliberal como de la izquierda extremista y autoritaria. Por su personalidad y su trayectoria política, la presidenta electa está bien preparada para conducir su país por el camino del progreso económico, social y cultural. Además de ser persona de alta calidad humana, buena profesional, valiente luchadora de la resistencia, exitosa ministra de dos carteras disímiles como lo son la Salud y la Defensa, la señora Bachelet se ha distinguido siempre por la firmeza de su convicción socialista democrática. A diferencia de los comunistas, cuya versión del socialismo es totalmente estatista y contempla la prolongada dictadura de una vanguardia minoritaria (dictadura, no del proletariado, sino sobre el proletariado), los socialistas democráticos de Chile y cualquier otro país estiman que la democracia política efectiva, con pluralismo, libertad, derechos humanos y garantías jurídicas, constituye el marco imprescindible para el progreso social. Sólo en un ambiente de libertad y de legalidad puede avanzarse con éxito hacia la gradual sustitución del predominio de intereses minoritarios por los de la sociedad en su conjunto. El socialismo democrático no cree en la estatización, sino en la economía de mercado acompañada de regulaciones públicas de interés social. Asimismo, los socialistas democráticos plantean la lucha por un nuevo orden económico internacional mediante una combinación de presiones y negociaciones, y no de estruendosas confrontaciones. El socialismo democrático no se concibe como sistema político-social realizable de una vez por todas, sino como tendencia histórica sin fin, hacia una sociedad cada vez más humana y solidaria. América Latina se encuentra en movimiento pendular hacia la izquierda, pero no existe una sola tendencia coherente. En el seno de las fuerzas de cambio se abre cada día más la brecha entre las “dos izquierdas” que hemos percibido desde hace tiempo y que Teodoro Petkoff ha analizado con particular claridad. Frente a la corriente socialista democrática representada por los gobernantes de Brasil, Uruguay y Chile, actúa con agresividad perturbadora un frente integrado por el comunismo cubano y el populismo militarista venezolano, posiblemente acompañados por incipientes líderes y agrupaciones de algunos otros países. Ante este panorama, bienvenida sea la elección de Michelle Bachelet, cuyos futuros esfuerzos seguramente tenderán a fortalecer a la izquierda democrática latinoamericana y a restar credibilidad a la desviación seudo-revolucionaria autocrática.



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